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jueves, 3 de octubre de 2024

Roitman | La España de Reyes y Cortesanos

Demoledor este texto que Marcos Roitman ha dado a conocer en las páginas de La Jornada con la negativa por parte del estado mexicano a invitar a Felipe Borbón a la investidura de la Doctora Claudia Sheinbaum como Presidenta de México.

Disfruten la lectura:


La España de reyes y cortesanos

Marcos Roitman Rosenmann

El tatarabuelo de Felipe VI, Alfonso XIII, poco antes del advenimiento de la Segunda República, (1931) decidió ampliar su corte. Nombró duques, condes y grandes de España. No sería la primera ni la última vez que un monarca acudiera a dicha práctica. Títulos nobiliarios a cambio de lealtad. Presidentes de gobierno, entrenadores de futbol, empresarios y literatos son bendecidos con títulos nobiliarios. Durante los tres siglos de ocupación española en territorios de América Latina, conquistadores y colonizadores, mutaron de aventureros a virreyes y archiduques, acrecentando la fortuna de Austrias y Borbones. Juan Carlos I y Felipe VI siguen la tradición.

Militantes del Partido popular, PSOE e Izquierda Unida pertenecen a la nobleza. Cayetana Álvarez y Peralta Ramos es la XV marquesa de Casa Fuerte; Esperanza Aguirre, ex presidenta de la comunidad de Madrid, es grande de España, y su alcalde, José Luis Martínez Almeida, se acredita conde de Navasqüés. Nicolás Sartorius y Álvarez de las Asturias Bohorques es hijo de los condes de San Luis, fue militante del Partido Comunista y fundador de Comisiones Obreras. El primer director general de Universidades con Felipe Gonzalez, Emilio Lamo de Espinosa Michels de Champourcin, es vástago del marqués de Mirasol y barón de Frignani; su hermano, ministro con Adolfo Suárez. Jorge Semprún, ex comunista, llega a la nobleza por parte de madre, emparentada con la condesa de Cabarrús y vizcondesa de Rambouillet. Otros ciudadanos adhieren a la sociedad cortesana recibiendo la Gran Orden y Cruz Isabel la Católica, Alfonso X El Sabio o la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III.

Así, se puede entender el cierre de filas de gran parte de la élite política española, gobierno y oposición, acusando a México de patrocinar la cultura del odio, al ningunear al jefe de Estado una invitación para asistir a la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Pero hagamos memoria. Son cinco siglos de monarquía, los reyes forman parte del ADN del pueblo español. Si exceptuamos el breve interregno del periodo republicano, la primera (1873-1874) y la segunda (1931-1939), España se concibe como unidad en lo universal, cuna de la civilización occidental y los valores cristianos. La guerra hispano-cubana-estadunidense en 1898, supuso una crisis de identidad, perdió Puerto Rico, Cuba, Filipinas y la más grande de las Islas Marianas, Guam. Su imperio quedó en nada, causando un profundo dolor en la sociedad española, que perdura hasta nuestros días.

Alfonso XIII, cuyo reinado va desde 1906 hasta la proclamación de la segunda República, 1931, propuso un nuevo comienzo para recomponer el nacionalismo español, al cual adhiere la izquierda españolista de hoy. En 1918, el 12 de octubre de 1492 pasa a ser celebrado como el Día de la Raza. El dictador Francisco Franco le dio continuidad y en 1958, decide apellidarlo Fiesta de la Hispanidad. Tras la coronación de Juan Carlos I en 1975, y bajo la Constitución de 1978, el gobierno de Felipe González emite en 1987 el real decreto que establece el 12 de octubre como Día de la Fiesta Nacional. Su redacción no deja dudas del sentido imperial: "Simboliza las efemérides históricas en que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un periodo de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos". Síntesis perfecta de la propuesta de Alfonso XIII, quien declaró, tras el desastre colonial, que el 12 de octubre del siglo XX, sería conocido como el nacimiento espiritual del imperio hispanoamericano. Así, se construye la leyenda rosa y exculpa a los monarcas de cualquier acto de violencia cometido en sus territorios de ultramar. La identidad de España no se cuestiona. El rey lo es por origen divino y es representante de la nacionalidad española. No hay más explicación. De ahí la pataleta, los insultos, descalificaciones y exabruptos con la decisión de no invitar al monarca a la toma de posición de la nueva presidenta de México. Como muestra, sirvan los improperios lanzados por el miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española Arturo Pérez Reverte, quien refiriéndose a Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador como: "imbéciles, oportunistas, demagogos y sinvergüenzas o las cuatro cosas a la vez". En esta ocasión, Pedro Sánchez y el gobierno, calla y otorga.

