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viernes, 26 de enero de 2024

Vascos en las Fortalezas Volantes

Son muchos los integrantes de la diáspora vasca que han puesto sus vidas en la línea en favor del aparato militar estadounidense sin que esto haya significado el más mínimo interés por parte de Washington en favor del respeto a los derechos civiles y políticos del pueblo vasco.

En El Correo se ha publicado un reportaje que nos habla de un grupo de ellos, quienes sirvieron en las Fortalezas Volantes durante el asalto Aliado a la Europa bajo dominio nazi... en el teatro occidental, claro está.

Aquí la información:


'Los amos del aire' refleja la vida de los tripulantes de las fortalezas

Los héroes vascos de los bombarderos decisivos para vencer a los nazis (a los que Spielberg recuerda en una nueva serie)

Julio Arrieta y Josemi Benítez

Quizá «en ningún otro momento de la historia de la guerra ha existido una relación entre combatientes similar a la que se dio entre las dotaciones de combate de los aviones pesados de bombardeo», escribió Starr Smith, antiguo oficial de inteligencia de la 8ª Fuerza Aérea.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las tripulaciones de los aviones de esta unidad de las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos (USAAF) desplegadas en Inglaterra estuvieron formadas por «gentes de todos los confines de Estados Unidos y de todos los estratos sociales. Había graduados en Historia por Harvard y mineros de carbón de Virginia Occidental, abogados de Wall Street y vaqueros de Oklahoma, ídolos de Hollywood y héroes de fútbol americano», escribe Donald L. Miller, catedrático emérito de Historia John Henry MacCracken en el Lafayette College (EE UU), autor de 'Amos del aire' (Desperta Ferro Ediciones), exhaustivo estudio histórico que ha servido de base a la nueva serie producida por Steven Spielberg y Tom Hanks que, con el mismo título, se acaba de estrenar en Apple TV.

La nueva producción refleja la vida y la estrecha convivencia de los 'bomber boys', las tripulaciones de las fortalezas volantes B-17, diversas pero unidas por el riesgo que afrontaban en cada misión sobre la Alemania de Hitler, vuelos en los que las posibilidades de sobrevivir eran reducidas. «El actor Jimmy Stewart fue un 'bomber boy', como también lo fue el Rey de Hollywood, Clark Gable. Ambos sirvieron junto con hombres y muchachos que limpiaban cristales en las oficinas de Manhattan o cargaban vagones de carbón en Pensilvania», dice Miller. Estadounidenses, pero a la vez «polacos e italianos, suecos y alemanes, griegos y lituanos, nativos americanos e hispanoamericanos». Y vascos. «Hemos podido documentar 13 biografías de tripulantes vascos de B-17 volando en bases desde Inglaterra en unidades de la 8ª Fuerza Aérea, aunque probablemente iremos documentando más», apunta el investigador Guillermo Tabernilla, de la Asociación Sancho de Beurko, que está realizando una serie de 'shorts' sobre este tema en YouTube.

Miller y Tabernilla coinciden al señalar que el avión bombardero emblemático de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial fue el Boeing B-17, conocido como Fortaleza Volante por sus descomunales defensas –hasta 13 ametralladoras en su última variante–. «Convertido en uno de los pilares de la 8.ª Fuerza Aérea, fue popularizado por la propaganda y el cine hasta el punto de desplazar al otro bombardero pesado con el que compartió misiones en los cielos de Europa y Asia, el Consolidated B-24 Liberator», escribe Tabernilla en el estudio 'Alas de la diáspora en Estados Unidos', incluido en el libro 'Combatientes vascos en la Segunda Guerra Mundial' (editado también por Desperta Ferro).

Boeing B-17 | Flying Fortress | ‘Fortaleza Volante’ | -Bombardero-

El avión empezó a fabricarse en 1935. Era un cuatrimotor de 22,7 metros de longitud con una envergadura de 31, 6. Podía alcanzar una velocidad máxima de 462 kilómetros por hora (293 de crucero) con un techo de 10.851 metros. Algo increíble si se tiene en cuenta que no estaba presurizado. Los tripulantes tenían que llevar máscaras de oxígeno y trajes y guantes calefactados, porque las temperaturas dentro podían rondar los 40 bajo cero. En los puestos de los artilleros de los costados el fuselaje iba abierto, para emplazar las ametralladoras. Eso explica por qué la tripulación hablaba constantemente por los intercomunicadores: servía para comprobar que nadie había perdido el conocimiento –o muerto– por la falta de oxígeno o por el frío.

