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sábado, 9 de febrero de 2013

Compartiendo


Este texto ha sido publicado en Rebelión:

Xabier Anza
Esta vez escribo rápido. Urge compartir…
No me gusta el pensamiento conspirativo, entendiendo por tal la referencia a alianzas secretas con propósitos más o menos retorcidos de poner patas arriba un determinado orden establecido. No me gusta y lo combato normalmente, incluso con vehemencia. Siempre defiendo que los procesos sociales y políticos, así como los agentes, actúan normalmente de manera eminentemente coherente y más bien transparente, sin perjuicio de que todo el mundo tenga algunas vergüenzas que esconder. Todos los partidos, sindicatos, movimientos sociales, patronales, iglesias, gobiernos… son, una vez conocidos, antes que nada predecibles.
Lo creo pero debo confesar que lo de Bárcenas no me cuadra y estoy a punto de tragarme mis principios. No me cuadra que Rubalcaba pida la dimisión de Rajoy en vez de pedir elecciones, que sería lo propio. No me cuadra que Prisa, uno de los pilares del régimen impuesto en la postransición española, y su periódico estandarte –El País–, confluya con El Mundo en el desgaste de un Gobierno que está cumpliendo como un campeón todo el credo neoliberal. No me cuadra lo que hace unos días le dice Merkel a Rajoy. Cuando este habla de crecimiento, le dice la canciller que tiene que vender en Latinoamérica. No me cuadra hasta donde ha llegado el tema Urdangarin, y el cerco al que parece ya sometida la infanta…
Cuando tantas cosas no cuadran, urge simplificar, y mirar a la “infraestructura”. Lo cierto es que Rajoy ha hecho los deberes de la Troica. Dos reformas laborales y de la negociación colectiva (a sumar a las de zapatero); reforma de pensiones que viene (sumada también a la ZP); conversión masiva de deuda privada de la banca en deuda pública; recorte subsiguiente de todos los capítulos del gasto público (sanidad, educación, condiciones de trabajo de la función pública); destrucción masiva de empleo público; imposición de límites de déficit a todas las administraciones; concentración inaudita del poder financiero mediante la privatización masiva de las cajas públicas… Las consecuencias se dejan sentir de manera durísima: seis millones de parados; bancos con casas que no pueden vender y personas desahuciadas de pisos que necesitan para vivir; el grueso de los desmpleados no cobra prestaciones… Y los frutos de las políticas de shock en términos de empobrecimiento van a ser crecientes durante los próximos años.
En este contexto, retomo la respuesta de Merkel a Rajoy. Tengo para mi, aunque puedo estar equivocado, que Rajoy ha entendido que ha hecho los deberes y que no necesita ir más lejos. Que la devaluación interna en términos de reducción de la participación de los salarios en la riqueza no sólo se ha realizado, sino que se incrementará en los próximos años como consecuencia de la aplicación gradual de las reformas sin necesidad de hacer otras más. Es por ello, entiendo, que ha urgido a Alemania, a las políticas de crecimiento y de empleo. La respuesta de Merkel diciendo que ahora nos toca vender en Latinoamérica resulta, para mí, inequívoca: no se trata de que haya hecho o no los deberes, sino que las políticas de shock, la concentración de capital en detrimento de las clases populares, deben llevarse hasta donde sea posible, hasta el umbral de rebelión de esas clases.
Es posible que la Troica, junto con los poderes económicos y financieros que sostienen a los partidos, hayan decidido que Rajoy no les resulta ya funcional. O al menos hayan decidido que si no sigue avanzando por el camino de las reformas y recortes emprendido tienen capacidad para deponerlo y poner a otro.
A riesgo de parecer un cínico, yo creo que el problema no es si se cobran o no sobres, por muy grave que esto sea. La democracia no está en riesgo porque unos políticos tengan sobresueldos, aunque esto no sea de recibo. La democracia está en riesgo, porque el objeto de las donaciones de las empresas es que esa clase política haga las reformas y legisle a favor del capital, que es lo que efectivamente hacen.
No sé si en la recámara los conspiradores tienen un relevo interno, es decir, un nuevo liderazgo dentro del propio Partido Popular. No sé si están pensando, por el contrario, en un tecnócrata a lo Monti. La petición de Rubalcaba a Rajoy para que dimita y no pidiendo elecciones, me suena más a su disposición a un eventual pacto de estado PP-PSOE en torno a un tecnócrata.
La encuesta de intención de voto publicada por El País el pasado domingo es aterradora. El PP cae más de 20 puntos de los que no se benefician ni de lejos el resto de fuerzas parlamentarias. La aplicación sostenida de las políticas de ajuste estructural unido ahora al escándalo de las donaciones, castiga gravemente a todos los partidos, generando un enorme vacío de representación política. La historia de otros países, y la propia historia de España muestra claramente que cuando se producen estos vacíos, cualquier cosa puede ocuparlos. Y que ese vacío no puede no ocuparse, lo cual desafiaría a la física.