En Chile, en la plaza de armas de su capital, luce la estatua del conquistador Pedro de Valdivia. La placa tiene la siguiente leyenda: "Al fundador de la nacionalidad chilena don Pedro de Valdivia. Obsequio de la colectividad española en homenaje al 150 aniversario de su independencia. Día de Santiago Apóstol 25 de julio de 1963". Presentar a Pedro de Valdivia como fundador de la nacionalidad chilena es una broma de mal gusto. Sus huestes violaron y esclavizaron a hombres y mujeres. Y el nombre de Santiago no tiene glamur. Mientras combaten españoles y araucanos, emerge la figura de Santiago apóstol espada en mano, causando la derrota de los indios. El mito del apóstol toma un nuevo cariz para pasar de Santiago matamoros a Santiago mataindios. Hoy muchos hacen su camino sin conocer la historia.

Los pueblos originarios han sido excluidos en América Latina, salvo excepciones, Bolivia y Ecuador, estados plurinacionales, como forjadores de identidad nacional. Resisten, sin perder su dignidad, luchando y sobreviviendo a los megaproyectos, las trasnacionales, y el capitalismo verde. El EZLN o los mapuches son ejemplo. Mientras el pueblo español considere la conquista y colonización la más grande gesta civilizatoria de la humanidad, llevada a cabo contra indios, infieles o simplemente homúnculos, los gachupines no albergan conciencia de haber cometido crímenes de lesa humanidad. Por tanto, ¿De que tendrán que disculparse? No hay razón alguna, ni siquiera para pensarlo. ¡Viva el rey!

 

 

 

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martes, 1 de octubre de 2024

La Evidencia

En Naiz se hace un ejercicio de memoria reciente enfocándose en el ejercicio democrático y soberanista llevado a cabo por el pueblo catalán.

Adelante con la lectura:


1-O, el referéndum que dejó la evidencia de una España autoritaria

GARA desplegó en Catalunya seis periodistas para cubrir de primera mano el referéndum del 1 de octubre de 2017. Era un día histórico para Catalunya, pero desde Euskal Herria también se vivió con gran fervor. Un pueblo defendiendo su derecho a decidir frente a la fuerza de un Estado, eso es algo que no se ve todos los días.

Asier Robles

El 1 de octubre de 2017 se recordará para siempre en Catalunya. Ya lo advertía el periodista de GARA Beñat Zaldua en la primera frase del reportaje que escribió desde Barcelona sobre lo ocurrido parafraseando al cantautor Ovidi Montllor y citando uno de los lemas de la jornada: «Será un día que durará años».

El Estatut «cepillado» en 2006 por el Parlamento español, la crisis del 2008 y un Estado intransigente hacia las demandas de las naciones que encierra fueron, entre otras cuestiones, el caldo de cultivo para que el independentismo catalán ganase cada vez más apoyos y se plantará en aquel referéndum amparado por la mayoría independentista del Parlament y, sobre todo, por una gran parte de la sociedad catalana muy bien organizada y muy decidida. Pero el Estado español, representado por el gobierno de Mariano Rajoy (PP), también estaba decidido ha impedirlo.

Ya el titular de la propia portada del periódico del 1 de octubre hacía presagiar lo que acabamos viendo durante el día: «Catalunya acude a las urnas bajo el estado de excepción español». Y es que aquel día, aunque evidentemente no será recordado por el día en el que Catalunya consiguió su independencia, sí será recordado por dos cuestiones: La primera es por una gran movilización y organización popular que queda como lección para todo el mundo. La segunda es la violencia y la actitud autoritaria con la que el Estado español respondió a quienes tan solo querían ejercer el derecho a decidir.

Como todo lo que concierne a los procesos proindependentistas de Europa y, en especial, de las naciones bajo el poder del Estado español o francés, en Euskal Herria esa jornada, y todo su contexto, también se vivió con gran fervor. GARA dio respuesta a esa demanda de información realizando un gran despliegue de medios y dedicando 16 páginas de su edición del siguiente día a informar sobre el acontecimiento. Junto al ya mencionado Zaldua, viajaron para informar desde el lugar los periodistas Iraia Oiarzabal, Ion Telleria, Manex Altuna, Aitor Agirrezabal y el propio director Iñaki Soto.

Una cronología explicaba a grandes rasgos lo que había dado de sí el día: la vigilia nocturna en los centros de votación; la llegada de las urnas por la madrugada ante la sorpresa de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; el comienzo de la votación a las 09.00 de la mañana; la irrupción violenta de la Guardia Civil y la Policía española frente a los miles de voluntarios que ponían su cuerpo para frenarles y que la gente pudiese votar; los ataques informáticos con el objetivo de sabotear el referéndum; las declaraciones de enojo y odio del Gobierno español…

«Catalunya desborda al Estado» fue la frase que estampó GARA en su portada del 2 de octubre y que junto al titular de la noticia principal, «Catalunya burla el veto de Madrid y el Govern apunta a la declaración de independencia», definía lo que había supuesto ese 1-O. Pese a detener a altos cargos, amenazar a 700 alcaldes, intervenir las finanzas catalanas, movilizar más de 10.000 policías, buscar las urnas como pollo sin cabeza y entrar cargando a los colegios electorales, el Estado español no pudo impedir que 2.286.217 personas (de un censo de 5.313.564) lograran votar. El «sí» a la independencia ganó con un 90,18% (2.044.038) de los votos, frente al 7,8% (177.547) que votó «no».

