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viernes, 9 de julio de 2021

La Censura Cinematográfica Israelí

Opinan los seguidores de Abraham Leon que el ente sionista que ocupa Palestina no es un estado fascista. Dicen que los palestinos tendrán que esperar a que el movimiento de masas israelí cambié la correlación de poder y se sume gustosamente a la Confederación de Estados Socialistas de Medio Oriente, que es exactamente cuando podrá sentarse a dialogar con el movimiento de masas palestino para reconformar Israel y así, magnánimamente, otorgar iguales derechos a los palestinos. Vaya, que lo que sobra es tiempo... sobre todo en Gaza.

Mientras tanto, de regreso en la realidad, entendamos un poco más las condiciones materiales de lo que se vive actualmente en la Palestina ocupada, condiciones materiales que lo corrompen todo, incluida, claro está, la producción artística.

Lean esto que les traemos desde el portal de Palestina Libre:



La política ha vuelto «enfermos y ciegos» a los israelíes, asegura sobre sus conciudadanos el director Nadav Lapid, en liza por la Palma de Oro en Cannes con el filme La rodilla de Ahed, una colérica denuncia contra la censura del gobierno de Israel.

Lapid, que vive principalmente en París, es una figura ascendente del cine israelí. En 2019, fue recompensado con el Oso de Oro de la Berlinale por Sinónimos, un paseo existencial y autobiográfico por las calles de la capital francesa.

En La rodilla de Ahed, el director, de 46 años, sigue explorando la difícil relación que mantiene con su país, pero esta vez dispara directo contra las autoridades.

La trama discurre en la pequeña aldea de Sapir, en la región desértica de Arava, adonde llega un director carcomido por la ira para proyectar uno de sus filmes de éxito en el extranjero.

Al bajarse del avión, le está esperando una joven enviada del ministerio de Cultura para hacerle firmar un formulario que el director (interpretado por Avshalom Pollak) define «de sumisión»: debe comprometerse a tratar en sus filmes temas no polémicos o bien a la gloria de Israel y su pueblo para recibir financiamiento.

«Lo que es triste en Israel es que no es necesario enviar tanques frente al Israeli Film Fund», fondo de apoyo al cine nacional, explica a la AFP Lapid. «No hay necesidad de detener a un director y meterlo en prisión como en Rusia. Basta con decir +Ya vale de hablar de política, hablemos de familia+».

Para el director, esta censura sobre el cine se instaló con los últimos gobiernos de derecha. Antes el Estado «ejercía una fuerte presión sobre parte de su población, pero a la vez los directores disfrutaban de una total libertad».

Los pimientos de España

Lo peor es «cuando la censura se convierte en parte de tu alma», «te acompaña como una sombra», dice Lapid, que en Cannes presenta también un cortometraje, The Star.

El cineasta tampoco espera que las cosas mejoren con el nuevo gobierno de coalición, liderado por el primer ministro Naftali Bennett (derecha radical).

«La enfermedad sigue ahí, la gente sigue estando completamente ciega. El alma israelí vive con esta victimización sin fin», asegura.

El título de la cinta, La rodilla de Ahed, alude al nuevo trabajo que prepara el protagonista sobre Ahed Tamimi, la adolescente palestina que se hizo famosa por abofetear a un soldado israelí, unas imágenes que dieron la vuelta al mundo gracias a internet.

Más allá de una explosión de cólera y desesperación, el filme de Lapid es también una denuncia contra el cambio climático. En Arava, sus habitantes han llegado «hasta el suicidio» al haber perdido su sustento económico: el cultivo de pimientos, antaño «los mejores del mundo».

Según la película, el aumento de las temperaturas benefició su producción en países como España y a los habitantes de la región desértica no les ha quedado otra que dedicarse a la instalación de paneles solares.

La rodilla de Ahed es una de las 24 películas en liza por la Palma de Oro del Festival de Cannes, que otorgará el próximo 17 de julio el jurado presidido por el director estadounidense Spike Lee.

 

 

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