Un blog desde la diáspora y para la diáspora

sábado, 30 de agosto de 2025

Aoiz | Perdón si Molestamos, Pero es que es un Genocidio

Desde Naiz traemos a ustedes este texto en el que Floren Aoiz expone la gran hipocresía que representa que un equipo ciclista israelí compita sin problema alguno en la edición 2025 de la Vuelta a España:


Perdón si molestamos, pero es que es un genocidio 

Floren Aoiz

Uno ve con una mezcla de indignación y estupor las críticas a las acciones de protesta que han intentado en varias ocasiones detener la Vuelta Ciclista a España por la presencia de un equipo de Israel. Una cosa es rechazar el genocidio −dicen algunos− y otra detener un evento de estas características poniendo en peligro la integridad de los corredores, bla, bla, bla... Por suerte, la respuesta al nazismo y el fascismo no estuvo en manos de gente como esta. O quizá sí fue así durante algún tiempo, y por eso algunas potencias «democráticas» solo reaccionaron cuando el monstruo se había hecho gigantesco. No es habitual que alguien se pregunte cuánto horror se podía haber evitado de haber enfrentado a la bestia mucho antes: es mucho más rentable apuntarse el tanto de la victoria, evitando profundizaciones que puedan resultar comprometedoras. Parece que no se ha aprendido gran cosa desde entonces.

Si, siguiendo la reflexión de Brecht, el delito de robar un banco palidece ante el de fundarlo, ¿qué tipo de ser humano es capaz de indignarse más ante una acción de protesta que ante el genocidio que esta denuncia? ¿Dónde está el límite de la acción legítima ante un genocidio? Ese rigor en las exigencias a cualquier forma de movilización contrasta con la normalización de la violencia policial, expresada en frases habituales como «la policía se vio obligada a intervenir». Así, en este caso, se pone el acento en las personas que cortan la carretera, pero no en las motos que embisten contra ellas.

Pues sí, ocurre a menudo que las protestas sociales molestan. Siempre incordian a los privilegiados, claro, que es contra quienes se protesta, pero a veces también hay inconvenientes para otras personas o grupos. Es cierto, pero es que a veces, como ahora, la gente honesta se ve obligada a intervenir y, si hay en la historia humana algo que podamos llamar progreso, se debe fundamentalmente a eso.

 

 

 

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Egaña | El Marco Moral Europeo

Desde su perfil de Facebook nuestro amigo Iñaki Egaña hace cera y pabilo de sus paisanos europeos con este texto en el que no se salva nadie.

Adelante con la lectura:


El marco moral europeo

Hace ahora doce años, Europa, o al menos una parte de ella, hizo un par de reverencias de vasallo en las que llegó a tocar el suelo con su testuz. Sin inmutarse. Su señor, como desde el fin de la Segunda Guerra mundial, era Washington. Y en ambas ocasiones, a pesar de las circunstancias supuestamente adversas para sus intereses, la Unión Europea agachó la cerviz. En aquel verano de 2013, diversas filtraciones confirmaron que EEUU espiaba a gobiernos e instituciones europeas a través de un sistema llamado Prism. Barack Obama y Angela Merkel se reunieron para aplacar enfados y ofrecer unas explicaciones inexplicables. Condena del Parlamento europeo del espionaje y pelillos a la mar.

Coincidió que en Moscú se celebraba simultáneamente una cumbre de estados exportadores de gas. En esas fechas, Edward Snowden se encontraba aparcado en el aeropuerto de la capital de la Federación rusa, a la espera de la decisión del Gobierno de Putin sobre su decisión de asilo. Él fue, probablemente, quien filtró que EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda espiaban a ciudadanos de todo el mundo, incluidos gobiernos, que robaban roban datos a escala planetaria y los utilizaban para sus propios fines. Washington había puesto precio a su cabeza, al igual que a la de Julian Assange que entonces se encontraba ya en la embajada de Ecuador en Londres.

Sucedió que a Evo Morales, presidente entonces del Estado Plurinacional de Bolivia y presente en la cumbre, se le ocurrió decir que en caso de que Snowden solicitara asilo en su país, se lo pensaría. Suficiente para que los analistas de la CIA o de la NSA, desconozco si los mismos que “descubrieron” armas de destrucción masiva en Irak, supusieran que en el viaje de vuelta a La Paz, Morales se llevaría en su avión a Snowden. Partió el aparato de Moscú y de inmediato el avión presidencial boliviano recibió la negativa de Italia, España, Francia y Portugal para que sobrevolara su espacio aéreo. Sin confirmar, algunas noticias de entonces sugirieron que Madrid intentó que el avión aterrizara en Canarias para que fuese el CNI o la Guardia Civil quienes descubrieran a Snowden acurrucado bajo el asiento de Evo. Mariano Rajoy, Pedro Morenes y Jorge Fernández Díaz eran la cúpula gubernamental, así que todo era posible. El avión de Morales aterrizó finalmente en Viena y el presidente estuvo retenido 13 horas hasta que los agentes no encontraron pista del supuesto fugado. Snowden seguía en Moscú, consiguió un permiso temporal de residencia, hasta que en 2022 se nacionalizó ruso.

Estos dos actos coincidentes de servilismo se han repetido en décadas, hasta la última entrevista de Úrsula von der Leyen con Donald Trump, estableciendo un “acuerdo económico” despreciable desde cualquier ángulo que hipotecará el futuro de los europeos de la Unión en los próximos años. Mark Rutte, ex primer ministro de Países Bajos y hoy secretario general de la OTAN, llamando “papá” a Trump escenifica en una expresión la infamia sistémica. Y, en esta deriva, pocos se salvan de la quema. Para la mayoría, incluida esa izquierda moderna y posmoderna, la Unión Europea iba a ser la panacea y la tabla de salvación para la economía mediterránea atrasada con respecto al motor alemán. Cuando el Parlamento español ratificó la firma del Tratado de Maastricht (Unión Económica, Política Exterior y Seguridad Común), únicamente tres parlamentarios del conjunto del hemiciclo votaron en contra del acuerdo de las elites. Los tres diputados que entonces tenía Herri Batasuna en Madrid. Las críticas abertzales se refirieron a una construcción económica gestionada por las elites capitalistas, marginando a los intereses de la clase trabajadora. El tiempo les dio la razón.

Hoy, sin embargo, manteniendo la reprobación a la sumisión y a la construcción económica y seguritaria de la Unión Europea, el hecho referencial se centra en una calificación que alcanza a las anteriores, Europa como cuna de las derechos humanos. Una ilusión forjada a través de la memoria de salón, a pesar de hayan existido decenas de experiencias abortadas comenzando por la Comuna de París. Una ficción que ha generado en las elites políticas y académicas una especie de superioridad moral que no se corresponde en los tiempos que vivimos con la realidad. Apoyando el genocidio en Palestina y alargando la guerra en Ucrania por intereses inexplicables. La Unión Europea y el Reino Unido están repitiendo su propia historia: exterminar durante siglos a los pueblos del planeta susceptibles de extraer sus recursos.

Este marco moral, asentado en una supuesta defensa de los derechos humanos, no tiene ni pies ni cabeza, porque la validez de los mismos ha estado y está sujeta a los valores económicos. Los 300.000 millones de dólares de los activos soberanos rusos congelados por la Unión Europea (principalmente en Bélgica y Francia), motivo de negociación en Alaska entre Putin y Trump, concitarán un nuevo crack, si como exige Washington, el embargo se levante con la condición de que parte de los mismos sea invertido en EEUU. ¿Qué pasará con París y Londres cuando se descubra que echaron mano de los activos congelados y no puedan devolverlos en su integridad? ¿Alargarán la guerra en Ucrania hasta el colapso? ¿O inventarán otro conflicto bélico en los Balcanes con una nueva fábula como la de las armas de destrucción masiva? ¿Dónde saquear? Pocos derechos humanos en la agenda.

La hipocresía con respecto a Palestina no tiene nombre. La citada Von der Layen, tal y como Berlín, París o Londres, derraman lágrimas de cocodrilo y muestran su supuesto malestar por la muerte por hambruna de centenares de niños. Mientras, un 5% del PIB para armamento y un soporte monumental a la estrategia genocida de Tel Aviv. El escenario está servido: polarizar para inflamar. No son buenos los presagios y aunque la historia no se repite ni siquiera como farsa, el futuro cercano incendia ya el presente. Y lo peor, que no sé si somos conscientes de ello.

 

 

 

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lunes, 25 de agosto de 2025

A 31 Años del Filtro

Desde las páginas de Naiz traemos a ustedes esta nota dedicada al 31 aniversario de la Masacre del Filtro, misma en la que el régimen uruguayo de entonces reprimió violentamente las muestras de solidaridad internacionalista de su pueblo para con el pueblo vasco.

Lean ustedes:


31 años después, la denuncia por la masacre del Filtro y la solidaridad siguen vivas

Tal y como sucede todos los años desde hace 31, Montevideo ha recordado la masacre del Filtro, en la que Fernando Morroni y Roberto Facal perdieron la vida por disparos policiales cuando se manifestaban a favor del derecho de asilo y contra la entrega a Madrid de refugiados vascos.

Martxelo Diaz

Cada 25 de agosto, Uruguay celebra el aniversario de su independencia. En el de 1994, el de hace 31 años, la celebración se tornó en tragedia un día antes. Fernando Morroni y Roberto Facal murieron por disparos de la Policía uruguaya frente al hospital Filtro de Montevideo cuando participaban en las movilizaciones para impedir la entrega al Estado español de los refugiados vascos Manuel Goitia, Mikel Ibáñez y Luis Mari Lizarralde. Estas movilizaciones ponían el acento no solo en la solidaridad internacionalista con Euskal Herria, sino también en el respeto a la soberanía uruguaya frente a las injerencias del Gobierno español liderado entonces por Felipe González.