Las imágenes de la brutalidad policial dieron la vuelta al mundo. «Mazas para derribar puertas, cizallas para cortar candados, golpes a mansalva… Policía y Guardia Civil asaltan las urnas sin importarles la resistencia pasiva masiva ni las miles de cámaras que difunden al mundo lo que ocurre». 893 civiles fueron atendidos por el Sistema de Emergencias Médicas de Catalunya, la mayoría heridos leves, aunque varias personas requirieron hospitalización.

GARA también se hizo eco de las reacciones internacionales. «El mundo asiste estupefacto al striptease antidemocrático español», titulaba Iker Bizkaguenaga la noticia sobre este aspecto. En ella resumía cómo medios internacionales de todo el globo, desde la agencia china Xinhua hasta el estadounidense 'The New York Times' habían informado de la jornada centrándose en la represión policial.

También mencionaba las declaraciones de varios líderes políticos europeos, como el líder laborista británico Jeremy Corbyn, que pidió una solución política y denunció que «la violencia policial contra los ciudadanos en Cataluña es escandalosa»; el primer ministro belga, Charles Michel, que señaló que «la violencia nunca puede ser la respuesta»; la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, que instó a Madrid a «dejar que la gente vote pacíficamente»; o el presidente de Eslovenia, Borut Pahor, que señaló que «hoy realmente muchos corazones eslovenos laten a favor del pueblo catalán». También desde el mundo de la cultura, personalidades como Irvine Welsh o J.K. Rowling mostraron su indignación ante lo vivido.

El referéndum dio mucho que hablar y el tema ocupó la portada durante los días siguientes. «El Govern apunta a la Declaración Unilateral de Independencia y apela a la mediación Europea», «El rey amenaza a Catalunya tras un masivo paro cívico» recogía GARA los días 3 y 4 de octubre, dejando evidencia de lo complicado de la situación. De hecho, el pulso entre Catalunya y el Estado alcanzó su mayor nivel de tensión con la irrupción del monarca Felipe de Borbón llamando en un tono amenazante a «restaurar el orden constitucional» y «defender la unidad de España».

Esa tensión duró todo el mes de octubre, con una Declaración de Independencia que duró menos de un minuto; las detenciones de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, presidentes de Òmnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana respectivamente; la huida a Bélgica del president Carles Puigdemont para evitar ser encarcelado; la aplicación del artículo 155 de la Constitución española para intervenir la autonomía de Catalunya y convocar nuevas elecciones; o el encarcelamiento de líderes soberanistas como Oriol Junqueras, Carme Forcadell o Jordi Turull. «Free all catalan political prisoners», publicaba GARA en su portada del 3 de noviembre. El resto es otra historia.





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Salmerón | La Presidenta y el Rey

El españolismo más rancio y cutre está levantado en armas en contra del estado mexicano por haberse atrevido a no invitar al heredero ideológico y político de Francisco Franco a la ceremonia de investidura de Claudia Sheinbaum Pardo como Presidenta de esa nación soberana.

Aquí una respuesta al españolismo carpetovetónico cortesía de La Jornada:


La Presidenta y el rey: usos de la historia

Pedro Salmerón Sanginés

No escribiré sobre el sainete del señor Pedro Sánchez, palafrenero del rey cuyo único mérito para serlo es que su padre es aquel corrupto al que impuso Francisco Franco: suscribo este editorial (https://www.jornada.com.mx/2024/09/25/index.php?section=edito). Sí recordaré que el rey no puede pedir perdón a las naciones originarias, porque “la invasión española a América –seguida de la bestial guerra de exterminio y ocupación y del posterior establecimiento de un sistema explotador colonial sin ambages– constituye la clave de la cultura, la sociedad, la política y la identidad de los españoles” (https://www.jornada.com.mx/2023/05/16/opinion/014a1pol).

