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jueves, 28 de enero de 2016

Entrevista a Nicoas Ferran

Las voces de los presos políticos vascos han llegado a París, más específicamente, a La Sorbonne.

En Gara, se ha publicado esta esclarecedora entrevista:


Nicolas Ferran, Jurista del Observatorio Internacional de Prisiones (OIP) | Entró en 1996 en la asociación Cimade tras declararse objetor de conciencia. Doctor en Derecho, un año después creó el movimiento «Amoreux au ban public» y desde 2011 es responsable jurídico del OIP. Hoy interviene en la sesión de la Sorbona.

Idoia Eraso

Hoy se celebra en la Universidad de la Sorbona de París un seminario que tendrá como tema “Los prisioneros y el proceso de paz”. Organizado por Bake Bidea, tomarán parte Kieran McEvoy, profesor de Derecho de la Universidad de Belfast, la abogada Xantiana Cachenaut y Joana Haramboure, hija del preso Xistor Haramboure. Como representantes del OIP intervendrá el expreso y expresidente de la asociación Gabi Mouesca, junto con el jurista Nicolas Ferran, con el que ha hablado GARA.

¿Sobre que versará su presentación en este seminario de la Sorbona?

Gabriel Mouesca se puso en contacto conmigo para que participase en este acto, y me pidió que hiciese una intervención sobre el derecho al acercamiento familiar de los presos y, evidentemente, contextualizarlo en la campaña que ha sido lanzada a favor de los presos vascos para tratar de conseguir ese acercamiento. Voy a aportar una visión de la situación jurídica en el plano legal en Francia, y también sobre las posibilidades que se abrirían en la jurisprudencia europea.

¿Qué se puede destacar de ello?

Incidiré sobre todo en la situación francesa. A los detenidos no se trata tan solo de encerrarles, sino que hay también una elección de dónde se les va a encerrar. La administración penitenciaria francesa, y supongo que en España será parecido, ha sido siempre hostil a que los presos puedan tener derecho a decidir sobre dónde van a estar detenidos.

A este gran rechazo se le suman todas las dificultades ligadas a incorporar dichos derechos a la ley. Por el momento no se reconoce ese derecho, aunque algunos parlamentarios han tratado de impulsar la creación de normas en este sentido. Y no se trata de un olvido, se trata de una hostilidad profunda de la institución. En paralelo, hay un control de los jueces enormemente limitado, que se puede explicar también políticamente por la reticencia generalizada de los jueces, durante mucho tiempo, a controlar la administración penitenciaria.

Esta es la descripción para el conjunto de los detenidos y, evidentemente, a dichos obstáculos y obligaciones de orden jurídico se suman para los vascos los obstáculos de orden político por las personas que deciden, y que no quieren ver a los presos reunirse en los centros cercanos al País Vasco. Detrás de eso también está toda la hostilidad política que puede haber contra el movimiento que se ha iniciado entre los vascos. Evidentemente este entorno es muy complicado, y a ese se suman los otros obstáculos jurídicos reales.

Se están desarrollando algunas cosas en el marco de la jurisprudencia europea. El OIP trabaja junto con los abogados de los detenidos vascos sobre la argumentación jurídica, que ha sido empleada en varias jurisdicciones francesas. El OIP impulsa también otra intervención en el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, con el caso de un detenido francés que está en la Francia Metropolitana, pero es originario de La Reunión, es decir, a varios miles de kilómetros. Después de haber agotado todos los recursos para su traslado en Francia, hoy en día este caso está ya en Europa. Esperamos que haya una decisión positiva y que sirva para todos los presos que están alejados, incluyendo los vascos.

Aunque la ley francesa no prevé con carácter general que los presos estén cerca de casa, ¿el alejamiento resulta tan acentuado entre los prisioneros comunes como entre los presos políticos vascos?