Desde entonces, cada año, en Montevideo se recuerda la muerte de Morroni y Facal y se reclama justicia para los muertos en el Filtro en una movilización que suele ser multitudinaria. La Marcha del Filtro se ha convertido en un espacio de resistencia en el que han convergido trabajadores en defensa de sus derechos laborales, estudiantes, mujeres organizadas contra la violencia patriarcal o defensores de servicios públicos básicos como el agua o la seguridad social frente a los intentos privatizadores.

«Ningún crimen de estado prescribe»

Norma Morroni, madre de Fernando, se ha erigido estos años en la voz de la denuncia de la represión contra la solidaridad internacionalista. «Ningún crimen de estado prescribe», sigue siendo su mensaje 31 años después, según recoge ‘Resumen Latinoamericano’. Este es el mensaje que ha encabezado la marcha.

La presencia vasca en la marcha ha sido una constante, como ha sucedido todos estos años. Así, brigadistas de Askapena han estado en la marcha y han difundido en redes sociales las palabras que les ha comunicado Norma Morroni: «Que no pare la lucha hasta que todos los presos y las presas estén en la calle. Los crímenes de Estado no prescriben, ¡solidaridad y resistencia!»

LAB también ha recordado a Morroni y a Facal y su compromiso con los refugiados vascos, destacando que el sindicato PIT-CNT ha convocado una huelga general y que «el pueblo vasco jamás olvidará la solidaridad de Uruguay».

Desde EH Bildu, Gorka Elejabarrieta, responsable de Realaciones, ha destacado que «Uruguay Euskal Herria son pueblos hermanos» y Arnaldo Otegi, coordinador general de la coalición, ha mandado un «saludo de agradecimiento al pueblo uruguayo por su inmensa solidaridad con el pueblo vasco».




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domingo, 24 de agosto de 2025

Martínez | Ni Stauffenberg ni Hitler

Seguimos esperando al Pantheon de París, seguimos esperando el patio del Bendlerblock.

Desde Naiz Jonathan Martínez le ha enmendado la plana a Alberto Alonso, el niniísta titular de Gogora, la cosmopaleta institución de la CAV con la que los jeltzales y sus compinches sociatas buscan preservar viva la impronta del genocida Francisco Franco:


Ni Stauffenberg ni Hitler

Jonathan Martínez

Era 1944 en un Berlín en blanco y negro. De madrugada, en el patio del Bendlerblock, un pelotón de fusilamiento abrió fuego contra los traidores que habían intentado matar al Führer. El líder de la conspiración se llamaba Claus von Stauffenberg. Su delito era haber depositado una maleta explosiva en la sala de conferencias donde debía celebrarse un encuentro entre oficiales. Murieron cuatro hombres. Adolf Hitler salió ileso. La guerra pasó y los traidores de aquel tiempo son los héroes de ahora. «Hay momentos en que la desobediencia es obligatoria», diría Angela Merkel tres cuartos de siglo más tarde.

El acto de desagravio, animado por los reclutas del Ejército alemán, se celebró en el mismo patio de los fusilamientos. Hubo desfiles con banderas, armas largas y músicas marciales. Durante la ofrenda floral, la canciller alemana reivindicó el «derecho a la resistencia» y llamó a proteger el recuerdo de los conjurados. «Al seguir su conciencia, demostraron ser verdaderos patriotas». Claus von Stauffenberg cuenta con un lugar preferente en el Memorial de la Resistencia Alemana. Al contrario, el búnker donde murió Hitler fue reducido a escombros y convertido en aparcamiento para que nadie tuviera la tentación de convertirlo en un vulgar Valle de los Caídos.

Aquel mismo año, el año en que Alemania rendía honores a Stauffenberg, Covite llevó a Sortu ante la Audiencia Nacional como responsable de un tributo público a José Miguel Beñaran, Argala. La acusación contemplaba un delito no probado de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas. La víctima humillada, en este caso, sería Luis Carrero Blanco. El asunto se complica si consideramos que Argala murió en un atentado ejecutado por los hombres del almirante. Pese a las evidencias, el Estado español concede a Carrero Blanco la condición de víctima, pero se la deniega a Argala. La asimetría es elocuente.

El atentado contra Carrero Blanco fue el único magnicidio exitoso contra un jefe de Gobierno activo del eje Madrid-Berlín-Roma. Hoy Italia celebra a los partisanos que enfrentaron el fascismo igual que Alemania celebra la resistencia armada contra los nazis. Aunque el PP comparte filiación con la CDU de Merkel, nadie imaginaría a Núñez Feijóo en una ofrenda floral a Argala. En primer lugar, porque los tribunales españoles proscriben la memoria de Argala. En segundo lugar, porque el PP ha preferido rendir sus respetos a Carrero Blanco frente al monumento que lleva su nombre en Santoña.

Al calor de la ofensiva contra Txiki y Otaegi, Gaizka Fernández Soldevilla trata de zanjar la polémica imponiendo un juego de suma cero entre opresores y oprimidos: tanto Carrero Blanco como Argala son «victimarios-víctimas» y no merecen ninguna loa. El semiólogo Roland Barthes detectaría aquí un viejo truco argumental de la derecha: el ninismo. Se trata de plantear dos contrarios con el fin de equipararlos y rechazarlos al unísono. Ni Argala ni Carrero Blanco, ni partisanos ni Mussolini, ni Stauffenberg ni Hitler, ni Malcolm X ni el Ku Klux Klan. Cuando es incómodo elegir, dice Barthes, se huye de la realidad para quitar la razón a las dos partes.

Resulta que Txiki y Otaegi responderían a la figura de «victimarios-víctimas», aunque solo sea posible tildarlos de terroristas bajo los términos legales de la dictadura. Los tribunales militares del tardofranquismo tienen su precedente inmediato en las leyes de bandidaje que utilizó Franco contra los maquis. La referencia no es ociosa. En 2011, el Gobierno español extendió el alcance de la ley de víctimas hasta 1960 para dar cobertura al bulo que atribuía a ETA la muerte de Begoña Urroz. No calcularon que en enero de aquel mismo año había muerto un guardia civil durante una emboscada contra una guerrilla republicana. Y la familia del benemérito pidió reconocimiento e indemnización.

La memoria oficial ampara ya al teniente Francisco de Fuentes como primera víctima del terrorismo. Los maquis Francisco Conesa, Antoni Miracle, Rogelio Madrigal y Martín Ruiz murieron a tiros en aquella celada, pero la Ley 29/2011 no los distingue como víctimas. Al contrario, señala como victimarios a una estirpe de soldados que lucharon en las trincheras del 36 y cuyos cadáveres aún se reparten por las cunetas. No sabemos si Alberto Alonso, director de Gogora, entiende que los combatientes del Eusko Gudarostea merecen nuestra reprobación por haber utilizado, como Txiki y Otaegi, «las mismas herramientas que utilizó la dictadura, que eran la violencia, el terror y el miedo».

¿Hay algún militante antifranquista que sea acreedor de nuestra simpatía? Consuelo Ordóñez ha encontrado la víctima perfecta, Enrique Ruano, que contribuyó al advenimiento de la democracia «sin utilizar la violencia». No se me ocurre una elección más desatinada. Ruano cayó por la ventana cuando se encontraba bajo custodia policial en un piso de Madrid donde se había escondido su amigo Ángel Artola, ex militante de ETA torturado por Melitón Manzanas. Si Covite da por buena la legalidad de Franco para tachar de terroristas a Txiki y Otaegi, debe aceptar también el sumario que incrimina a Ruano por su estrecho vínculo con un «miembro de ETA en activo».

¿Incluirá Covite los elogios de Consuelo Ordóñez hacia Ruano en sus informes sobre actos de apoyo a ETA? Sería una extravagancia. De hecho, Covite dedicó una losa en Gasteiz al torturador del amigo de Ruano. Tampoco denunciará los homenajes a Mario Onaindia, exdirigente de ETA-pm y del PSE-EE que defendía así su activismo armado: «Para nosotros la violencia tenía justificación porque el franquismo era un régimen político que se basaba en una victoria militar». Hubo un tiempo en que Txiki y Otaegi eran para el PSOE «jóvenes que quieren un futuro libre, democrático y justo». Nada de equilibrios imposibles para legitimar un régimen que se negaba a morir entonces y que se empeña en vivir ahora.

 

 

 

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sábado, 23 de agosto de 2025

A 89 Años de Valcaldera

El sociata Alberto Alonso se ha convertido, tal vez incluso sin quererlo, en el portavoz ya no de Gogora, sino del españolismo franquista más rancio, ese que busca "sanitizar" tanto al dictador genocida Francisco Franco como a su reinado de terror.

Pues bien, para recordar a todos lo que significa en realidad el franquismo, traemos a ustedes esta reseña publicada por Naiz acerca de uno de los crímenes más brutales de los cometidos en suelo vasco:


Valcaldera, 89 años después: memoria de un crimen bendecido por la cruz y el poder golpista

El 23 de agosto de hace 89 años, mientras una procesión franquista recorría Iruñea, 53 presos republicanos eran llevados en autobuses hacia Valcaldera. Allí fueron fusilados. Solo Honorino Arteta logró escapar, convirtiéndose en el único testigo de la matanza.

Ibai Azparren

Aquella calurosa tarde del 23 de agosto de hace 89 años, los presos republicanos de la cárcel de Iruñea hablaban de cosas triviales a la sombra del tejadillo de zinc del patio. La rutina carcelaria se quebró con la llegada de un funcionario de prisiones que leyó, después de ordenar silencio, una lista de nombres para que salieran al exterior. Eran 53 los reclusos que abandonaron la prisión en dos autobuses pensando que salían en libertad. Pero nunca regresaron: fueron fusilados en el corral de Valcaldera, en Cadreita, en una de las matanzas más atroces cometidas por requetés y falangistas tras el golpe del 36.