Fincan su identidad en el orgullo imperial: guerras de conquista y saqueo, picas en Flandes y galeras en Lepanto (por el control de Europa y el Mediterráneo)… y como héroes simbólicos: Colón y Cortés. No importa que la mayoría de los españoles descienda de siervos, campesinos y trabajadores: demasiados han comprado el discurso de sus gobernantes. Y no parece haber diálogo posible, porque para ese discurso nunca hubo invasión, genocidio, colonialismo ni extracción, por más que estén irrefutablemente documentados. No: llegaron a civilizar, a salvar… porque (aunque a veces lo escondan) creen que salvaron las inmortales almas de los indios trayéndoles la única y verdadera religión. A este orgullo imperial (y religioso) le siguió una monarquía cada vez más esperpéntica en los siglos XIX y XX; el colonialismo que quiso continuar a costa de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Marruecos; la esclavitud que se abolió en 1870 en España y hasta 1886 en Cuba. Y sólo hay dos grandes momentos de insurrección popular en las discusiones y la gran literatura española: 1808-1812 y 1936-1939. El problema de la primera –en términos de su discurso identitario– es que tomó como símbolo a un cobarde tradicionalista, Fernando VII. El problema de la segunda es que la actual monarquía surge del cuartelazo militar, conservador y fascista, respaldado por Alemania nazi e Italia fascista, que ahogó en sangre esa revolución social. Y no es una figura: el corrupto rey Juan Carlos lo fue por decisión del dictador Francisco Franco. Dicen que se hizo un referéndum y se votó la monarquía: sí, una vez, bajo las armas de la dictadura y hace casi medio siglo.

¿Cómo se construyó nuestro discurso histórico? Aunque la derecha conservadora añora a Iturbide y Maximiliano (y a Zedillo, duque de Acteal y marqués de Fobaproa), aunque aman a Porfirio Díaz, aunque leen (los pocos que leen y no se guían por youtuberos) a Vasconcelos, que escribió un manual de historia pensado para hacer propaganda nazi, el discurso se construyó por otro lado: arranca con el nacionalismo del siglo XVIII (el jarocho Clavijero, el regiomontano Servando de Mier, el guanajuatense Hidalgo) y desde entonces se eligió reivindicar a México-Tenochtitlan como origen y a Cuauhtémoc como héroe, y si bien he insistido en que fue un error construir a Tenochtitlan como la raíz de la nación, sí es interesante analizar por qué se eligió a Cuauhtémoc: no es la soberbia militarista de un Ahuízotl ni cobardía entreguista de Motecuzoma (aunque hemos demostrado que eso no ocurrió)… no, se eligió a Cuauhtémoc porque es quien resiste a la adversidad, al destino, a una invasión impulsada por el afán de oro y dominio (en su Segunda carta de Relación, Cortés escribe la palabra "oro" más de 50 veces y "esclavos" o sus variantes más de 20).

Y tras ello, se monta nuestro discurso historiográfico: la resistencia y luego la lucha por la libertad, la igualdad y la justicia encarnada en Hidalgo y Morelos. Y con los grandes románticos (Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano) los insurgentes y los chinacos alcanzaron estatura de gigantes. Luego, el porfiriato, y el PRI con mayor eficacia, se robaron esa historia, pero los mexicanos la recuperamos en las calles y las trincheras.

La derecha repite que los mexicanos estamos "acomplejados" y "resentidos". Respondo en primera persona: es un orgullo fincar mi identidad en la resistencia contra la opresión, la lucha contra el colonialismo, la guerra contra el imperialismo, la rebeldía, la revolución. Es un orgullo descender de mixtecos y nahuas, andaluces y vascos, moros y cristianos, africanos esclavizados, libaneses, nicaragüenses y hasta algún pirata inglés. Y a este mosaico pluricultural agrego los combatientes antifascistas a los que abrimos la puerta y se fundieron con México por amor: judíos europeos, españoles republicanos, sudamericanos fugados de dictaduras genocidas...

El mío es el México de las mujeres tlatelolcas que enfrentaron a los españoles en agosto de 1521; cimarrones de Veracruz; pames y mixes, que nunca aceptaron el yugo colonial; la "horda de Hidalgo", soldados de Morelos; las mujeres que en Pénjamo desafiaron a Iturbide; los pintos de las montañas del sur; los indios de Tetela, los Lanceros de la Libertad y los Cazadores de Galeana que hicieron morder el polvo al francés; mayas y yaquis que nunca se doblaron; obreros de Río Blanco y Cananea; las Violetas del Anáhuac; magonistas, coronelas zapatistas, dorados de Villa; las mujeres del primer Congreso Feminista; muralistas, maestras rurales de la década de 1920, petroleros de 1938, ferrocarrileros de 1958, estudiantes de 1968-1986-1999; la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, las madres del Comité Eureka, las señoras de San Miguel Teotongo, las costureras del 19 de septiembre, zapatistas de Chiapas, maestras que durmieron en el Monumento a la Revolución en 2013, madres y padres de los 43… y los 36 millones que votamos por Claudia Sheinbaum, y el 79 por ciento que respaldamos su actitud ante el rey y su palafrenero Sánchez.

 

 

 

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