Versiones

El primer prototipo voló el 28 de julio de 1935 (B-299), luego vinieron el B-17B, del que se construyeron 39 unidades, Y1B-17, B-17C, B-17D, B-17F... La serie B-17E fue la primera en producirse de forma masiva. Se fabricaron 512 unidades que incorporaban la novedad de dos torretas con dobles ametralladoras Browning M2 de 12,7mm, una en posición dorsal y otra en posición ventral. El modelo B-17G fue el que se produjo en mayor cantidad (8.680 en 1945).

Armamento

Estos aviones llegaron a tener 13 ametralladoras montadas en 4 torretas: dos a cada lado del morro, dos en las ventanas laterales, dos en la cola, dos en torreta frontal de tipo Bendix, dos en torreta inferior tipo Sperry, dos en torreta dorsal tipo Sperry -todas ellas de calibre 50- y una de 7’6 milímetros en la proa.

Bombardero

Podían cargar casi 8.000 kg de bombas, dependiendo del modelo. Lo más normal era 3.600 kg en misiones de corto alcance y 2.000 kg. en misiones de largo alcance. En las miles de misiones en las que intervinieron con los Aliados durante la guerra en Europa arrojaron 640.036 toneladas de bombas sobre objetivos europeos.

La tripulación

La tripulación estaba formada por diez hombres: piloto, copiloto, bombardero (también se ocupaba de las ametralladoras del morro), navegante (además se encargaba de las ametralladoras delanteras), ingeniero de vuelo (que manejaba la torreta dorsal), radio operador, artillero de cola, artillero ventral y dos artilleros laterales. Boeing fabricó más de 12.600 Fortalezas Volantes, casi todas ellas destinadas al bombardeo de gran altitud sobre Europa.

Los vuelos de los B-17 estadounidenses eran diurnos –la RAF se ocupaba de los bombardeos nocturnos– y al principio se hacían sin escolta. «En octubre de 1943, menos de uno de cada cuatro aviadores de la 8ª Fuerza aérea completó su turno de servicio», 25 misiones. «Dos tercios de los hombres morirían en combate o serían capturados por el enemigo», escribe Miller.

Y luego está el infierno que estos vuelos desencadenaban con sus descargas. Cada B-17 podía dejar caer entre 2.000 y 3.600 kilos de bombas, dependiendo del alcance de la misión, en la que los aviones se enfrentaban a la artillería antiaérea y a los cazas alemanes. La precisión brillaba por su ausencia. 61 ciudades alemanas fueron reducidas a «cenizas y escombros humeantes», dice Miller. «Tres millones de hogares se perdieron en la guerra». Murieron entre «500.000 y 600.000 no combatientes. En esta guerra murieron ancianos, mujeres y niños menores de cinco años». Porque «si tenías más de cinco años eras evacuado al campo, pero las madres se quedaban en la ciudad, muchas de ellas trabajando y con sus hijos al lado».

En el aire, el 'campo de batalla' «era una absoluta chatarrería. Metal volando. Seres humanos cayendo en paracaídas. En llamas. Aviones girando y sumergiéndose en lo que algunos aviadores llaman giros de la muerte». A una altura en la que nadie había combatido nunca hasta entonces. «Todo el mundo habla de 'Hermanos de sangre' y de los escuadrones de fusileros, pero no creo que ningún grupo de jóvenes en la historia del combate haya tenido tanta responsabilidad como estas tripulaciones de bombarderos», comenta Miller. «10 personas en un avión y, tal vez, el más viejo es el piloto con 22 años. 1.000 de estos aviones con 10 hombres en cada avión van a determinar si esa batalla se gana o se pierde».

En la guerra moderna hay dos clases principales de bombardeo aéreo: estratégico y táctico. «Según la definición de la Fuerza Aérea el primero golpea a la economía del enemigo; trata de inutilizar su potencial bélico mediante golpes a su producción industrial, la moral civil y sus comunicaciones. El bombardeo táctico es el apoyo aéreo inmediato del movimiento de fuerzas de aire, tierra o mar. La 8ª Fuerza Aérea llevó a cabo los dos tipos de ataque, aunque al inicio de la guerra sus líderes esperaban dedicarse casi en exclusiva al bombardeo estratégico».