De aquellos 53 prisioneros solo uno logró burlar la muerte: Honorino Arteta, un joven músico de 24 años, militante de izquierdas. Huyó malherido y se escondió en la copa de un árbol hasta perderse en la inmensidad de las Bardenas. Días después consiguió cruzar la frontera y ponerse a salvo en el Estado francés. Volvería más tarde a Barcelona, convertido en el único testigo directo de aquella matanza.

No obstante, investigaciones recientes de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra en 1936 apuntan a que otro de los reclusos que sacaron de la Cárcel Provincial de Iruñea aquel día, el ciudadano alemán Walter Dierchs, fue conducido al Manicomio Provincial de Navarra.

Con todo, el relato de Honorino Arteta, unido a las memorias de Galo Vierge, obrero anarquista de la CNT que permanecía preso en Iruñea y que dejó escrito ‘Los culpables’, permite hoy reconstruir con precisión casi quirúrgica lo que ocurrió aquella tarde en Valcaldera, cuya matanza ha sido recordada este viernes, 23 de agosto, con los actos habituales en la antigua cárcel de Iruñea y, más tarde, en Cadreita.

Santa María la Real y un engaño mortal

La fecha no fue casual. A la misma hora que los presos eran conducidos a la fosa, en Iruñea se celebraba una multitudinaria procesión en honor a Santa María la Real entre «cánticos a la Virgen, el amor y la caridad hacia el prójimo», recuerda Vierge en sus memorias. Una acto donde desfilaron las autoridades civiles y militares que fue organizado por Eladio Esparza, subdirector de Diario de Navarra.

El historiador Fernando Mikelarena, en conversación con NAIZ, considera clave este paralelismo: «Los golpistas cultivaron la emocionalidad a través de ritos religiosos. La misa del 25 de julio y la procesión del 23 de agosto fueron actos de cohesión litúrgica que buscaban involucrar a todos los militares y aliados civiles en el golpe de estado». De hecho, en aquella jornada el obispo Marcelino Olaechea fue el primer religioso en referirse públicamente a la guerra como una «cruzada», que desembocaría en la eliminación física de más de 3.000 habitantes navarros por sus ideas políticas.

No fue muy distinto el destino de aquellos hombres maniatados en los autobuses que, según relató Vierge, se aferraban «como a un clavo ardiendo» a la idea de que resultaba impensable cometer semejante matanza mientras la imagen de Santa María la Real recorría en procesión las calles de Iruñea. Una esperanza contrastaba con el mensaje publicado en la prensa por Joaquín Baleztena, jefe regional del Carlismo en Navarra, que pidió en una carta en los periódicos que la violencia se ejerciera únicamente en el campo de batalla.

«¿Seremos canjeados por presos franquistas?», se preguntaban los presos mientras avanzaban maniatados en los vehículos que los conducían, setenta kilómetros desde Iruñea, entre trigales, hacia una muerte segura. Al detenerse cerca de la corraliza de Valcaldera, aún se aferraban a las palabras de Baleztena y a la Ley Divina invocada por los sublevados: tenía que ser un canje, no podía ser otra cosa. «Les dijeron que iban a hacer un canje, una idea que cae por su propio peso porque Zaragoza ya estaba dominada», recuerda Mikelarena.

En realidad, las autoridades militares, la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra  y la Junta Provincial de la Falange ya habían dado su visto bueno. Incluso se modificó el recorrido de la procesión religiosa para evitar, con toda probabilidad, que los asistentes vieran pasar los autobuses cargados de prisioneros, señala el historiador. Todo estaba sellado de antemano.

Una saca premeditada y la odisea de una huída

Todo estaba decidido porque, recuerda el historiador, la víspera de los fusilamientos, vecinos afines al golpe cavaron la fosa, y un grupo de sacerdotes acompañó a falangistas y requetés en la matanza. Entre ellos estaba Antonio Añoveros, quien décadas después sería obispo de Bilbao y llegaría a enfrentarse a Franco, que intentó expulsarlo por una homilía en defensa de los derechos del pueblo vasco. «En 1936, sin embargo, sus posturas eran muy distintas, muy combativas», subraya Mikelarena.

«Cuando bajamos en fila para ser confesados comprendimos que íbamos a ser fusilados», relató Honorino Arteta, y «en ese paroxismo de terror», añadió, «sonó una descarga como un trueno (...) y varios echamos a correr por el campo». Solo él logró escapar, el resto fueron cazados como animales.

Tras una acalorada disputa entre falangistas y requetés –estos últimos apremiados por el deseo de llegar a la procesión, pero también empeñados en que los presos se confesaran–, el resto de reclusos fueron finalmente ejecutados en grupos de seis. «Entonces aquellos verdugos manchados de sangre hasta la frente regresaron a Pamplona (...) y aún llegaron para incorporarse a la procesión que entraba de regreso a la catedral», relata Vierge.

Quizá gracias a aquellas prisas piadosas, Honorino Arteta, herido por un disparo en la pierna y oculto entre las ramas de un árbol, no fue perseguido con saña. Inició entonces una odisea: remontó el río Aragón hasta alcanzar el Pirineo, logró pasar al Estado francés y, enfermo y exhausto, fue recogido por unos cazadores que lo cuidaron. Tiempo después regresó a Barcelona y, en un café de la plaza de la Universidad, narró a los exiliados navarros la epopeya de su huida.

Los fusilados y el paradero sus restos

Honorino Arteta completó su testimonio en una carta dirigida a Romana Carlosena Ainciburu, madre de Marino Húder Carlosena, uno de los fusilados, que entonces vivía exiliada en Baiona. El escrito, desconocido incluso para los descendientes del propio Arteta, permaneció más de ochenta años en manos de la familia Yarnoz Húder, que lo conservó durante su largo exilio en Venezuela.

Tras más de ochenta años oculta, la misiva de Honorino Arteta arroja nuevos detalles sobre aquella sofocante jornada de agosto de 1936 y sobre los meses posteriores. Su huida no fue inmediata ni sencilla: duró meses hasta alcanzar Barcelona, donde se alistó en la Columna Ascaso con un objetivo claro: «entrar en Pamplona, vengarme y hacer pagar caro lo que conmigo hicieron».

En su relato precisa que «fusilaban por grupos de seis» y recuerda que junto a él estaban los hermanos Santiago y Natalio Cayuela, este último presidente de Osasuna y militante de Izquierda Republicana, ambos ejecutados. Entre los 53 presos republicanos figuraban también personalidades vinculadas al PSOE y a la UGT, como el periodista Miguel Escobar o José Zapatero, miembro del PCE y de la peña sanferminera La Veleta.

Los restos de aquellos fusilados fueron trasladados en 1959 al Valle de los Caídos, pero se perdió su rastro veinte años después, cuando la cadena de custodia se rompió durante el intento de devolución a Nafarroa. El paraje de Valcaldera fue declarado Lugar de Memoria Histórica y cuenta con un panel explicativo que, como subraya el historiador Fernando Mikelarena, relata los hechos pero omite a los verdugos: requetés y falangistas.

Arteta nunca llegó a regresar a Iruñea. Volvió al Estado francés, donde pasó por un campo de concentración y acabó sus días en el exilio, lejos de la tierra donde escapó de la muerte.

 

 

 

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viernes, 22 de agosto de 2025

Egaña | A la Espera del Panteón

Les compartimos el parecer de Iñaki Egaña con respecto a las irresponsables declaraciones del director de Gogora con respecto a Jon Paredes 'Txiki' y Ángel Otaegi.

Adelante con la lectura:


A la espera del Panteón

Iñaki Egaña

De nuevo la memoria y las víctimas se han convertido en trinchera para quienes reivindican el modelo de “Transición modélica” sin reparar, espero, que con ello y su posicionamiento hacen el caldo gordo a quienes afirman que el franquismo no fue tan horrible. Blanquear el fascismo es el coste de su apuesta y categorizar nuevamente a sus víctimas el resultado. No es de recibo el enfoque actual de Gogora de comparar a quienes el propio Gobierno vasco calificó de víctimas con los verdugos franquistas, más aún cuando su director es licenciado en historia. Cerca de 100.000 desaparecidos, decenas de miles de ejecuciones extrajudiciales, millones de bienes incautados y, en el caso vasco, 151.000 exiliados (de ellos 39.000 niños) y 60.000 presos políticos. Más una sociedad capada en su desarrollo personal y colectivo.

La deriva proviene de ese seguimiento que ha adoptado en los últimos tiempos el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos de la CAV del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, que ve en la sociedad vasca un ejemplo de patología social y ha convertido a las víctimas en asimétricas. El socialista Jagoba Álvarez, reciente director de DDHH del Gobierno de Gasteiz, ha escrito acertadamente hace unos días que no contextualizar el pasado “deja el campo abierto a la revisión sobre la violencia durante la dictadura que pretende hacer la derecha española cuestionando a todos para difuminar la violencia de Estado través de todas sus formas”.

Así, se dan por buenos los juicios militares sumarísimos (a pesar de la nulidad de todos ellos según la Ley de Memoria Democrática). Si eran de ETA, como Txiki y Otaegi, eran criminales. Si pertenecían al FRAP, como semanas pasadas sucedió en el caso de Xose Humberto Banea, en 1975 era un “asesino” y en 2025 ha sido reconocido como víctima, “asesinado”. La guerrilla antifranquista, los maquis, mataron a 234 guardias civiles, el último en la década de 1960 en el Irati navarro. Eran bandoleros y criminales para el régimen. Hoy son tratados y homenajeados como “miembros activos de la resistencia armada contra la dictadura franquista”. En 2021, Fernando Martínez López, secretario de Estado de Memoria Democrática afirmó: "Los guerrilleros lucharon por la democracia y así se estudiará en las escuelas".

