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lunes, 1 de mayo de 2023

Entrevista a Nerea Arostegi

A últimas fechas, muchos listillos, queriendo disfrazar su homofobia de erudición, citan a la RAE para decirnos que se debe decir presidentE y no presidentA... todos en lugar de todes... y así subsecuentemente.

Esas mismas gentes no tienen empacho alguno en decir selfi antes de accionar el móvil/celular para tomarse un autorretrato. Y así sucesivamente.

La RAE, esa anquilosada institución que tanto defiende "el buen castellano" ha quedado expuesta en toda su fobia al euskera en un libro de reciente publicación y de eso se trata esta entrevista publicada por Naiz:


«La RAE ha preferido castellanizar palabras en euskara y no respetar su pronunciación»

Nerea Arostegi | Periodista y autora de ‘Euskaratú. Sabes más euskera de lo que crees’ | Arostegi, autora de ‘Euskaratú. Sabes más euskera de lo que crees’, señala que muchos «no son conscientes de qué significa una lengua cooficial» y critica a la RAE por «faltas el respeto» al recoger términos. Mochila, órdago y otras cien palabras vascas que castellanohablantes conocen sin saberlo.

Daniel Galvalizi

«Mi madre ha empezado a estudiar ahora euskera, con 65 años», cuenta con orgullo la joven periodista Nerea Arostegi (32 años), nacida en Bilbo y cuya mayor parte de su familia es de origen burgalés. «Pero esta es nuestra tierra y mis padres me matricularon en una ikastola porque tenían claro que lo debía aprender», recuerda.

Arostegi ha vivido en Manchester, Florencia y Madrid y ahora es reportera de ETB2. Acaba de publicar ‘Euskaratú. Sabes más euskera de lo que crees’ (Ed. Penguin Random House), en la que cuenta la etimología de cien palabras de origen vasco que los castellanohablantes mencionan en forma cotidiana.

Además, hace una aguda crítica a la RAE y la forma en que recoge términos del euskara. Y en entrevista con NAIZ, además, explica por qué «sorgina» es su palabra favorita de la ancestral lengua que tanto admira y difunde.

Lo primero que pensé cuando supe de su libro es «¿cómo a nadie se le ocurrió hacerlo antes?». ¿Le sorprende que no haya uno similar en el mercado en un país con cientos de miles de euskaldunes repartidos por el Estado?

Es verdad que no existía y sí me sorprendió un poco. Me hace sentir más orgullosa que fuera mi idea [se ríe]. Yo no fui consciente de que no existía algo similar hasta que estuve dentro de todo el proyecto. A lo mejor históricamente se ha hablado del euskara para los que lo hablan y no hemos prestado atención en darnos cuenta que estamos más unidos de lo que creemos. El castellano ha cogido hasta 100 palabras cotidianas del euskara y probablemente haya más. Estas son las que que he visto sumergiéndome en escritos de lingüistas de la RAE y etcétera.

¿Y cómo se le ocurre la idea?

En mi entorno familiar nadie sabe euskara y mi relación siempre fue en castellano. Cuando vives aquí en Euskal Herria ya eres consciente de que vives con el euskara pero no eres consciente de cómo afecta al castellanohablante. Y cuando vivía en Madrid me preguntaban mucho sobre cosas en euskara. Con el periodista Isaías Lafuente hablábamos mucho de los aspectos lingüísticos y una vez hicimos un programa especial de ‘La Ventana’ (SER) en Donostia, en una librería que se llamaba Lagun. Le conté que el nombre significaba amigo o amiga, le dije que era un nombre bonito para una librería por lo que significan los libros, que pueden ser una compañía, y él se sorprendió porque no conocía el significado y empezamos a hablar de más términos que nos rodean. La gente tiene tan interiorizadas algunas palabras ¡y no sabe que son palabras en euskara! Eso pasó un 3 de diciembre, el Día Internacional del Euskara y a partir de esta conversación y un hilo de palabras en euskara que hice en Twitter, Isaías me animó para hacer el libro y me puse a escribir.

Cuente, por favor, algo sobre esos hilos de Twitter que suele hacer.

Todos los domingos publico un hilo de palabras en euskara, intento que tengan que ver con cosas que han sucedido esa semana, como por ejemplo la semana de los Goya, porque siempre en los Goya hay algo. Intento desgranarlo, sin sumergirme n lo gramático, pero es una manera de acercar la lengua, contar que el euskara es todo esto que nos rodea.

Generalizando un poco, percibo que al sur del Ebro hay un respeto del español medio hacia la lengua vasca que no lo tiene para con el catalán. ¿Por qué cree que ocurre?

No diría eso. Mi libro es bastante político y creo que el euskara ha estado muy arraigado y marcado con una ideología concreta. No solo porque Cs y PP hayan intentado acabar con la lengua vehicular para que solo lo sea el castellano, sino que el euskara ha estado muy vinculado al independentismo. Creo que al euskara se lo ve igual que al catalán. Pero se ha ido rompiendo poco a poco eso de que el euskara es algo complicadísimo. La gente ha acabado por admirarlo porque les parece un idioma súper difícil, y sí es cierto que el catalán es más cercano al castellano, pero también está vinculado al independentismo.

Al euskara creo que la gente lo siente lejos y me gusta dejar claro que no es difícil, no es que un idioma sea más difícil que otro. Para un español será más fácil estudiar portugués o italiano que alemán, en cambio para un inglés le será más fácil el alemán que el italiano. No existe el idioma difícil y en el libro intento romper con esa idea. El euskara no es difícil porque ya lo conoces, no es algo que esté tan lejos.

¿Cómo ha sido la acogida del libro en gente que no se sienta vasca o que no sepa nada del euskara?

