Con respecto al edificio en París que albergó la sede del gobierno vasco en el exilio traemos a ustedes este recuento que ha preparado nuestro amigo Iñaki Egaña para Naiz:
La sede vasca en París; el cierre de un ciclo histórico
Adquirida en 1936, recuperada tras la ocupación nazi, perdida de nuevo por la donación de París al franquismo, la historia de la sede del Gobierno Vasco resume los duros avatares de décadas de exilio, traiciones y alianzas estatales. El PNV cierra el círculo casi un siglo después.
Iñaki EgañaEn diciembre de 1979 retornaba a Euskal Herria Jesús María Leizaola, el que había sido desde 1960, a la muerte del lehendakari José Antonio Agirre, presidente del Gobierno Vasco en el exilio. Entonces se cerró un ciclo y comenzó otro; el de la recuperación del patrimonio arrebatado a las formaciones políticas y sindicales por la dictadura de Franco.
Durante años, la pugna política y judicial fue desigual. Algunos grupos recuperaron físicamente la mayoría de sus antiguos locales, otros lo hicieron vía indemnización. Hubo también «hermanos menores», como ANV y CNT, que vieron sus peticiones impugnadas.
La sede central del Gobierno Vasco en el exilio, un palacete ubicado en el número 11 de la Avenida Marceau, una arteria que sale del Arco del Triunfo para concluir en el Sena, fue la joya de la corona. Desde 1951 estaba en poder del Gobierno de Franco, que ubicó en su espacio la Embajada española. Y, a partir de 1991, una vez reformada, fue sede del Instituto Cervantes.
Desde 1980, el PNV pleiteó política y judicialmente para recuperar su propiedad. En todas las circunstancias perdió el envite. Incluso, el abogado Miguel Castells llevó la cuestión al Tribunal de Estrasburgo. Los jueces volvieron a dar la razón al Gobierno español. Hasta hace dos semanas, cuando un acuerdo político devolvió la titularidad al PNV, tras, al parecer, un pacto previo jeltzale con el anterior Gobierno central, entonces liderado por Mariano Rajoy.
Gamboa, Bilbao, De la sota...
El inmueble fue adquirido en 1936 por Marino Gamboa, delegado vasco en Londres, nacido en Filipinas, de nacionalidad norteamericana y residente provisional en Bilbo. Gamboa, empresario y afiliado al PNV, participó en la creación de varias empresas durante la guerra, entre ellas la marítima Howard Tenenes Ltd, destinadas a la compra y contrabando de armas para el Ejército vasco.
En 1939, cuando terminó la guerra civil en el Estado español, Gamboa vendió el antiguo hotel de la Avenue Marceau a una sociedad llamada Finances et Entreprises, compuesta por ocho accionistas, entre los que destacaba el norteamericano David P. Barnett, quien poseía el 83,33% de su capital. El 22 de octubre de ese mismo año, Barnett cedía sus acciones a Jon Bilbao, delegado entonces del PNV en Boise (EEUU). Y la sociedad alquiló el hotel a la Liga Internacional de Amigos de los Vascos, que cedió una parte del mismo al Gobierno Vasco.
Jon Bilbao, que todavía no había cumplido 25 años, era el hombre de confianza del lehendakari Agirre (sería su padrino de boda) y fue nombrado poco más tarde subdelegado del Gobierno Vasco en Nueva York, a la sombra de Manu de la Sota. Su biografía es apasionante por cuanto a su labor política habría que añadir su aporte a la historiografía vasca. Y las paradojas de la época... A pesar de ser uno de los agentes más significados que trabajó para la CIA y el Departamento de Estado norteamericano, fue expulsado del Estado francés y del español por su labor antifranquista, al igual que su esposa, Marta Saralegui.
A partir de 1939, los locales de París fueron la sede del Gobierno Vasco y de la Liga Internacional de Amigos de los Vascos, cuyo secretario era Ernest Prezet, vicepresidente de la Comisión de Exteriores del Senado francés. El lehendakari Agirre residió en sus instalaciones hasta la entrada del Ejército nazi en París, y huyó entonces hacia Bélgica y Suecia, estableciéndose en EEUU con la ayuda nuevamente de Jon Bilbao y retornando a la sede de Marceau en 1946.