Pero en el caso vasco, aquellos que fueron condenados como victimarios no podían ser tratados de ninguna manera también como víctimas a pesar de ser torturados. La ola de Galdakao infló el argumento. Jon Mirena Landa: “El aumento de las asimetrías, tras manipulación, envenenará las políticas públicas de memoria”. Que es el fondo de la cuestión, plantear un debate en la que los victimarios o supuestos (en cualquier época incluso en una dictadura), queden al margen de la condición de víctima. Si entraríamos a fondo en la cuestión se abriría la discusión en profundidad. ¿Un victimario lo fue por ser previamente víctima? Si fuera así ¿se legitimarían las actividades de las disidencias políticas, incluso las violentas? Recordar aquel preámbulo de la Carta de Naciones Unidas: “Los derechos deben ser protegidos por la ley a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.

Esta deriva de Gogora/Melitonium ha abierto un melón que no se si lo han calibrado en su medida. Porque el argumento sobre la criminalidad de Txiki y Otaegi y su matización como víctimas tiene una traslación universal. Y es el mismo, por cierto, que el que emplean el evangelista César Vidal o el franquista Pío Moa que afirman que los ejecutados por el dictador eran, en su mayoría, asesinos. No lo señalaron explícitamente, pero se entiende que se lo merecían. ¿Estaban justificadas las torturas a Txiki, Otaegi, Baena, García Sanz y Sánchez por su condición de condenados a muerte?

Joseba Elosegi, militante del PNV y capitán del batallón Saseta sobrevivió al bombardeo de Gernika. En setiembre de 1970, en los mundiales de pelota celebrados en Donostia, se prendió fuego y en el frontón Anoeta se lanzó contra el dictador. Erró en el intentó y, en cambio, provocó graves heridas a uno de sus escoltas, por lo que fue condenado. ¿Y si hubiera matado a Franco? ¿Habría sido un tiranicidio? ¿Y si, por el contrario, hubiera fallecido únicamente el policía-escolta, ¿un crimen de por vida? ¿Un victimario porque en Carabanchel compartió comuna con los presos de ETA?

Este argumento absurdo no tiene recorrido en otras latitudes. Nelson Mandela era un terrorista -27 años en prisión por dirigir un grupo armado- que combatía el supremacismo. Mariano Rajoy y el hoy rey Borbón asistieron a sus exequias. El polaco-judío David Ben-Gurión, otro terrorista que fue el primer ministro de Israel. En 2019 Angela Markel, en nombre de su Gobierno, homenajeó a los “patriotas” que intentaron matar a Hitler en 1944: “Hay momentos en que la desobediencia es obligatoria”, dijo la canciller. ¿Se imaginan un homenaje en el congreso español a quienes mataron a Carrero Blanco? ¿O a Joseba Elosegi por intentarlo con Franco? Yo tampoco.

Hace unos meses, los restos de Missak y Mélinée Manouchian, integrantes del grupo armado contra el nazismo que aparecieron como criminales en el conocido como Affiche Rouge alemán y luego ejecutados con otros 23 compañeros de su partida, fueron a parar al Panthéon de París, donde reposan cerca de un centenar de destacados personajes en la historia del Estado francés. Comparten descanso junto a Dumas, Víctor Hugo, Voltaire, Marie Curie, Malraux, Rousseau, Zola… No fue un Gobierno radical de izquierdas quien tomó la decisión, sino un atlantista como Emmanuel Macron. Una lógica decisión.

Y no sería irregular que, ya en la cercanía, Gogora destinara parte de su presupuesto a replicar un proyecto similar, un Panteón vasco. Si lo desean, con un arco cronológico reducido que recogiera los restos de quienes lucharon en la época citada. Ahí van mis propuestas: Txomin Letamendi, Delia Lauroba, Alfredo Espinosa, Jesús Larrañaga, Columba Fernández, Julián Zugazagotia, Julia Álvarez Resano, Isaac Puente, Txiki, Otaegi, los cinco obreros del 3 de marzo… A la espera.

 

 

 

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martes, 19 de agosto de 2025

Fernàndez | Tres Tristes Trampas

Este texto de catalán David Fernàndez acerca de lo que significa para la historia y la memoria el asesinato de Jon Paredes 'Txiki' y Ángel Otaegi, se lo dedicamos con mucho cariño al vasquito colonizado Alberto Alonso, el directorsísimo de Gogora:


Tres tristes trampas

David Fernàndez

Hace 50 años, en pleno agosto, la dictadura franquista se sacó de la chistera un decreto ley para, con ilegal retroactividad y dictatorial parsimonia, poder endurecer las sentencias y condenar a Txiki y a Otaegi a la pena de muerte. Así acabaría sucediendo con criminal puntualidad, tras sendos juicios farsa contra los militantes de ETA, el 27 de septiembre de 1975. Burgos, Barcelona y Hoyo de Manzanares -donde caían Baena, García Sanz y Sánchez Bravo, militantes del FRAP- rubricaban que el franquismo acababa como empezaba: en paredón y a sangre y fuego.

Alguien escribió, con pronta lucidez anticipada, que la mayor problematicidad de la transición sería explicarla años después a la chavalada, cuando empezasen a hacer preguntas insolentes por infinitamente razonables: ¿por qué la dictadura quedó impune del todo?, ¿por qué ni un solo verdugo fue juzgado o depurado?, ¿por qué tanta amnesia? La segunda trampa legal, la del silencio, ya había sido urdida: vendría la ley de amnistía, pareja a la ley franquista de secretos oficiales vigente hasta ahora. En realidad se absolvían de un plumazo 40 años de represión y corrupción, porque demasiado a menudo ponemos el foco en los crímenes del franquismo y olvidamos las enormes fortunas repletas de corrupciones que se amasaron entonces y que aún perduran. La cuestión, en todo caso, es que, cinco décadas después, todavía no sabemos -verdad, justicia, reparación- quién conformaba aquel pelotón de guardias civiles voluntarios que en un claro de bosque de Cerdanyola del Vallès segó la vida de Txiki. Por simple regla de tres -el último poli de la dictadura fue el primero de la democracia-, es obvio que siguieron en activo y se jubilaron a cuenta de las cuentas públicas. En nombre de la democracia. Menudo cuento en simulacro.

Y aun así, no fue la última trampa. Los rigores de la enloquecida deriva antiterrorista, en tiempos de ilegalizaciones, propició la kafkiana prohibición del nombre de Txiki y Otaegi en plazas y calles públicas de Euskal Herria en la primera década del siglo XXI. Después, las tardías y timoratas políticas públicas de memoria democrática en el Reino de España han hecho el resto del olvido, han dificultado resquebrajar el denso manto del silencio y han contribuido al agujero negro de la impunidad. Y ahora todo son preguntas que quedan respondidas por tres trampas distintas: trampa en dictadura, trampa en transición o trampa en democracia. Lo que nunca falla, en cambio, y ante cualquier circunstancia, es la memoria desde abajo, que abre a ras de suelo lo que desde arriba siempre quieren cerrar a cal y canto. El “Askatasun haizea” de Txiki, a pesar de los pesares y como viento sur, sopla y seguirá soplando.





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lunes, 18 de agosto de 2025

La Involución Sociata

Si Alberto Alonso tuviera un poco de vergüenza o de decoro, ya habría renunciado a su poltrona al frente de Gogora. Ya para que incluso Urkullu le haya enmendado la plana, imaginen ustedes.

Pero vergüenza es algo que los vascos de mente colonizada no tienen, así que a él y a sus secuaces - tanto del PSOE como del PNV - les dedicamos este texto publicado por Naiz:


El PSOE de Guerra lo tenía más claro sobre Txiki y Otaegi que el de Gogora, hace 50 años

La declaración del director de Gogora nombrado por el PSE sobre Txiki y Otaegi no solo ha enfadado a parte de la ciudadanía vasca, sino que contradice lo que el propio PSOE pensaba en 1975. Esto decía su publicación oficial, ‘El Socialista’, cuyo responsable era nada menos que Alfonso Guerra.

Ramon Sola

La posición expresada por el director de Gogora, Alberto Alonso, sobre Jon Paredes Manot ‘Txiki’ y Anjel Otaegi supone una auténtica reescritura de la posición de su propio partido, el PSOE, en aquel 1975. Pasado medio siglo, Alonso ha negado a los dos militantes de ETA fusilados la condición de «luchadores por la libertad» y les ha acusado de usar «las mismas herramientas del franquismo». Unas tesis muy alejadas de las que sostenía ‘El Socialista’, medio oficial del partido todavía entonces en la clandestinidad, en octubre de aquel año, y también de la declaración de la Comisión Ejecutiva del PSOE que incluía en sus páginas.

En la misma aparecen los rostros de los cinco antifranquistas fusilados, definidos como «las víctimas» frente a «los verdugos», a saber el dictador Franco (que aparece en la imagen junto a Juan Carlos de Borbón), su primer ministro Arias Navarro y el Consejo de Ministros al completo. Todo ello tras un titular contundente: «Terrorismo oficial».

Ni en la declaración de la Ejecutiva del PSOE ni en el editorial de ‘El Socialista’ hay crítica alguna a la acción de Txiki y Otaegi, ni en genérico a la de ETA y el FRAP, como la que ha desarrollado medio siglo después el director de Gogora. El editorial los define como «cinco jóvenes asesinados por un gobierno decrépito». De los fusilados se apunta que «quieren otro futuro para España, un futuro libre, democrático, justo».

Tampoco hay cuestionamiento de las «herramientas» de lucha atribuidas a los cinco fusilados en la declaración de la Ejecutiva del partido que dirigía Felipe González desde Suresnes (1974). Más bien al contrario; se denuncia que «el Régimen, acorralado, intenta prolongar su vida quemando la posibilidad de una alternativa democrática que no cueste a los pueblos del Estado los traumas de los enfrentamientos y de las muertes, y trata de colocar a todo hombre con conciencia política en una batalla desigual con el aparato represivo y las fuerzas más reaccionarias».