La historia de España muestra, lamentablemente, que cuando se han producido ese tipo de vacíos, unidos a crisis y a escándalos, la cosa ha terminado en conspiraciones, golpes de estado, dictaduras, falanges y fascismo, caverna en definitiva. En este sentido, la manera en que se hizo la transacción, perdón, transición, no permitió ni de lejos la consolidación de una sociedad civil organizada que fuese ganando en raigambre democrática. Estamos por tanto, entiendo yo, en un momento muy crítico.
La transición no revisó sino que impuso los enormes privilegios de las oligarquías y clases terratenientes crecidas durante la dictadura; la transición no propició un tiempo para la modificación de la estructura productiva y del empleo en el estado; la transición no solucionó los problemas históricos de encaje de las naciones que claman por su reconocimiento; la transición no solucionó el eterno problema español del reparto de la tierra; la transición se blindó a sí misma impidiendo hacer verdad, memoria, justicia y reparación de todos los crímenes cometidos; la transición impuso una monarquía que está también en el punto de mira de no sabemos muy bien quién, pero no precisamente por vocación republicana…
Estamos, repito, así lo creo, en un momento crítico.
Junto al vacío de la representación política, aún peor, los vacíos de protección y de seguridad. La prensa da cuenta de grupos neonazis que reparten alimentos en los barrios pobres de ciudades españolas. Como no puede ser de otra manera, en este tiempo de empobrecimiento masivo saldrán fortalecidos aquellos grupos que se legitimen en la base como capaces de otorgar protección, reconocimiento y seguridad.
Ya no es sólo el paro, también la situación política invita a hacer las maletas. Añadir a ello la posición geopolítica de España, puente de Europa con una Africa donde se barruntan convulsiones de calado. Probablemente Merkel no está pensando pensando en un relevo español de grandes sutilezas democráticas. Como me decía un sindicalista sevillano: “¿vosotros, los vascos, nacionalistas? Nacionalistas somos nosotros, ¿o no ves lo que hacemos con las pateras?”. A saber qué planes tiene esta Europa del capital para una España que no da más.
Desde Euskal Herria, la cosa tiene aún más colores. Ese vacío de representación política del estado no se produce aquí, por el menor desgaste de los partidos nacionalistas y por el éxito electoral de Bildu tras la decisión definitiva de ETA de abandonar la lucha armada. Las últimas elecciones de la CAPV certifican con todo la debacle de PP y PSOE. En Nafarroa, por otro parte, todo el régimen alumbrado al calor del Amejoramiento (la derecha del PP y UPN, el PSN, la CAN, UGT y CCOO, la patronal, el Opus. El Diario de Navarra) se enfrentan, como en España, a un tremendo desgaste, en el que no van a faltar procesos judiciales para muchos de esos agentes.
Por eso llama la atención el discurso del lehendakari. El mismo día en que el País saca a la luz el asunto Bárcenas, Deia da noticia de la agradable reunión de la víspera entre Rajoy y Urkullu. Este no ocultó en campaña que quería unos nuevos Pactos de la Moncloa en el estado, un acuerdo interinstitucional en Euskal Herria para blindar entre todos los partidos las políticas de recortes, y una agenda compartida con Rajoy en lo que se refiere a normalización política. Mucho Mariano espera Iñigo para tanta agenda y pacto. Por lo demás, dice Gatzagaetxeberria, a recortar 1200 millones. Todo claro.
A finales de mes el primer congreso de Sortu. Me interesa si evolucionará hacia una socialdemocracia al uso o si será capaz de una innovación política que combine pragmatismo y radicalismo, acción institucional y de masas. Pero sobre todo me preocupa de ese congreso, y del proceso posterior, si habrá una modificación sustancial de la cultura política arraigada en la clandestinidad. De cómo acabe relacionándose esta fuerza con el movimiento social en su conjunto, y con el movimiento sindical, va a depender mayormente el futuro de nuestro país. Creo sinceramente que el sindical es el ámbito donde más claramente puede irse configurando un enclave hegemónico favorable a la soberanía y la justicia social. Pero ese espacio sólo es activable desde un respeto escrupuloso a la autonomía de las organizaciones, incluidas las de la familia. La lógica de polarización, legítima y lógica en el ámbito partidista electoral, no puede reproducirse miméticamente en el ámbito social y sindical, que debe hacer de la acumulación de fuerzas su prioridad. Aceptar la dialéctica que desde el mundo sindical se lance a la política será finalmente un signo de madurez inequívoco del proceso realizado.
En un escenario tan crítico como el descrito tenemos una gran responsabilidad nacional, en términos de democracia y en términos de clase. No podemos permitir que los vacíos citados (representación política, protección, seguridad) los ocupe el fascismo, los tecnócratas u otros representantes de las cavernas.
A compartir, y a trabajar.





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