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viernes, 11 de septiembre de 2009

El Golpe de Estado en Chile

En el blog Berriak Egunkaria nos han ayudado a conocer la verdadera historia de Adolfo Navajas Artaza, un argentino de origen vasco quien ha sido homenajeado por la diáspora vasca "oficial".

En la entrada anterior mencionábamos que el 11 de septiembre es una fecha que tiene una significado muy diferente para nosotros, ahora recordaremos lo que sucedió en Chile en 1973 cuando el sueño de un pueblo fue destruido por los fascistas de siempre apoyados por los gendarmes del continente (el entonces presidente de los EUA Richard Nixon y sus esbirros de la CIA).

Aquí la historia del golpe de estado en contra del gobierno de Salvador Allende.

Los sectores más retrógradas de Chile estaban preparados para dar un golpe militar mucho antes de pensar en él. El Ejército tenía «planes de contrainsurgencia» para el caso de que una subversión sobrepasase a las Fuerzas de Orden (Carabineros). Este plan consistía en que el país estaba dividido en diferentes secciones y para cada una se establecía un plan de acción contra la posible insurgencia. Este plan sería la base prima para los golpistas, que solo tuvieron que adaptarlo a las nuevas circunstancias.

El problema era el general Prats, que mantenía su lealtad al presidente y tenía a la guarnición de Santiago y al comando de institutos militares en manos de gente cercana (generales Sepúlveda y Pickering). Se tenía que adelantar el golpe para antes de Fiestas Patrias (18 de septiembre), porque si se retardaba mucho podía ocurrir otro «tanquetazo», que permitiría limpiar de oficiales golpistas la plana del Ejército. Pero cayó Prats y Sepúlveda y Pickering renunciaron en un gesto de solidaridad. El nuevo comandante en jefe era Pinochet, del cual no se sabía si era o no golpista.

El 7 de septiembre, el Almirante Merino envía al Comandante General del Cuerpo de Infantería de Marina, Contralmirante Huidobro, con una carta escrita en un pequeño papel, el cual comprometía a Pinochet y Leigh a poner sus fuerzas para el 11 de septiembre, y la hora 6.30 en Valparaíso: atrás ellos debían firmar el conforme. En una reunión el día 9, Allende comentó a Pinochet su intención de un plebiscito. Ése mismo día, Pinochet se sumó al golpe.

El 10 de septiembre, a las 16:00, zarpó la escuadra tal y como estaba previsto, ya que debía participar en las maniobras navales internacionales UNITAS. Mientras tanto, el Ejército se acuarteló. La razón dada: el probable desafuero de Altamirano y Garretón el día 11. Este desafuero, según explicó Pinochet al ministro de Defensa, Orlando Letelier, podía causar disturbios, por lo que se hacía necesario el acuartelamiento.

En la madrugada del 11 de septiembre, la escuadra reapareció en Valparaíso y las Fuerzas Armadas tomaron la ciudad. El prefecto de Valparaíso, Luís Gutiérrez, realizó una llamada por su teléfono (su línea fue dejada libre a propósito), para avisar al subdirector de Carabineros, general Jorge Urrutia, que la infantería de marina estaba en las calles y había empezado a tomar posiciones de combate. Urrutia telefoneó a Allende, que se encontraba en su residencia de Tomás Moro. Allende, calmado, pidió ubicar a Pinochet y a Leigh, pero eran inubicables.

A las 7:15, Allende, en su Fiat 125, y el GAP se enfilaron hacia el Palacio de la Moneda, llegando veinte minutos después. Cargaba con un fusil AK-47 (regalo de Fidel Castro) y el GAP ingresó al palacio de Gobierno dos ametralladoras y tres lanzagranadas RPG-7, además de sus armas personales. Paralelamente, llegó a esa hora Pinochet al Comando de Comunicaciones, un poco retrasado. Se organizaron las redes de comunicaciones con las demás ramas de las Fuerzas Armadas, especialmente con Leigh, que se encontraba en la Academia de Guerra Aérea, y con Patricio Carvajal, que sería el coordinador de todo el golpe.

Sepúlveda, director general de Carabineros, llegó a la Moneda y le aseguró que Carabineros sigue fiel al gobierno. Lo ignoraba, pero Carabineros está ahora controlado por los generales Mendoza y Yovane. La Cadena Democrática, formada por las radios Minería y Agricultura, emitió la primera proclama militar. Allende debía hacer entrega inmediata de su cargo a la Junta de Gobierno, integrada por los jefes supremos de las Fuerzas Armadas: Pinochet, Leigh, Merino y Mendoza (los dos últimos recién autonombrados como jefes supremos de sus ramas, Armada y Carabineros respectivamente). Se le dio también al presidente un ultimátum: si La Moneda no era desalojada antes de las 11.00, sería atacada por tierra y aire. Carabineros retira las tanquetas y al personal apostados frente ella

Los militares se contactaron con la Moneda y propusieron sacar del país al presidente, pero Allende rechazó la oferta. Pinochet se contacta con Carvajal, quien le indicó la negativa del presidente a rendirse.

A las 9.55, los tanques del general Palacios ingresaron en el perímetro de la Moneda. Francotiradores apostados en los edificios aledaños los trataron de repeler y se inició una balacera. A las 10:15, a través de radio Magallanes —la única pro gobierno que aún no era silenciada— Allende emitió su último mensaje a la Nación. A las 10:30, los tanques abrieron fuego contra la Moneda. Los siguieron las tanquetas y la infantería, fuego que fue respondido por los miembros del GAP y los francotiradores apostados en los edificios aledaños.

Carvajal se comunicó nuevamente con Pinochet, informándole de la intención de parlamentar. Pinochet exigió una «rendición incondicional». A las 11:52, los cazabombarderos Hawker Haunter iniciaron su ataque a la Moneda, disparando en cuatro oportunidades sus cohetes sobre la casa de Gobierno: el daño causado es devastador. Otros dos aviones bombardearon la residencia presidencial de Tomás Moro, a la sazón defendida por los miembros del GAP que no alcanzaron a llegar con Allende.

El ataque al Palacio de Gobierno prosiguió con el uso de gases lacrimógenos, pero al ver que la Moneda todavía se negaba a rendirse, el general Palacios decidió tomarla y envió a un grupo de soldados a derribar la puerta del Palacio. Son las 14:30 de la tarde. Palacios entró en el Salón Independencia y se encontró con Allende y el doctor Girón. Reconoció al presidente por su macizo reloj Galga Coulde. Llamó al oficial de radio y entregó su escueto informe: «Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto».

Tanto Allende como Ugarte (el segundo apellido de Augusto Pinochet) son apellidos vascos, mientras en la diáspora rebelde y solidaria con los pueblos en resistencia recordamos a Allende, otros en la diáspora "oficial" cierran filas con Pinochet.

Por cierto, en Cuba Debate han publicado una nota acerca de como Salvador Allende se movilizó para rescatar a los tres sobrevivientes cubanos del grupo que lideraba Ernesto Che Guevara (otro descendiente de vascos) en Bolivia.




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