El PSOE remarca en aquel momento la enorme gravedad de los fusilamientos. Explica que el partido «hizo un ingente esfuerzo nacional e internacional para evitar que la escalada represiva llegara a este punto dramático culminante». Y añade que «los socialistas tienen la obligación histórica de contribuir con su esfuerzo definitivo a la conquista de las libertades democráticas». La declaración de la ejecutiva se emitió el 1 de octubre, apenas cuatro días después de las ejecuciones franquistas.

‘El Socialista’ es el órgano de expresión del PSOE desde 1886 y hasta la actualidad. Su primer director fue el propio fundador del partido, Pablo Iglesias Posse. En este octubre de 1975 estaba dirigido por alguien nada sospechoso de afinidad con ETA ni la causa vasca en general, como quedó claro posteriormente, desde su etapa como vicepresidente del Gobierno español hasta la actualidad: Alfonso Guerra. Había sido elegido en Suresnes secretario de Prensa e Información del PSOE, y como tal, responsable de ‘El Socialista’.

Relectura también respecto a 2012

Las palabras de Alonso sobre Txiki y Otaegi también suponen una ‘enmienda’ sobre la posición del PSE en 2012, cuando ambos fueron admitidos por el Gobierno de Lakua como víctimas de violencia estatal.

Algunas organizaciones de víctimas de ETA cuestionaron esa decisión y, en condición de portavoz del Ejecutivo de Urkullu, Idoia Mendia la reafirmó sin incluir matiz crítico alguno sobre los dos fusilados. «Forman parte de la memoria de este país», subrayó la consejera, que dos años más tarde pasaría a liderar el PSE durante siete años.

Alberto Alonso Martín fue designado por el PSE de Eneko Andueza para dirigir Gogora tras el trasvase de la cartera de Justicia y Derechos de Humanos desde el PNV a su socio de gobierno. Antes ha sido parlamentario del PSE en la pasada legislatura, y más atrás concejal en Bergara, además de director general de Osalan entre 2016 y 2020.

La involución producida en Gogora con el relevo es patente. La primera decisión muy cuestionada fue que PNV y PSE coparan su dirección, dejando fuera a Pilar Garaialde, postulada como representante de las víctimas del Estado. Estas expresaron su dolor un mes después por la decisión paralela de la Delegación del Gobierno español de celebrar un desfile de la Guardia Civil en Gasteiz: «Ojalá pudiéramos olvidar que en sus manos deseamos morir».

Otros indicadores inquietantes son el cuestionamiento del espíritu del Palacio de la Cumbre donostiarra como Lugar de Memoria o los recortes en la estructura para el reconocimiento de las víctimas del Estado. Algunas voces alertan de que ello está poniendo en riesgo los consensos sobre políticas de memoria gestados por la propia Gogora anteriormente.




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domingo, 17 de agosto de 2025

Urkullu Corrige a Alberto Alonso

Imaginen cuan insultante ha sido la declaración de Alberto Alonso, titular de Gogora, en contra de la memoria de Jon Paredes 'Txiki' y de Ángel Otaegi que el mismísimo Iñigo Urkullu, otrora lehendakari de la CAV, ha salido a enmendarle la plana.

Lean ustedes lo publicado por Naiz:


Urkullu recuerda que Txiki y Otaegi son «víctimas reconocidas oficialmente» y pide respeto

El lehendakari Iñigo Urkullu ha subrayado que Txiki y Otaegi «son dos víctimas reconocidas oficialmente por el Gobierno Vasco» y que, en esa medida, «merecen respeto», lo cual «implica, entre otras cosas, omitir valoraciones que afecten a su condición de víctima, la cuestionen o pongan en duda».

En una reflexión realizada a la agencia Europa Press, Iñigo Urkullu ha salido al paso de la polémica surgida en torno a la memoria de Jon Paredes Manot, Txiki, y Ángel Otaegi, últimos fusilados del franquismo junto a los miembros del FRAP José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena.

El Ayuntamiento de Zarautz, gobernado por PNV y PSE, retiró una lona de grandes dimensiones que se había desplegado en el muro de Santa Bárbara y, el pasado martes, cientos de vecinos volvieron a exhibirla en el barrio de Azken Portu.

Sortu, en un comunicado, censuró la postura del Ayuntamiento y su «falta de reconocimiento» a «dos luchadores vascos contra la dictadura franquista». «Sortu denuncia la actitud mostrada por PNV y PSE-EE con la memoria de Txiki Otaegi. Los dos fueron reconocidos como víctimas por el Gobierno del lehendakari Iñigo Urkullu en 2012. Era del PNV ese gobierno, como el de Zarautz», subrayaba el texto, para llamar también a participar en el acto nacional que la formación independentista celebrará el 27 de septiembre en el Anaitasuna de Iruñea.

La polémica creció posteriormente con las inaceptables declaraciones del director del Instituto Gogora, Alberto Alonso, que afirmó que Txiki y Otaegi «no son luchadores por la libertad» y que «luchaban contra la dictadura, pero utilizando las mismas herramientas que utilizó la dictadura, que era la violencia, el terror y el miedo».

En medio de esta polémica, Iñigo Urkullu ha reaparecido para destacar que se trata de un tema «muy sensible» que, desde el Gobierno del que fue lehendakari, intentaron «gestionar con la mayor delicadeza posible en el objetivo del respeto a los Derechos Humanos y a la Memoria como guía para los pasos en la normalización de la convivencia política y social en Euskadi».

«Es, además, una cuestión con aristas todavía hoy en día y que necesita el máximo rigor posible para las interpretaciones que desde prismas diferentes se hacen y se hagan», apunta.

En este sentido, recuerda que Txiki y Otaegi «son dos víctimas reconocidas oficialmente por el Gobierno Vasco, mediante la normativa que fue construyéndose entre 2011 y 2020 para la reparación y reconocimiento de las víctimas de violencia estatal ilícita».

«En la medida en que son víctimas de vulneraciones de derechos humanos, merecen respeto. Ese respeto implica, entre otras cosas, omitir valoraciones que afecten a su condición de víctima, la cuestionen o pongan en duda. De igual manera, el respeto que merece cada víctima, toda víctima, la apropiación partidaria de su memoria que se haga –sin entrar en consideraciones sobre la misma– no debería ser compatible con su instrumentalización política para el enfrentamiento», asegura.

Por ello, considera que «merece la pena una constante reflexión sobre cómo todas y todos consideramos a cada, a toda, víctima habida; al reconocimiento de las mismas desde la injusticia del daño causado; y al compromiso con la memoria basada en el respeto a los derechos humanos que a cada ser deberían haber asistido y asisten».





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sábado, 16 de agosto de 2025

Andrés F.

Retomamos el tema de los policías españoles infiltrados en los movimientos sociales con este artículo publicado por Gara:


El «caso Mayka» y el policía infiltrado en Euskal Herria se viraliza 25 años después

El eco mediático que han tenido los casos de infiltración policial en los Països Catalans, y también Euskal Herria, ha devuelto a primer plano la muerte de la joven Mayka Pérez Márquez en Madrid en el año 2000. Los indicios apuntan a que fue víctima de su pareja, un agente infiltrado de la Policía española que quedó impune.

Marcel Pena

María del Carmen Pérez Márquez, Mayka para sus allegados, falleció el 19 de mayo del 2000 en su piso de Madrid, como consecuencia de un disparo en la cabeza que se realizó con el arma de Andrés F., su pareja. Se trataba de un agente de la Policía española que había estado infiltrado en el movimiento libertario catalán y formaba parte de la llamada Brigada Antiterrorista en Gipuzkoa. Aunque el hombre declaró que Mayka se había suicidado, la familia defendía una tesis muy distinta, que apuntaba al crimen machista.

Desde el momento de la muerte de Mayka, existieron dos versiones sobre qué había ocurrido. Por un lado, la versión oficial, a partir de la declaración de Andrés F., hablaba de que la joven se había suicidado tras discutir con su novio; y por otro, la que defendía la familia y vecinos, apuntaba al homicidio o «asesinato», ya que era conocido que Pérez era víctima de malos tratos físicos y psicológicos por parte del policía. Prueba de ello es que, la noche del crimen, vecinos de Vallecas intentaron linchar al sospechoso mientras era protegido por agentes de Policía. Incluso el propio Andrés F. confirmó a la familia que él había sido el autor del disparo mortal, según afirmaron los propios allegados.

Tal como detallaron la hermana de la fallecida, África Pérez, y el abogado de la familia en el programa “Las claves del crimen” -del canal Tribunal TV (ya desaparecido)- titulado «¿Suicidio o Asesinato?» y dedicado al «caso Mayka», Andrés F. actuaba de forma controladora con su pareja, quien intentó dejarlo en varias ocasiones. Según informó el letrado Jaime Sanz de Bremond, los peritos dejaron escrito que el sospechoso se lavó las manos antes de la prueba de la parafina, que se utiliza para buscar restos de pólvora, alegando que las tenía llenas de sangre, y que la ropa no se analizó hasta tres días más tarde.

Además, la familia pensaba que el carácter de Mayka no correspondía con el de una persona con tendencias suicidas. De hecho, la mujer tenía hechas las maletas para abandonar el domicilio, propiedad del hombre. ¿Por qué iba a recoger todas sus cosas, perfectamente organizadas en bolsas, si su intención era quitarse la vida?

Previamente, Andrés F. había estrellado en dos ocasiones el coche que conducía con Mayka de copiloto, lo que, según el abogado de la familia, prueba su «carácter intemperante». Como consecuencia del último de los siniestros, en el momento de su muerte Mayka todavía llevaba un collarín cervical. En otras discusiones, el policía había sacado su arma reglamentaria y amenazado con suicidarse.