Incautación y brutal represión
Con la invasión alemana de París, la Gestapo y los servicios secretos españoles se hicieron cargo de la delegación vasca. En nombre de la embajada española, los funcionarios Pedro Urraca, Francisco Serrano y Pedro Macías se incautaron de la sede. Y este embargo provocó la confiscación de numerosa documentación que dejó la puerta abierta a una brutal represión en Hego Euskal Herria.
La Gestapo y los agentes españoles pusieron los papeles de la delegación en manos de la Policía franquista, que actuó en consecuencia: torturas, cárcel y la ejecución del jeltzale gasteiztarra Luis Álava Sautu. Durante años, la historiografía sobre la época ha pasado de puntillas sobre el tema, porque aquel descuido tuvo responsables y generó un controvertido debate interno en el seno del PNV sobre la responsabilidad de quién o quiénes debían haberlos destruido o, en su caso, trasladar los archivos que cayeron en poder franquista. Aquel informe interno desvelaba que una persona de la delegación era en realidad un traidor (no se refirió a ella como «infiltrado», sino como «traidor», «una traición sórdida y subalterna»).
De aquellos agentes franquistas, el de mayor triste recuerdo fue Urraca, vallisoletano, hijo de guardia civil, crecido en Euskal Herria y trasladado a París por el embajador franquista, el bilbaino José Félix Lequerica.
El 15 de octubre de 1947 Urraca fue condenado a muerte, en rebeldía, por un tribunal galo que lo acusó de espionaje en favor de la Alemania de Hitler. Había detenido antes a Lluís Companys, que sería ejecutado. Arropado por el Gobierno de Franco, Urraca, siguió trabajando para el Gobierno franquista en tareas policiales y de espionaje.
Antes de su jubilación, Madrid lo envió a Bélgica para espiar a los primeros refugiados de ETA, en la década de 1960. Falleció en 1989, tras negar el Estado español su extradición al francés en numerosas ocasiones.
En 1944, la sede de Marceau fue recuperada por un grupo de guerrilleros, cuando los nazis abandonaron París. La noticia se trasladó a Xabier Landaburu, vicelehendakari, que había permanecido en la capital francesa durante toda la ocupación. Landaburu la recuperó para el Gobierno Vasco, pero la Embajada franquista protestó airadamente.
Entre los argumentos, el Estado español utilizaba el soporte de una ley franquista de 1940 y la resolución de la Cámara Primera del Tribunal Civil de la Seine que, en julio de 1943, decidía que todos los bienes de Finances et Entreprises pertenecían al Estado español.
La expulsión de 1951
Fue en el verano de 1951 cuando el Gobierno francés expulsó sorpresivamente al Gobierno Vasco de su sede parisina. El proceso judicial, que parecía claro a favor del Gobierno Vasco, se decantó a favor del Gobierno falangista, cuando el dictador Francisco Franco anunció que cerraría el instituto y el liceo francés en Madrid si no se desalojaba al Ejecutivo vasco de su sede de la Avenida Marceau.
El chantaje surtió efecto. El lehendakari Agirre declaró, a la expulsión: «Salimos de este edificio expulsados por la fuerza pública, en ejecución de una sentencia que califica al Gobierno Vasco de ‘ladrón’, sentencia obtenida durante la ocupación alemana bajo la protección del enemigo».
En el Estado español, los medios se mostraron exultantes con la incautación. “Abc” resumía una visión compartida tanto por franquistas como por republicanos franceses: «La devolución de este inmueble es para nosotros un síntoma evidente: la política de la nación vecina ha cambiado de orientación».
Un joven ministro del Interior llamado François Mitterrand, colaboracionista con los nazis y, 30 años después, presidente de Francia con el Partido Socialista, se encargaría de hacer efectiva la orden de desalojo.
El cierre, incautación y donación al Gobierno franquista de la sede de París provocó una grave crisis de identidad sobre las alianzas vascas, una profunda sensación de soledad e incomprensión política y un problema de financiación para encontrar una nueva.
El Gobierno Vasco haría un llamamiento urgente a todas las colonias vascas para lograr fondos para una nueva sede. El traslado fue realizado al número 50 de la calle Singer (París, XVI), un edificio de tres plantas que en 1965 sería derribado.
Desde entonces y hasta la repatriación del lehendakari en 1979, Jesús Mari Leizaola residiría provisionalmente en un semisótano del mismo edificio.
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