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miércoles, 26 de septiembre de 2001

Montemayor | Terrorismo y Exterior

Tan pronto quedó claro lo que había ocurrido en Nueva York y Washington el pasado 11 de septiembre se ha vivido una avalancha de declaraciones estridentes, muchas de las cuales han estado dirigidas a extraer dividendos políticos de la tragedia. No solo ha sido el actual presidente de Estados Unidos George W. Bush quien se ha entregado al frenesí, las declaraciones moralistas y los dedos flamígeros se han multiplicado por todo el orbe.

Desde La Jornada traemos a ustedes este artículo de opinión que nos parece mucho más sosegado ya que cuestiona desde un principio la tendencia a meter todo tipo de actividad en contra de los poderes económico-militares en un mismo saco.

Adelante con la lectura:


Terrorismo y exterior

Carlos Montemayor

La reacción de Estados Unidos en las primeras horas de los atentados del pasado martes 11 de septiembre fue singular: se aisló, cerró fronteras, aeropuertos, carreteras, vías ferroviarias, evacuó edificios públicos. ¿Por sentirse indefenso y vulnerable? Ejemplifiquémoslo con otro asunto: para el gobierno de Estados Unidos el narcotráfico es una agresión del mundo exterior. No ve en el narcotráfico el peligro de su propia naturaleza interior, de su propia sociedad, solamente lo ve como una amenaza externa. Por ello su lucha antinarcóticos no es contra las grandes mafias al interior de sus fronteras, que se llevan la tajada del león. La lucha estadunidense contra los narcóticos parece más bien una lucha por el monopolio en el mundo exterior que una verdadera lucha en su interior. En el momento de los atentados también optó por cerrarse. Es evidente que hoy ningún ejército en el mundo podría sostener una lucha regular contra Estados Unidos. La decisión de cerrar sus fronteras, aeropuertos, líneas ferroviarias, carreteras, reveló que el gobierno de Bush cree que los únicos riesgos provienen del exterior, como si la única parte sana del planeta fuera su territorio.

Ya en 1995, en Lyon, Francia, el 27 de junio, al cabo de la inauguración anual de la reunión del Grupo de los Siete, el presidente de ese entonces, Bill Clinton, afirmó que se necesitaba fortalecer las capacidades de la comunidad internacional para derrotar al terrorismo. Era claro que "la comunidad internacional" significaba en realidad los siete países más industrializados. Así hay que entender esa vieja e inicial afirmación, que ahora retomó el presidente Bush: "hemos comprendido que un ataque contra uno de nosotros es un ataque contra todos". En ese momento, tras la palabra terrorismo palpitaban los atentados al World Trade Center de Nueva York en 1994, al edificio federal de Oklahoma en abril de 1995 (casi de inmediato referido a terroristas islámicos, aunque el causante fue un ex soldado estadunidense) y a un cuartel de Estados Unidos en Arabia Saudita.
¿Por qué terrorismo? ¿Por qué es recurrente en William Clinton y George Bush la palabra terrorismo? ¿Son de igual naturaleza organizaciones regionales y nacionales como la ETA en España o el ERI en Irlanda y los grupos racistas estadunidenses que incendian templos de feligreses negros en el sur de Estados Unidos? ¿Se incluye en el terrorismo a los civiles estadunidenses que quieren matar "ilegales" al cruzar la frontera mexicana o a los grupos racistas alemanes que atacan a turcos y portugueses? ¿El concepto terrorista incluye también las acciones que ejércitos regulares pueden generar en su propia población o en otros países, como las del ejército ruso contra la población chechena, las de Irak contra la minoría kurda o las de Estados Unidos contra la ciudad de Panamá para capturar al general Noriega? ¿Fueron terroristas los milicianos de Israel que durante tres días violaron y asesinaron a mil 800 refugiados palestinos en Sabra y Shatila? ¿Fue terrorista la invasión del ejército israelí al Líbano asesinando a más de 17 mil palestinos y libaneses? ¿Son terroristas en el mismo sentido los pueblos que se levantan para resistir una invasión o los que se levantan para defenderse de masacres, racismo, represión, pobreza?

Dentro del término terrorismo se desdibujan realidades sociales, tensiones sociales, polarizaciones agravadas por las políticas económicas o militares de diversos países. El concepto terrorismo no es resultado de un análisis social; por el contrario, proviene de una descalificación política utilitaria. En realidad, no existe el terrorismo como patrimonio específico de un grupo social objetivo. Existen organizaciones de resistencia política regional, campesina o urbana que se ven obligadas a adaptarse a diferentes condiciones de lucha local, regional o incluso internacional. El análisis de estas organizaciones armadas sólo puede ser político, económico o social, pero no maniqueo ni reduccionista.

El terrorismo considerado como ciego y sin justificación social no es útil para explicar por qué suceden cosas así, o por qué un país como Estados Unidos puede concitar odios o resentimientos tan profundos y extendidos. Para el presidente Bush estos actos son de guerra, pero en su discurso los considera un ataque al "mundo bueno", una lucha entre el Bien y el Mal. Es retroceder 3 mil o 4 mil años al pasado, al maniqueísmo que sólo ve dos fuerzas únicas en lucha: lo blanco y lo negro, el mal o el bien. Es una visión reduccionista del género humano: sitúa a los buenos solamente en el territorio de Estados Unidos y a los malos afuera. Así la lucha contra el narcotráfico la emprenden, repito, fuera de sus fronteras, no en el interior. Y cierran sus fronteras porque creen que lo malo del mundo ocurre en sitios que no corresponden al territorio estadunidense. Por lo tanto, la oleada que se aproxima de desconfianza, de racismo, de represión contra las migraciones, podría ser peligrosa.

Este discurso reduccionista necesita un villano a escala mundial. Estados Unidos quiere que sea Bin Laden, su antiguo colaborador. También conviene a Rusia que Bin Laden sea el culpable de los atentados, para catalogar como terrorismo la lucha independentista de los chechenos. Para Rusia, la resistencia chechena está impulsada y financiada por Bin Laden, cosa que Estados Unidos no puede negar, puesto que reclutó y entrenó a Bin Laden para frenar a la Unión Soviética en Afganistán. La diplomacia rusa apoya "la nueva guerra" de Estados Unidos contra el terrorismo internacional porque así la presencia del ejército ruso en Chechenia sería considerada como una lucha contra el terrorismo internacional y dejaría de ser represión, masacre y terror.

Estamos en un punto peligroso para el mundo, porque en aras de decir que el terrorismo es ciego, que no tiene razones sociales, razones históricas, sino solamente odio y sangre, se quiere desplegar otra ola de masacres en cualquier región donde a Estados Unidos se le ocurra decir, sin investigaciones tangibles, que allí están las raíces del mal; sería algo considerado no como asesinatos o masacres, sino como lucha contra el mal. No podemos estar tranquilos al ver que el presidente del país más poderoso retrocede varios milenios para decir que solamente existen dos fuerzas en el universo: el mal y el bien, en lugar de reconocer conflictos de intereses, mercados, economías y países. Como varios intelectuales estadunidenses han venido señalando, Estados Unidos debería aprovechar este momento no para volcar sobre algunas regiones del planeta toda su capacidad bélica, sino replantear cuál es la relación que a nivel del mundo lo hace recoger en muchos pueblos solamente resentimientos y rencores, y no aplausos como ese país quisiera.

 

 

 

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