Sanz de Bremond apuntaba que Andrés F. actuó de manera extraña tras la muerte de Mayka, que supuestamente presenció in situ. A continuación, el hombre llamó en primer lugar a la Guardia Civil, 45 minutos después del disparo. Tiempo suficiente para alterar la escena del crimen, más si cabe para un agente de Policía. La familia acusó públicamente a los cuerpos policiales de «querer encubrir los hechos», incluyendo la manipulación del arma del crimen la misma noche de la muerte.

El programa completo de “Las claves del crimen” sobre el «caso Mayka» puede consultarse en el canal de YouTube de Jaime Sanz de Bremond (@SanzdeBremond).

¿Quién es Andrés F.?

En el momento de los hechos, Andrés F. se encontraba trabajando en Euskal Herria, como confirma África Pérez en la entrevista con Paco Pérez Abellán. «Él llevaba un periodo más largo del habitual en el País Vasco y, entonces, había venido unos días de vacaciones. Es decir, no estaba trabajando. No entiendo por qué tenía el arma cargada», explicaba la hermana de Mayka.

Según la cuenta de X @undercover_25_, que se ha vuelto viral tras recuperar el caso 25 años después, actualmente Andrés F. vive en la provincia de Málaga y sigue trabajando como policía. Anteriormente, había formado parte de la Brigada de Información de la Policía española en Catalunya, infiltrándose en el movimiento libertario bajo la identidad de Ángel Grandes Herreros, hasta que fue descubierto. Esto no impidió que, después de abandonar Catalunya, fuera destinado a la denominada Brigada Antiterrorista de Gipuzkoa, con sede central en el cuartel de Intxaurrondo de Donostia.

A pesar de los intentos de la acusación, liderada por el letrado Sanz de Bremond, Andrés F. tan solo declaró en el juicio del «caso Mayka» como testigo, sin llegar a estar acusado. Un año después del crimen, el juez decidió archivar el caso por falta de «indicio racional alguno que permita atribuir a persona determinada» la muerte de la joven.




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viernes, 15 de agosto de 2025

Egaña | Proyección Negativa

Con su mordaz estilo, nuestro amigo Iñaki Egaña hace cera y pabilo de quienes simplemente ya no tienen encaje en la realidad actual de la sociedad vasca.

Lean lo que ha publicado en su perfil de Facebook:


Proyección negativa

Iñaki Egaña

En psicología se llama “proyección” al mecanismo que atribuye a otros la virtudes o defectos propios, también las carencias. La hay positiva y negativa. Dicen que el mecanismo es de defensa. Pero en política, donde su uso es habitual, se trata más bien de una maquinaria ofensiva. No soy experto en estas materias, y desde ese perfil de neófito me atrevería a señalar que quienes ejercen esa psicología negativa en política, aspiran al llamado Efecto Pigmalión, creerse sus expectativas. El mito griego de Pigmalión narraba a un escultor que moldeó una estatua de la que finalmente se enamoró. Fue tanta la pasión por su obra que al final la estatua cobró vida. Pigmalión creyó en sus deseos hasta el punto que se hicieron realidad.

Voy a los ejemplos. Al comienzo de este verano, y tras incidentes con la Policía Autónoma de la CAV, el consejero del ramo salió a la plaza pública marcando un discurso que ha sido seguido al pie de la letra por su partido y su socio de Gobierno en Lakua. La sintonía ha sido tan unánime que parecería como si un texto redactado por alguna de las empresas subcontratadas que ejercen la comunicación institucional se hubiera convertido en un manual repartido a los cargos públicos del PNV y del PSOE para que lo transmitieran en sus intervenciones estivales. Maider Etxeberria, alcaldesa de Gasteiz, tuvo que leer en entrevista radiofónica un texto que sacó de la manga, para contestar a una pregunta sobre la cuestión. No puedo asegurarlo con certeza, pero la experiencia en otras ocasiones y la generalización me da el pálpito del manual. Los tres temas repetidos fueron la aversión hacia la Ertzaintza de la izquierda abertzale, el desorden interno en EHBildu y la fuga de votantes de la colación soberanista. Vocento, en sus versiones de Bilbo, Donostia y Madrid, se ha encargado de las portadas.

Un análisis riguroso nos llevaría a desestimar estas tres cuestiones, más de foros de analfabetos funcionales que de políticos duchos (con o sin título universitario). Pero la insistencia induce a pensar en una estrategia precisamente de proyección negativa, utilizada con objetivos de desgaste político. El modelo de Ertzaintza, especialmente desde su esfuerzo por ser homologada a la Guardia Civil y a la Policía que implementaron Juan Mari Atutxa y Javier Balza, y que selló Mikel Legarda con la cúpula policiaco-militar del Gobierno de Rajoy, ha provocado una deriva en la Policía Autónoma que asusta incluso al Gobierno de la CAV. Convertida en poder fáctico, armada técnicamente por Israel, las últimas promociones han definido un conjunto cuyo espejo sindical lo dice todo, con su acercamiento a los sindicatos ultras hispanos. ELA que fue la primigenia referencia se ha convertido en residual, intimada públicamente por los de nuevo cuño. CCOO y UGT desaparecieron. La experiencia de “Ertzaintza en Lucha” de los últimos años, mayoritaria y autodefinida como asindical (al igual que Jusapol, hoy apuntada como La “Vox policial”) ha sido un buen ejemplo para visualizar esta deriva. El caso de Iñigo Cabacas, actividades de falsa bandera, el de la agresión indiscriminada a seguidores de la Real Sociedad, la negativa a reconocer las torturas certificadas por el Gobierno Vasco, la aplicación exhaustiva de la Ley Mordaza a pesar de que el Parlamento de Gasteiz la rechazó, sus chantajes constantes de boicot a eventos públicos. Es una Policía incontrolada incluso para su consejero. Por ello, la última declaración de Eneko Goia, alcalde donostiarra, afirmando que confía plenamente en la Ertzaintza “porque lo hace muy bien” y que la crítica a su modelo es “socavar la autoridad”, huele a naftalina. El problema con la Policía Autonómica lo tiene el Gobierno de Gasteiz y por extensión toda la sociedad de la comunidad autónoma.

Los otros dos temas los voy a resumir en uno, por cuestión de espacio. ¿Quién tiene fuga de votos? ¿Quién su formación en desorden? Con una proyección del aumento del censo en estas últimas décadas, me atrevo a conjeturar que, desde la segunda legislatura de Juan José Ibarretxe a esta última de Imanol Pradales, 1 de cada 2 votantes del PNV les ha retirado su papeleta. Si nos fijáramos en determinadas consultas (europeas, por ejemplo) el PNV ha perdido en 51% de su masa electoral. ¿Quién tiene el problema? ¿Y, “el desorden? Aún resuena la pataleta de Urkullu por ser descabezado, la puya de Ortuzar a Esteban en el recambio, las críticas de Anasagasti a la muerte dulce de los batzokis, el 20% de participación de su militancia en la renovación…

Queda para el final el globo veraniego concentrado en noticias sobre una supuesta guerra de guerrillas en el seno de la izquierda abertzale sobre las txosnas festivas. El término manido ha sido el del “veto”. ¿Alguien se lo cree? Pues parece que sí, que hasta la asamblea de comparsas de Bilbo tuvo que redactar un comunicado explicando que lo del “veto” era un invento aireado por dos grupos novicios y hasta ahora sectarios que pretendían desplazar a 27 comparsas para hacerse un hueco en el recinto festivo original –el de 1978- y no seguir, por ejemplo, el recorrido de otras, como las del PNV, PSOE, y hasta hace poco PP, que colocaban la suyas en otros lugares. Afirmar que la izquierda abertzale controla los espacios festivos, las cuadrillas, las cofradías, las peñas, las txosnas de Hego Euskal Herria es tener un desconocimiento extraordinario de la realidad de nuestro país. Si así fuera, estaríamos a un paso de la revolución (proletaria, popular o burguesa). Libertarios, ecologistas, feministas, antiespecistas, mendizales, gaupaseros, animadores culturales, asociaciones de vecinos, trotskistas, antimilitaristas, kulturgiles, transformistas, solidarios, internacionalistas, euskalzales, gastrozales… ¿reciben y ejecutan las consignas del nucleo duro de la izquierda abertzale? ¿En Gasteiz, en Donostia, en Bilbo? ¡Anda ya! La permeabilidad a los fakes cotiza al alza. También las teorías conspirativas están más extendidas de lo que imaginaba. Alentadas por los de la estrategia de la proyección negativa. 

 

 

 

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Vascófobo de la Semana | Alberto Alonso

El distanciamiento del ente de la CAV conocido como Gogora para con el pueblo vasco se ha vuelto mucho mayor tras las más que malintencionadas palabras de su director, el sociata Alberto Alonso, en contra de las víctimas de terrorismo de estado español Jon Paredes 'Txiki' y Ángel Otaegi.

Aquí lo que nos relata Gara con respecto al más reciente insulto a la memoria de lucha de Euskal Herria:


Alberto Alonso (Gogora): «Txiki y Otaegi no luchaban por la libertad»

En vísperas del 50 aniversario de los últimos fusilamientos del franquismo, el director de Gogora, Alberto Alonso, decidió ayer salir al paso de los actos de recuerdo a Txiki y Otaegi con unas infames declaraciones: «No son luchadores por la libertad». «Luchaban contra la dictadura, pero utilizando sus mismas herramientas, que eran la violencia, el terror y el miedo», añadió.