¿Fueron determinantes estos bombardeos masivos en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial en Europa? Es tema de debate entre especialistas, pero Miller cree que sí. En todo caso, el historiador recuerda que «destacados periodistas e historiadores han sostenido que el bombardeo estratégico no logró limitar la producción de Alemania y que el bombardeo de ciudades consiguió reforzar la voluntad de resistencia del pueblo alemán».

Miller apunta que «los debates históricos en torno al impacto económico del bombardeo tienden a ignorar una de las aportaciones señeras del bombardeo a la victoria: su impacto en la guerra terrestre». A primeros de abril de 1945, ya apenas quedaba nada que bombardear en Alemania. Se había ganado la guerra al petróleo. Las plantas sintéticas estaban reducidas a un 6 por ciento de su producción normal y la producción de gasolina de aviación estaba detenida por completo. La campaña del petróleo 'le cortó las alas a la Lutwaffe' y dificultó la movilidad de la Wehrmacht, pues le impidió proteger los recursos carboníferos que alimentaban las plantas de petróleo sintético».

Los vascos

Tanto entre los tripulantes de estos bombarderos como entre el personal de tierra que los servía hubo muchos vascos. La Segunda Guerra Mundial fue muy importante en la historia de la diáspora vasca. En un momento en el que la población de origen inmigrante empezaba a tener serios problemas de rechazo, «la entrada de EE UU en el nuevo conflicto mundial fue vista por los vascos como una gran oportunidad para demostrar el compromiso con su país de adopción y probarse a sí mismos como buenos americanos», dice Guillermo Tabernilla.

El proyecto de investigación Fighting Basques, de la asociación Sancho de Beurko, ha recuperado las historias de varios de ellos que volaron en los bombarderos de la 8 Fuerza Aérea. «Se pueden encontrar ocupando todos los puestos de los aviones». De hecho, si alguien se lo hubiera propuesto, se podría haber formado por lo menos una tripulación completa de B-17 solo con euskaldunes –todos hablaban euskera– . «De los pilotos, se puede destacar al comandante Ignacio ‘Nash’ Bideganeta, los tenientes Robert B. Jauregui, Frank Gamboa y un cuarto que terminó su formación cuando la guerra acababa en Europa, Martin Segura. También pilotó B-17 el coronel Eusebio ‘Seb’ Arriaga, pero lo hizo como instructor de vuelo, nunca en operaciones. El más relevante de todos ellos fue el comandante Ignacio J. ‘Nash’ Bideganeta, que llegó a ser jefe de operaciones del 92.º Grupo de Bombardeo, uno de los más veteranos de toda la 8.ª Fuerza Aérea», comenta Tabernilla.

Ignacio ‘Nash’ Bideganeta | Piloto

Nació de padres vascos en 1917, en Mountain Home (Idaho).

Se graduó en la High School de su ciudad y más tarde en la Universidad de Washington, donde estudió contabilidad. El 5 de febrero de 1942 ingresó en la USAAF como cadete de aviación y se formó como piloto.

En marzo de 1943 fue asignado junto con otros tres aviadores de Idaho al aeródromo boiseano de Gowen Field para ser entrenados con los B-17 Fortaleza Volante.

Llegó a Inglaterra en 1944. Teniente primero al 325.º Escuadrón del 92.º Grupo de Bombardeo con base en Podington (Bedforshire, Inglaterra). Completó numerosas misiones como líder y logró su ascenso a capitán y a comandante. El 10 de enero de 1945, durante un ataque al aeródromo alemán de Gymnich, el avión de Bideganeta, que llevaba como copiloto al capitán O’Halloran, fue alcanzado por impactos de la artillería antiaérea y perdió todos sus motores. A pesar de ello, el avión consiguió regresar volando como planeador y aterrizó sin ruedas en un campo nevado. Llegó a ser jefe de operaciones. Murió en 1976.

David Rementeria | Bombardero

Nació en el Gooding County (Idaho) en 1916, estaba licenciado en derecho y ejercía en Oregón cuando estalló la guerra. En 1943 fue destinado como teniente segundo al 612.º Escuadrón del 401.er Grupo de Bombardeo con base en Deenethorpe (Northamptonshire, Inglaterra), con el que llegó a participar en 17 misiones de combate.

Su función era tomar el control del avión cuando este se aproximaba al objetivo y transmitir los datos a la mira Norden (un moderno dispositivo que estabilizaba el avión de forma automática) mientras apuntaba al blanco por medio de un visor. La precisión era muy reducida y apenas el 50 % de las bombas caía en el objetivo.