Tenemos otras categorías de presos que se quejan de este alejamiento, especialmente los corsos. Muchos sufren el alejamiento de sus familias, pero la dificultad con los presos comunes es que resulta muy difícil tener una visión global, poder dar unas estadísticas.

En lo que corresponde los presos vascos en Francia, tengo las cifras facilitadas hace unas semanas que establecen que de 91 presos políticos vascos, 59 están encerrados en 14 prisiones que se encuentran a entre 800 y 1.050 kilómetros del País Vasco. La gran mayoría están separados en esas 14 prisiones. Otros 22 están en cárceles de entre 750 y 500 km y hay once presos entre 450 y 230 km. Lo que deja solo nueve detenidos que están a menos de 230 km.

Al mirar estas cifras es difícil pensar que se trate de un reparto aleatorio...

Es incuestionable que hay una reticencia de la administración a ver reunidos los prisioneros vascos. La administración expresa que hay un cierto número de problemas, como el hecho de que no haya prisiones para mujeres en el País Vasco, o lo relativo a los tipos de centros diferentes... Pero si existe este tipo de problemas, puede ser superado. Evidentemente, detrás de dichos problemas hay una política reticente, incluso hostil, respecto al acercamiento de los presos vascos.

En lo que respecta a los prisioneros corsos, ¿el porcentaje es también tan alto?

Ha habido reivindicaciones de presos corsos, pero no tenemos ninguna estadística, porque no hay un colectivo que haga un seguimiento desde fuera de manera oficial, como lo hacen los vascos.

Estos últimos meses se aprecia una especial dificultad para otorgar la libertad condicional a presos vascos en el Estado francés...

En el OIP tenemos menos perspectiva sobre las peticiones de libertad provisional o de regulación de penas, porque necesitan la presencia de un abogado. Pero por supuesto hemos escuchado las resistencias sobre este tema. A nosotros nos demandan más para tratar el tema del acercamiento familiar o por temas como los cacheos con desnudos integrales, el aislamiento, el tema disciplinario... Hemos estado en contacto con varios presos vascos sobre los que ejercían lo que llamamos despertares nocturnos, controles durante la noche, todas las noches o varias veces a la semana. Las luces de la celda permanecen encendidas y se abre la portezuela por la noche con un gran estruendo. Imagine que le ocurre eso todas las noches durante años; se vuelven locos, no pueden soportar esas medidas de seguridad. Los presos vascos también nos consultan sobre eso y tratamos de ayudarles en lo posible.

¿Los presos comunes también acuden al OIP para tratar ese tipo de controles?

Sí, pero el número de presos a los que concierne es muy reducido. La mayor parte de las veces son los que tienen el estatuto de DPS (Detenidos Particularmente Vigilados), que son considerados por la administración como peligrosos o con intención de escaparse. Que yo sepa, no es el caso de los presos vascos. No son conocidos en detención por ser violentos, tienen una forma de resistencia pacífica. En cambio, muchos presos vascos están inscritos en el estatuto de DPS, lo que activa casi de manera automática los despertares nocturnos. Ha habido también presos vascos que sufrían los despertares nocturnos, aunque no tuviesen el estatuto de DPS.

La solución al alejamiento de los presos vascos, ¿cree usted que se tratará de algo generalizado o más específico?

Creo que si avanza será apoyándose en diferentes dinámicas. Por supuesto, las que corresponden al acercamiento en general. Pero sobre la cuestión vasca, creo que más allá de las decisiones jurídicas pesarán las movilizaciones políticas que se han emprendido sobre el proceso de paz, de manera que este marco también pueda negociarse.

La administración adelanta siempre que los centros tienen una capacidad reducida y que están desbordados; un argumento que en mi opinión es falaz, ya que los prisioneros vascos son menos de un centenar. Organizando las cosas, habría posibilidad de acercarlos al País Vasco.

En el Estado francés, decantado hacia una política securócrata, está en vigor el estado de excepción. ¿Cree que puede tener un efecto negativo en el tema de los presos vascos?

