Bueno, ya lo decíamos ayer, todo este asunto del juez clown Garzón trae de cabeza a propios y extraños. Para muestra, lo descrito en este texto de Maite Soroa publicado en Gara:
Maite SoroaOtra vez con Garzón a vueltas
No les digo nada nuevo si aseguro que me importa muy poquito lo que le puedan hacer a Garzón sus compañeros de toga y puñetas, pero resulta curioso ver cómo se retrata la prensa hispana ante su procesamiento y el acto de solidaridad convocado en la Complutense de Madrid.
El editorialista de «La Razón» estaba que fumaba en pipa: «Lo sucedido ayer en la Complutense, con su rector a la cabeza, es un linchamiento en toda regla, incompatible con la democracia, un episodio bochornoso de quienes tratan de impedir el recto funcionamiento del Estado de Derecho. Que el PSOE lo apoye y el Gobierno lo aliente es de enorme gravedad».
Y ¿qué pasó en la Complutense? Lo denunciaba así el editorialista de «El Mundo»: «Pintaron una España irreconocible, con un enemigo inexistente -el franquismo- que a su entender no ha dejado de mover los hilos en nuestro país desde la muerte del dictador. Cándido Méndez aseguró que Garzón es 'víctima de los franquistas' e identificó a los 'demócratas' con los partidarios del juez. Fernández Toxo abonó la idea de que no ha existido una verdadera ruptura con el pasado y pidió 'una gran iniciativa ciudadana' que desemboque en una transición ética». Pues no estaría mal, la verdad.
También el editorialista de «El Diario Vasco» y «El Correo Español» protestaba: «La actuación del Tribunal Supremo podrá ser objeto de crítica, incluso de una querella también por prevaricación contra los magistrados Varela y Saavedra, como la presentada por dos asociaciones de víctimas del franquismo. Pero en ningún caso debe conducir a un juicio de intenciones que acabe desacreditando al Poder Judicial». Y es que a algunos no les interesa que se remueva el pasado.
La otra cara de la moneda la dibujaba «El País», que se refería a la iniciativa del Tribunal Supremo para explicar a la prensa internacional cómo está lo de Garzón: «que la Sala Segunda del Supremo tenga que recurrir a fórmulas tan esotéricas y extrañas a la jurisdicción como una reunión informativa sólo se explica, además, si sus autos y decisiones sobre el juez Garzón son poco claros y plantean problemas de compresión a todos, a extranjeros y a españoles». Lo dicho: a mí, plín.
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