Rementería murió en una misión el 24 de marzo de 1944, pero no en un bombardeo, sino en el traslado de un B-17 equipado con un nuevo sistema de radar H2X. Pilotaba el aparato el teniente Sellers, que llevaba consigo a la tripulación completa, incluido Rementería, pero no pudo coger altura y se acabó estrellando en el pueblo inglés de Yelden. Murieron todos los ocupantes del B-17, 8 soldados de la 1121.ª Quartermaster Co. que dormían en sus barracones, y dos niños de la localidad.

Louis ‘Lou’ Dobaran | Ingeniero, Artillero de Torreta y de Cintura

Nació en Idaho en 1924, hijo de emigrantes vizcaínos. Fue cadete de aviación pero como la USAAF tenía suficientes pilotos, lo formó como ingeniero y artillero de torreta. Fue enviado al 337.º Escuadrón del 96.º Grupo de Bombardeo con base en Snetterton (Inglaterra) en agosto de 1944. En el invierno siguiente se incorporó como sargento a la tripulación del B-17 ‘Dinah Mite’ como ametrallador de cintura.

El 25 de febrero de 1945, el avión fue asignado como uno de los seis chaff ships que debían volar tres kilómetros por delante de la formación de bombarderos lanzando millones de tiras de aluminio para interferir el radar alemán. Cuando los B-17 estaban sobre el objetivo, el denso fuego antiaéreo rompió la formación y el ‘Dinah Mite’ perdió dos motores, la radio y parte del sistema hidráulico. Las bajas eran igual de significativas, pues pereció el operador de radio, y los sargentos artilleros Aull y Councell estaban heridos graves. El avión siguió el curso del Rin y consiguió llegar a Suiza, donde aterrizó impactando contra una presa en la orilla del río.

Toda la tripulación fue internada hasta el final de la guerra. Tras regresar a Idaho, se casó con Carmen Gandiaga y tuvieron una hija. La pareja compró tres ranchos en la zona de Boise, donde criaron caballos y ganado. En 1975 sufrió un accidente que le dejó tetrapléjico. Murió en 1990.

Robert B. Jauregui | Piloto

Había nacido en 1923 en San Diego (California). Se incorporó al College Training en noviembre de 1942. En marzo de 1943 ingresó en la escuela de vuelo del USAAF de Fresno (California) para realizar el curso básico. Recibió formación como piloto de B-17.

El 19 de marzo de 1944 se casó y fue enviado al 601.er Escuadrón del 398.º Grupo de Bombardeo con base en Nuthampstead (Hertfordshire, Inglaterra), donde empezó a volar como copiloto a finales de 1944. El grupo había llegado a Inglaterra en abril de ese año y había comenzado sus misiones durante el mes de mayo, con dedicación principal al papel de bombardeo estratégico salvo para realizar misiones de apoyo a las tropas en tierra en Cherburgo (Francia) con motivo de la campaña de Normandía y más tarde en Eindhoven (Holanda) durante la Operación Market Garden.

Fue desplegado en Inglaterra en 1944 como teniente segundo, realizó 27 misiones hasta el final de la guerra y recibió varias condecoraciones. En 1946 se incorporó al Departamento de Policía de San Diego, del que llegó a ser subjefe tras una carrera de treinta años en el cuerpo. Murió en 2009.

José María ‘Joe Dudley’ Echevarría | Artillero de Cola

Nacido en el Jordan Valley, Nevada, en 1924 entró en servicio el 18 de agosto de 1943. Recibió su entrenamiento en Buckley Field (Denver, Colorado) y después asistió a la escuela avanzada de artilleros de la base aérea de Las Vegas (Nevada). Fue desplegado en Inglaterra como sargento en 1944, como artillero de cola de un B-17 al 603.er Escuadrón del 398.º Grupo de Bombardeo con base en Nuthampstead (Inglaterra).

Las tripulaciones de los B-17 eran retiradas cuando completaban un ciclo de 25 misiones. Echevarría ya lo había cubierto, sobreviviendo a un accidente, y podía haber regresado a casa con sus condecoraciones, pero quiso seguir volando. El 21 de noviembre, su B-17, ‘Fuddy Duddy’, fue derribado sobre Merseburgo, Alemania.

Pudo saltar en paracaídas, fue apresado e internado en un campo de concentración del que fue liberado en junio de 1945. Tras la guerra, tuvo un negocio de fontanería y calefacción hasta su jubilación en 1990. También fue bombero voluntario durante 41 años y se presentó como candidato a concejal en 1997. Murió en 1998.

 

 

 

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