No es un secreto que estamos en un contexto de ultraseguridad muy pesado, que tiene el riesgo de reforzarse y que se convierta en una espiral en la que no vemos muy bien el final. Es evidente que este contexto no es propicio para los derechos de los detenidos de manera general y, sobre todo, para los que están considerados como personas que hayan tenido algún lazo con una actividad terrorista.

Creo que hay una dinámica política importante en el País Vasco, en paralelo al proceso de paz, y tengo la impresión de que es bastante sólida para proteger la cuestión vasca de esta contaminación de la seguridad. Es tan solo una esperanza, pero creo que el movimiento está lo bastante comprometido y es lo bastante legítimo.

Creo que al final hay un interés de todo el mundo en que el proceso de paz tenga éxito. Evidentemente hay oposiciones políticas, pero creo que de manera general, para la opinión pública y, sobre todo, en el País Vasco hay gran interés en apoyar el proceso de paz. Pero no soy ingenuo sobre las dificultades que trae el contexto securócrata, y menos teniendo en cuenta el marco histórico del trato a los presos vascos, hostil y muy basado en la seguridad.

«Todo lo que se está organizando, como esto de la Sorbona, hace que se avance»

Según las últimas informaciones, parece que Christiane Taubira dejará el Ministerio de Justicia en una próxima reestructuración del Gobierno. Si así ocurre, ¿dónde quedarán las promesas que realizó sobre el acercamiento de los presos?

De todas formas, las promesas y los compromisos, sean cuales sean, hasta que no hayan pasado al grado de acciones no constituyen ninguna garantía. Si remplazan a Taubira, evidentemente un gran número de cosas empezarán desde cero con la nueva administración y con el nuevo ministro. Por eso tengo la conciencia, y también la esperanza, de que más allá de los compromisos de la señora Taubira haya un movimiento político de fondo, que sirva de apoyo para solucionar lo que ocurre en el País Vasco, en el proceso de paz, y sobre el gran movimiento de apoyo a los presos y a su entorno. Tiendo a pensar que el enraizamiento y la fuerza de dicho apoyo no forzará por sí mismo al posible nuevo ministro de Justicia a seguir las promesas de Taubira, pero será un elemento que tendrá su peso. Ahora, si es posible hay que pasar rápido a los actos, es decir, más allá de las promesas las cosas tienen que ponerse en marcha. El Estado tiene que iniciar concretamente la política de acercamiento, para que se experimente, se vea que no acarrea problemas, que es totalmente gestionable por la administración penitenciaria, de modo que una vez que lo hayan hecho resulte más difícil una marcha atrás.

No tengo respuestas, solamente la esperanza que expreso. Pero incluso si Taubira sigue siendo ministra de Justicia, sus promesas por ahora no son más que eso, promesas.

Habla del enraizamiento y de la fuerza que está tomando el tema del proceso de paz y de los presos vascos. Ese es precisamente el objetivo del seminario de la Sorbona. ¿Cree que el eco que tiene esto en París está aumentando?

Nosotros, como estamos en contacto con los detenidos vascos y como trabajamos con los abogados sobre el acercamiento familiar, nos reunimos regularmente con Gabriel Mouesca y los demás. En el OIP el tema nos concierne, nos parece que se trata de asuntos visibles, pero no sé hasta qué punto avanzan sobre un plano político. La sensación que tengo es que la sociedad francesa resulta poco consciente, o poco receptiva, a estas dificultades que existen. En cualquier caso, en mi opinión, todo lo que se está llevando a cabo, como este seminario de la Sorbona, es decir todos estos actos que están organizados para sensibilizar el medio universitario, político, los investigadores, los medios… hace que se avance.

La cumbre está todavía lejos. Aunque no tengo elementos para una visión precisa de lo que está pasando en los medios políticos o en los medios, tengo la sensación que está dando sus frutos, y de que es totalmente necesario.






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