El director de Gogora, Alberto Alonso, pidió ayer que «no se meta en el mismo saco» a los miembros de ETA Jon Paredes Manot, “Txiki”, y Ángel Otaegi, ejecutados por el franquismo hace ahora 50 años, y a otros miles de antifranquistas. «Una cosa es reconocerles su condición de víctimas franquistas y otra es el homenaje», consideró, antes de incidir en que estos emplearon «la violencia, el miedo y el terror».

Alonso realizó estas inaceptables declaraciones a la agencia Europa Press, después de que en las fiestas de pueblos y ciudades vascas se estén exhibiendo carteles y pancartas de Txiki y Otaegi, y de que el martes Sortu reclamara al Ayuntamiento de Zarautz «reconocimiento institucional» para ambos, tras la retirada de una lona de gran tamaño colocada en el monte Santa Bárbara. Posteriormente, cientos de personas mostraron esa tela con orgullo en el barrio de Txiki, Azken Portu.

El director de Gogora argumentó que Txiki y Otaegi, fusilados junto a tres miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) -José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena-, «por supuesto son víctimas del franquismo, de un régimen dictatorial que decidió juzgarlos por un procedimiento militar sumarísimo, sin ningún tipo de garantía judicial». «No tuvieron un juicio justo, no tuvieron ningún tipo de garantía jurídica y fueron condenados a muerte de una forma arbitraria y fusilados», indicó.

En su opinión, «eso les convierte en víctimas del franquismo, y hay que reconocérselo», pero puntualizó que, «de ahí a decir que son luchadores por la libertad y contra la dictadura, va un paso gigantesco». «Porque luchaban contra la dictadura, pero utilizando las mismas herramientas que utilizó la dictadura, que eran la violencia, el terror y el miedo», precisó.

El director del Instituto Gogora para la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos fue incluso más allá, para advertir que se busca «blanquear la existencia de una ETA buena y una posterior ETA mala». En este sentido, subrayó que en 1974, el año anterior al fusilamiento, ETA había puesto una bomba en la cafetería Rolando (Madrid) y había matado a trece personas y herido a más de medio centenar, «de la forma más cruel». «ETA fue una banda terrorista desde el primer momento y su opción fue crear e imponer el terror», manifestó.

Alberto Alonso dijo que, si se pretende defender que «fueron luchadores antifranquistas, ¡cuidado!, porque no todos los luchadores antifranquistas tienen por qué merecer un homenaje». «Hubo luchadores antifranquistas que utilizaron las mismas herramientas de miedo y violencia que el franquismo para enfrentarse a Franco. Ni Txiki ni Otaegi querían una sociedad democrática después de Franco, querían imponer su propia visión de Euskadi, su propio proyecto como alternativa al franquista», sostuvo.

Por ello, pidió que no se «meta en el mismo saco a Txiki y a Otaegi, y a los cientos y miles de militantes de partidos que exigían y reivindicaban la llegada de una democracia a este país». «No confundamos», reiteró.

En una línea similar, la asociación Covite censuró ayer que se hubiera desplegado la lona de Zarautz y aprovechó para rechazar que Txiki y Otaegi merezcan «reconocimiento público ni homenaje institucional». 




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martes, 12 de agosto de 2025

Bernaola | Diáspora

La reciente celebración de la edición 2025 del Jaialdi en Boise ha sido la inspiración para este texto dedicado a la diáspora vasca, mismo que ha sido publicado en la sección de Opinión de Naiz. Y pues nada, solo mencionar que definitivamente sí que hay otras diásporas vascas además de la estadounidense.

Adelante con la lectura:


Diáspora 

Iñaki Bernaola

Pocas veces se ha dado tanto pábulo a la actividad desarrollada por la llamada diáspora vasca como en las recientes celebraciones llevadas a cabo en la localidad de Boise (Idaho, EEUU), a donde han acudido varias personalidades de la administración y del mundo académico, así como diversas figuras el mundo cultural vasco. Es bien sabido que el origen de la diáspora suele guardar relación con la necesidad de huir de la pobreza, de los conflictos bélicos o, sin más, con la necesidad de buscar horizontes más propicios. Todos los países europeos tienen su diáspora, casi siempre con origen en los siglos XIX y primera mitad del XX.

Los vascos tenemos una diáspora abundante; a veces, como en el caso citado, profusamente conocida, y otras no tanto. De hecho, en la diáspora vasca, como supongo que en cualquier otra, puede encontrarse de todo. Pero en nuestro caso, el indicador más claro de pertenencia a la misma son los apellidos. Los vascos tenemos la suerte de que, a la hora de buscar nuestros orígenes, los apellidos nunca fallan.

Cuando era joven compartía con algunos amigos la afición por la guitarra. Era la época del boom de los cantautores sudamericanos. Nosotros sentíamos predilección por las milongas de José Larralde, tanto por la apariencia de gaucho con que aparecía en las portadas de sus discos como por el contenido de las canciones, pero, sobre todo, porque eran relativamente fáciles de interpretar, mucho más que las de Atahualpa Yupanqui, al contrario que Larralde no hijo de padre vasco, sino de madre, con las que mal que bien todavía podíamos arreglarnos.

Pero quien se llevaba la palma de popularidad en aquella época era el chileno Víctor Jara. Había una canción suya dedicada a un tal Luis Emilio Recabarren, que fue el fundador del Partido Comunista Chileno. No era Luis Emilio el único vasco significativo de Chile: ahí tenemos también al sangriento dictador Augusto Pinochet Ugarte.

Es probable que muchos lectores no sepan quién es Máxima Zorroguieta. Nada menos que la reina de los Países Bajos, esposa del actual rey Guillermo y nuera de la anterior reina Beatriz, la cual abdicó en favor de su hijo. Vivió durante su juventud en Argentina. Y volviendo a los Estados Unidos, es sabida la existencia de políticos con apellido vasco pertenecientes al ala más reaccionaria de dicho país, cuyos nombre omito por elemental prudencia.

Creo que en ningún sitio se ha dado tamaña solidaridad con los presos y refugiados vascos como en Uruguay. En el año 1994 se produjeron en dicho país grandes manifestaciones en favor del derecho de asilo para los vascos huidos. No hace falta señalar quién es uno de los personajes más carismáticos de toda la historia de Uruguay: el expresidente Pepe Mujica.

Un compañero mío de estudios nos invitó a pasar unos días en casa de sus tíos en París. Su tía fue uno de los niños vascos evacuados durante la Guerra Civil. En Francia debió de tener contactos con el maquis, y acabó casándose con un comunista manchego superviviente del campo de exterminio de Mauthaussen. Por su casa parisina pasaban montones de comunistas, algunos también hijos de la diáspora vasca, como por ejemplo Agustín Gómez de Segura Pagola, otro niño evacuado que llegó a ser futbolista en el Torpedo de Moscú y dirigente del Partido Comunista de España, del cual acabó distanciándose por desacuerdos con la línea eurocomunista de Santiago Carrillo. El último exponente de la diáspora vasca que quiero mencionar reviste enorme actualidad: el periodista Pablo González, descendiente también de niños vascos evacuados a la Unión Soviética.

Como he dicho antes, en la diáspora puede encontrarse de todo. Y por ello es importante que, dentro de ese abanico, nos quedemos con aquello que más nos interesa. Porque no nos engañemos: a quien más le importa la diáspora es al país de procedencia.

En un libro de entrevistas a Pepe Mujica recién editado por GARA, este se quejaba de que la mayoría de los medios de comunicación estén en manos del capital. Tenía razón, no solo porque los medios dan una versión determinada de los hechos reales, sino sobre todo porque crean un mundo virtual propio. Ese mundo virtual además no lo crean solo los medios, sino también la cultura, el arte, el cine... incluso las marcas de alimentos y bebidas a la vista en los estantes del supermercado. Hoy en día, además, la importancia del mundo virtual en nuestras vidas es enorme, comparada con el estrecho marco del mundo real de cada individuo.

No sé qué tipo de diáspora le interesa a nuestro país. Si sé, por el contrario, a cuál se le concede más espacio en nuestro mundo virtual. Tal es así que, vistos los recientes acontecimientos, me ha asaltado la duda de si el efecto subsiguiente ha sido reforzar la imagen vasca en los Estados Unidos, o reforzar la imagen de los Estados Unidos en el País Vasco.

Yo intentaría prestar más atención a otras diásporas y a otros personajes ligados con ellas. Aunque solo sea para que no parezca que los únicos que tienen diáspora vasca son los yanquis.

 

 

 

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viernes, 8 de agosto de 2025

Egaña | El Deep State Español

No entender como funcionaba realmente el estado español fue lo que llevó a que algunas personas, como por ejemplo, el Subcomandante Marcos del EZLN, realizaran declaraciones muy poco afortunadas.

En el afán de que se entienda mejor, les compartimos este texto de nuestro amigo Iñaki Egaña que él ha publicado en su muro de Facebook:


El Deep State español

Iñaki Egaña

Estamos acostumbrados, más en los últimos años, a definir el Estado profundo (Deep State en la nomenclatura anglosajona) como el poder oculto que domina el planeta. Cubículos que se desperdigan por los países más desarrollados y que marcan la tendencia en el devenir económico, militar y político. En los últimos meses, el debate sobre su actividad se ha disparado en EEUU tras el advenimiento de la segunda legislatura de Trump, llegando a excusar al presidente de sus verdaderas intenciones, y disculpándolo del no cumplimiento de sus propósitos: el fin de la guerra en Ucrania, la difusión de los documentos del Caso Epstein, su acercamiento a la Federación rusa para distanciarla de China… Supuestamente, Trump ha sido engullido por el Deep State que finalmente marca objetivos. La deriva ha activado seguidamente otra estrambótica, en los lindes con las teorías conspiranoicas que desde la pandemia de la Covid se han disparado exponencialmente. Los terraplanistas se han alineado con los defensores de la tesis que los aviones fumigadores fueron los causantes de la pandemia, todas las vacunas contienen un chip de espionaje, el gran remplazo o el pornomarxixmo. La verdad es que Trump les ha dado alas con su verborrea, pero estos falsarios no tienen que ver en absoluto con el pensamiento crítico. Sus narrativa acusa a unas determinadas sociedades secretas, algunas de ellas incluso procedentes de exoplanetas, de ser los causantes del desorden mundial. Los QAnon de la política, expandidos como escarabajos por los cinco continentes.

