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miércoles, 8 de julio de 2020

Puentes Colgantes

Traemos a ustedes una entrega más de la serie titulada Txangoak etxe inguruan de la autoría de Eguzki Agirrezabalaga Iparragirre, misma que está siendo dada a conocer en el portal de Naiz.

Lean ustedes:


Un puente colgante de madera y cables reforzados de hierro asegurados a dos pilares armados que sostienen un arco de paso y que salvan 150 metros de caída libre. Un recorrido de cincuenta metros de pura adrenalina sobre las gargantas de Olhadubi, en el Pirineo suletino, concretamente en Larrañe. Una pasarela que atraviesa el abismo. Es el puente de Holtzarte, sin duda, uno de los parajes más impresionantes de Euskal Herria.

Eguzki Agirrezabalaga Iparragirre

En uno de sus pilares, un letrero delata la edad de la pasarela: 1920. Es el año en el que fue construida para facilitar el acceso a los recursos forestales de la zona; más concretamente, para que los obreros de la acería italiana Lombarda Morillo accediesen con rapidez a los recursos del bosque y convertirlos en combustible. Los puentes y pasarelas eran, evidentemente, una buena opción para salvar los abismos del río y evitar el rodeo.

Sin embargo, aquella necesidad se ha convertido hoy en ocio; aquel puente que facilitaba la jornada forestal es, actualmente, un lugar para el disfrute, para la aventura, para poner a prueba el vértigo, para provocar conscientemente a los sentidos.

Desde las faldas del Orhi

Además, el camino que lleva desde las faldas del Orhi –primer dosmil del Pirineo occidental– al puente resulta muy agradable. Se considera de baja dificultad, está bien señalizado y discurre, en parte, por un bosque entre cuyos árboles se cuela el sonido del río. Eso sí, en días lluviosos es recomendable prestar especial atención en algunos tramos, pues hay puntos concretos que se tornan resbaladizos. Además, al ser un camino muy transitado, la roca está muy pulida, lo que incrementa el riesgo de caídas, sobre todo cuando el calzado no es el adecuado.

Sujeciones, más reforzadas

Ya antes de llegar al puente, el caminante lo podrá observar desde varios puntos. Y, probablemente, una vez alcanzado el primer pilar, resoplará por primera vez. Dicen que antes de que el puente sufriera, en 2010, las consecuencias del paso de Xynthia, la estructura se balanceaba más que ahora, porque, a raíz de los daños ocasionados por la ciclogénesis explosiva, se reforzaron, por precaución, las sujeciones. Curiosamente, un cartel advierte a los visitantes de que una alarma se activará en caso de tormenta, ante la posibilidad de inundación en la garganta.

De Holtzarte, a Kakueta

Una vez superada la prueba y tras haber disfrutado del espectacular entorno, quizás más de uno quiera aprovechar el viaje y acercarse hasta otro de los espectáculos de la naturaleza más fascinantes de Euskal Herria, a veinte kilómetros de Holtzarte: las gargantas de Kakueta.

Se trata de un desfiladero estrecho tallado con paciencia, durante miles de años, por el río Uhaitza entre enormes paredes naturales de incluso cuatrocientos metros de altura por el que se puede transitar, sin problemas –con ayuda de agarraderos– entre puentecitos, cuevas, grutas y cascadas, hasta que sale al paso la garganta de Kakueta, con su cascada, que brota sin cesar desde una altura de veinte metros. Evidentemente, el caudal depende de la estación: en primavera, debido al deshielo, su caudal es mayor.

La longitud del desfiladero supera los cuatro kilómetros, pero únicamente la mitad está actualmente habilitada como ruta turística. Muchos dan por terminada la ruta cuando llegan a la Cueva del lago, una gruta conocida por sus estalactitas y estalagmitas.

Curiosamente, la perspectiva que ofrece Kakueta de la naturaleza es completamente diferente a la panorámica de Holtzarte: mientras desde las gargantas la mirada del caminante se dirige hacia el cielo, la imagen desde el puente se capta desde las alturas hacia el abismo.






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