Creo que es positiva en varios aspectos. Mi idea estaba siempre dirigida a los castellanohablantes, para demostrarles que saben más euskara de lo que creen. Despierta mucho interés y con la publicación me he dado cuenta que los euskaldunes, además de percibir que es bonito estar expandiendo la lengua en otras personas, se están dando cuenta de que también aprenden con este libro. Muchos que hablan euskara todos los días no son conscientes, por ejemplo, de que que órdago viene del euskera (hor dago) o que Osakidetza viene de filiación. Las etimologías muchos no las conocían y de repente es un despertar de cosas curiosas. Es un libro que está siendo bien interesante en ambas partes.

Como vascohablante, ¿cómo vivió en Madrid la relación con el euskara por parte de su entorno allí?

Yo he percibido más admiración y respeto en general. Uno va escogiendo también su entorno, te puedes cruzar con gente diversa. Se te quedan mirando por ejemplo cuando escribes un mensaje de Whatsapp y te dicen ‘qué bonito, cómo suena’ y quizás era un mensaje de enfado [se ríe]. Me he encontrado con algún tonto, claro, con bromas de mal gusto, pero no me he sentido extraterrestre. En el trabajo, siempre que había un contenido que tenía vínculo con algo euskaldun, siempre había un contacto para tratar las cosas con respeto.

¿Ha visto que se comparta en Madrid la defensa del euskara?

Yo sí lo he vivido, afortunadamente. Lo que sí creo que existe no es una idea consciente de que es una lengua cooficial, no entienden lo que eso significa. Cooficial significa que se comparte oficialidad y eso implica que se tomen políticas mucho más allá de que haya ikastolas. Ahora creo que la gente se está dando cuenta un poco más de eso.

Creo que el euskara, catalán y gallego deberían ser lengua de opción fuera de sus territorios y así se le daría la importancia que tienen como lenguas cooficiales. Si un andaluz o un extremeño quieren conocer más sobre las lenguas cooficiales, tienen que poder hacerlo. Creo que eso es lo que falta ampliar y nos está faltando. Nos guste o no nos guste, vivimos todos juntos en un mismo territorio y hay lenguas cooficiales y el acceso a ellas debería ser más igualitario y al menos tener la opción en los ámbitos públicos.

En el libro comenta que hay palabras en euskara que los políticos dejan caer «como caramelos en cabalgata de reyes». Palabras como «filoetarra» o «cachorros de terrorista». ¿Qué siente en esos casos?

Claro, es que me da rabia. Algunos políticos hacen uso de un idioma por un egoísmo propio de la política, no porque entren a debatir sobre una lengua sino porque es mucho más fácil quedarse en la superficie de decir «filoetarra». Hacen uso de eso para seguir fomentando un odio. Ciudadanos ha estado utilizando el catalán para jugar con las emociones y sentimientos de animadversión contra una tierra, juegan con las pasiones y tiran sin reflexionar.

Hay palabras como «akelarre» que son más sabidas, pero me ha llamado la atención que «mochila» fuera de origen vasco. ¿A usted también?

Sí, me ha sorprendido y es el ejemplo que suelo mencionar porque es que la mochila es un elemento súper cotidiano, con los niños cuando van al colegio o los mochileros, y es una palabra que nadie asocia con el euskara. Otras palabras se pueden asociar más fácilmente. Mochila viene de mutil, un chico, originariamente la persona que te llevaba las cosas.

Recuerda en el libro el caso del error de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que vio la palabra «eta» en un cartel en una manifestación y lo vinculó a ETA y no a su significado «y». ¿Ve a muchos no vascohablantes con el mismo error o similares?

El ejemplo de Soraya fue el que más recordaba porque fue muy sonado por aquí en Euskal Herria. Veo que hay políticos que no hacen traducciones buenas en campaña. Algunos lo utilizan solo para ver si captan el interés y solo en tiempos electorales. Creo que algunos miran por encima al euskera, no lo tratan como lengua cooficial, e incluso aunque lo hablaran solo los independentistas merece el mismo respeto, porque tiene tanta legitimidad como la parte no independentista.

¿Cuál es su palabra favorita en euskara?

Sorgina, porque es una palabra que ejemplifica bien todo lo que es el libro. La traducción literal significa «bruja», pero realmente el término viene a ser las creadoras, son esas mujeres que ayudaban en la creación, en los partos. Es una palabra de la mitología vasca previa al cristianismo. Se las ha visto como hechiceras cuando realmente la imagen denostada de las brujas es que nunca se ha querido ver a una mujer con poder.

También me gusta porque está recogido en la RAE, como jurguina. Esto ejemplifica muy bien cómo la RAE incorpora términos por su uso genérico pero no respeta el origen del nombre, les ha apetecido más castellanizar y no respetar la pronunciación. Es una manera de castigar y hacer que a los euskaldunes nos sangren un poco los ojos a través del diccionario. La palabra también me gusta por el lema feminista «Erre ezin izan zenituzten sorginen bilobak gara» («Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar»).

¿Cree que la RAE castiga al euskara?

Sí, lo hace al intentar llevar las palabras a su lengua sonoramente. Por ejemplo el blue jean está recogido bien. Adapta con todos los idiomas porque castellaniza pero creo que maltrata al euskara cuando hace algunos cambios. Hace 100 años, que la RAE los recogiese de manera sonora y los escribiera como pueda era más entendible, pero en estos tiempos creo que es innecesario seguir manteniendo esa costumbre, me parece una falta de respeto. Por ejemplo entiendo el caso de txamarra y chamarra, es comprensible, pero si no mantienes la grafía ni la fonética, estás maltratando la lengua. Pero bien que luego recogen sandwich... para lo que quieren sí que ponen ganas.



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