El Deep State es, por el contrario, una estructura bien real. No únicamente en EEUU, sino también, entre otros, en el Estado español. Y si en Occidente sus objetivos tienen que ver habitualmente con mantener la supremacía militar y sobre todo económica, en el Estado español se añade una tercera característica, la emotiva. Podría parecer una anomalía que ya avanzado el siglo XXI -con la robótica, la IA y la manipulación del ADN en puertas-, lo sentimental tenga valor político. Pero así es. Lo dijo hace una centuria el fundador de Falange: “España es una unidad de destino en los universal”. Y bajo este argumento, con el que fue creado el escenario para identificar a los enemigos modernos, las élites oscuras, las del Estado profundo, marcaron los adversarios, a los que añadieron un plus de hostilidad. Que somos nosotros, registrados ya al nacer como “rojos” y “separatistas”.

El Estado profundo español ya fue definido durante los últimos años del franquismo con una expresión que a los de nuestra generación nos resulta habitual, aunque a las siguientes les pueda parecer anacrónico: “poderes fácticos”. Entonces se identificaban como los militares, la banca, la iglesia y las grandes corporaciones económicas. Los aduladores de la Transición apuntaban que, con la llegada de la democracia borbónica, esos poderes fácticos desaparecieron. No lo creo. Sucede que los hemos identificado con otros apelativos: Policía Patriótica, UCO, CNI (bajo batuta militar los tres), el Ibex 35, medios de comunicación (rescatados por la Banca todos ellos), la Judicatura… En una expresión acertada, Fonsi Loaiza identificaba a estos hombres (el género es unanimidad) como los habituales del palco del equipo de fútbol español por excelencia: “El Palco del Real Madrid funciona igual que el de las cacerías de Franco, la máxima expresión del poder simbólico”.

Charles Pasqua, aquel empresario metido a ministro del Interior francés de nefasto recuerdo para la comunidad de Ipar Euskal Herria, que inauguró la “entrega en caliente” de Policía a Policía de centenares de refugiados que luego eran torturados en Madrid, definió su actividad justificándola con la Razón de Estado. La IA describe esta razón de Estado como una “preocupación superior” (a saber a qué se refiere con “superior”), que “puede necesitar derogar ciertas reglas jurídicas y morales, especialmente en circunstancias excepcionales”. Esta vez la IA lo ha pillado a la perfección. Cristóbal Montoro podría justificar su defensa precisamente con este argumento. Ya lo hicieron diversos gobiernos hispanos en las últimas décadas al sur de la muga, aludiendo a la excepcionalidad. También se justificaron, con éxito, los estafadores que defraudaron a la Hacienda que dirigió Cristóbal Montoro. Llevaron sus fortunas a paraísos fiscales para evitar el pago del llamado “impuesto revolucionario” que exigía ETA. La inviolabilidad del Borbón, sellada por la Constitución española que integraba los pilares de la España decimonónica, fue revocada cuando su abdicación. Entonces, apareció de una chistera una ley orgánica ad hoc, que contó con el apoyo del PP y del PSOE, y que concedía aforamiento al monarca saliente. Exiliado desde 2020 en Abu Dabi, ese aforamiento es suficiente para que ningún togado se atreva a meterle mano cuando retorna a la Península Ibérica para participar en algún sarao explícitamente preparado por sus acólitos.

Ese Estado profundo que trata de preservar los valores económicos ha saltado a la palestra con la Hacienda Patriótica creada o mantenida por el citado ex ministro Cristóbal Montoro, tal como sucedió con el caso de José Manuel Villarejo y la trama de la Policía Patriótica. La Iglesia vaticana que recibió la ayuda de 35.000 inmatriculaciones (1.500 en Hego Euskal Herria) o la validez de la jurídica Doctrina Botín, excepto para juzgar a los imputados de Euskaldunon Egunkaria son también ejemplos recientes. En el Procés catalá, la actividad del Estado profundo se mostró también con claridad, desde la actuación primera del monarca sustituto, con un discurso levantisco hasta el apaleamiento de votantes y quema de urnas por agentes de la autoridad.

La práctica nos demuestra que, en los temas de comer, quien ordenan líneas políticas son aquellos que Dionisio Ridruejo definió como “la verdadera comunidad nacional”. Me atrevo a citarlos: togas, tricornios, alcantarillas, gabardinas y parqués bursátiles.

 

 

 

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lunes, 4 de agosto de 2025

Getxoko Zirkuitua 2025 para del Toro

El ciclista mexicano Isaac del Toro, revelación del año en este deporte, ya le agarró el gusto a las competencias de la especialidad en Euskal Herria.

Después de hacerse con el segundo lugar de la Itzulia hace unos meses, ahora se queda con el triunfo del Circuito de Getxo 2025. Aquí lo que informa el portal de Claro Sports:


Isaac del Toro brilla en Getxo y conquista su octava victoria del año

El ciclista bajacaliforniano sigue demostrando ser uno de los mejores del planeta

José María Miranda

El ciclismo mexicano volvió a escribir una página dorada este domingo, cuando Isaac del Toro conquistó con autoridad el Circuito de Getxo 2025. Bajo un sol radiante en territorio vasco, el joven bajacaliforniano no solo se impuso ante rivales de élite, sino que también reivindicó su posición como una de las grandes promesas –y realidades– del ciclismo mundial. Esta victoria, la octava de su temporada, representa mucho más que un triunfo: es el reflejo de una generación mexicana que empieza a dejar huella en las clásicas europeas.

Desde el arranque, la carrera fue un verdadero campo de batalla. Los primeros kilómetros se vivieron con una intensidad inusitada, donde los ataques constantes buscaban formar la fuga del día. El malayo Muhammad Nur Aiman Mohd Zariff fue quien encendió la chispa con el primer ataque serio, aunque sería un grupo de diez corredores, entre ellos Pierre Latour y Samuele Zoccarato, el que lograría consolidar la escapada. Con una ventaja que llegó a superar los dos minutos, el pelotón, comandado desde temprano por el UAE Team Emirates XRG, mantenía todo bajo control.

La estrategia del equipo emiratí fue impecable. Con la reciente herida de la Klasikoa de San Sebastián aún abierta, donde parecían tener la carrera asegurada y terminaron sin recompensa, el bloque de Del Toro trabajó sin descanso. Igor Arrieta y Domen Novak tomaron la responsabilidad de reducir diferencias, dejando claro que esta vez no habría margen para errores. Movistar, por su parte, continuaba en su particular vía crucis, sin protagonismo y con la presión de una temporada que se les escapa de las manos.

La tensión explotó en el Alto Pike, la subida decisiva del día. A 17 kilómetros del final, la fuga ya había sido neutralizada, y el UAE aumentó el ritmo. Juan Ayuso, en un acto de reivindicación tras su discreta actuación previa, lanzó un potente trabajo de selección que destrozó el grupo. Fue entonces, a 16 kilómetros de la meta, cuando Isaac del Toro lanzó el ataque que marcaría la diferencia. Su aceleración, demoledora, no encontró respuesta.

Detrás, un pequeño grupo de favoritos intentaba organizarse. Alex Aranburu, el español más combativo, Héctor Álvarez y Toms Skujins apretaban los dientes para no perder contacto. Ayuso, sin colaborar, se mantuvo expectante, protegiendo la escapada de su compañero. La diferencia crecía y la meta en Getxo se acercaba. Del Toro, firme en cada pedalada, no daba signos de debilidad, demostrando que su forma física está en su punto más alto.

En los últimos kilómetros, el mexicano ya saboreaba la gloria. Con la ventaja suficiente, levantó los brazos antes de cruzar la línea, celebrando una victoria trabajada y merecida. Aranburu llegó en segunda posición, mientras que Ayuso completó el podio, sellando el dominio del UAE Team Emirates XRG en una jornada que parecía escrita para ellos.

Este triunfo no solo suma un nuevo trofeo a la vitrina de Del Toro, sino que alimenta el orgullo de todo México. Desde Tijuana hasta Getxo, su nombre resuena como símbolo de lucha y talento. Con apenas unos años en la élite, Isaac sigue acumulando victorias que lo acercan a los grandes de la historia. Hoy, el Circuito de Getxo 2025 se tiñe de verde, blanco y rojo gracias a un ciclista que no conoce límites.

Del Toro también correrá la Vuelta a Burgos

Tras disputar la carrera en San Sebastián, el ciclista de Ensenada volverá a competir en la UCI ProSeries, categoría en la que ya conquistó la 105ª edición de la Milán-Turín esta temporada.

La Vuelta a Burgos es una prueba con gran tradición, que ha visto pasar por su palmarés a figuras como Evenepoel, Nairo Quintana y Primoz Roglic. La edición 2025 se celebrará entre el 5 y el 9 de agosto y constará de cinco etapas que recorrerán un total de 851.4 kilómetros, desde Olmillos de Sasamón hasta las Lagunas de Neila.

La etapa reina se correrá el 9 de agosto, entre Quintanilla del Pidio y las Lagunas de Neila, e incluirá el exigente ascenso al Alto de Rozavientos: 3.3 kilómetros con una pendiente promedio del 9.6%. En estos dos escenarios históricos, Isaac del Toro seguirá construyendo su leyenda y buscará sumar su cuarta victoria UCI de la temporada. Actualmente, ocupa el puesto 14 del ranking UCI y aspira a seguir escalando con más puntos en competencias de alto nivel.

 

 

 

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