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lunes, 8 de julio de 2024

La 'Operación Chariot'

Y aquí traemos una perla histórica más para nuestro amigo Mark Kurlansky, una que actúa como hilo conductor de la historia pues nos habla de una acción directa contra el fascismo en Iparralde, tal como acaba de ocurrir en términos muy diferentes hace unas horas.

Por medio de Noticias de Gipuzkoa viajamos en el tiempo a los difíciles años de la Gran Guerra en Europa, esa en la que los vascos se erigieron en contra del fascismo desde el día uno, sufriendo los criminales bombardeos de Otxandiano, Durango y Gernika como recordatorio de la ira con la que se conduce la extrema derecha.

Adelante con la lectura:


'Operación Chariot': así fue el ataque kamikaze contra la marina nazi que tuvo sello vasco

La operación sobre el puerto de Saint-Nazaire en 1942, anterior al Desembarco de Normandía, confirmó a los aliados la eficacia del Servicio de Información Vasco

Kike Sarasa

Uno de los episodios de la Segunda Guerra Mundial que tuvieron como escenario Euskal Herria fue el desembarco aliado en Baiona el 4 de abril de 1942 y que puede considerarse un ensayo a muy pequeña escala del famoso Día D, en Normandía. Tal y como contamos hace unos días en un artículo anterior, la acción fue fallida, aunque no hubo que lamentar bajas entre los comandos británicos y de la Francia Libre que la protagonizaron. Esta vez traemos aquí un ataque que, por el contrario, cumplió con la misión encomendada y que, según el propio Churchill, acortó la guerra en seis meses, pero a costa de muchas bajas.

Ambos raids, el del 28 de marzo de 1942 en Saint-Nazaire y el de unos días después, el 4 de abril, en Baiona tenían elementos comunes. Ambos fueron diseñados y liderados por lord Mountbatten, puesto por Winston Churchill a cargo de Operaciones Combinadas, un dispositivo que coordinaba a comandos, fuerzas navales y aéreas, encargado de aguijonear las defensas alemanas a lo largo de la costa francesa y poner fin a la placidez en la que vivían las guarniciones acantonadas en puertos y playas francesas.

Y el otro punto en común de ambas operaciones era que los Servicios de Información dependientes del Gobierno Vasco fueron esenciales a la hora de proporcionar información de las defensas y de las instalaciones de ambos puertos, Saint-Nazaire y Baiona. El mugalari Emilio Ithurria contaba en una entrevista a Deia en 1978 su tarea en el paso de aviadores aliados caídos en sus incursiones en Europa y de documentos como los planos del puerto de Saint-Nazaire que ocultaba en el mango hueco de un hacha que se echaba al hombro cuando atravesaba la muga, mientras que en el bolsillo llevaba una botella de Peppermint, cuyo olor a menta anulaba el olfato de los perros de los alemanes que trataban, inútilmente, de impermeabilizar la frontera.

El puerto de Saint-Nazaire era el segundo en importancia de Francia tras Brest. Contaba con una importante base de submarinos, protegidos de los bombarderos británicos bajo ocho metros de hormigón armado, pero lo que es más importante, y que motivó el ataque de los comandos de lord Mountbatten, era la única base naval con un puerto seco capaz de reparar buques del tamaño de los acorazados Bismarck o Tirpitz. El primero fue hundido por la Royal Navy cuando, precisamente, se dirigía a Saint-Nazaire para ser reparado tras ser seriamente dañado. Pero, quedaba su hermano gemelo, el Tirpitz. En 1942, salvo por el frente oriental de Rusia, la guerra en Europa se libraba en el mar. Había que evitar que La Bestia, como era apodado el buque insignia de la Marina de Guerra Alemana, hasta entonces en el Mar del Norte, operara en el Atlántico, poniendo en riesgo los convoyes que abastecían desde Estados Unidos a Gran Bretaña y que bastante tenían con eludir los mortíferos ataques de los submarinos alemanes que atacaban, como los lobos, en manadas. Para evitarlo había que neutralizar el único lugar en la costa con salida directa al Océano donde podía repararse el acorazado más potente construido hasta la fecha.

Operación Chariot contra Saint-Nazaire: así fue

Tras la aportación de información y planos del puerto de Saint-Nazaire por parte de efectivos del Servicio de Información del Gobierno Vasco, que es trasladada al consulado británico en San Sebastián gracias al mugalari Emilio Ithurria y a la compleja red que operaba a ambos lados de la frontera, Operaciones Combinadas idea en Londres una acción a la que bautizan como Chariot. Todos los comandos y los marineros que participan debían ser voluntarios para una misión considerada suicida.

El 28 de marzo, una flotilla de lanchas rápidas tiene por misión cruzar el estuario del Loira de noche, mientras que aviones de la RAF atraen a las defensas alemanas. Les acompaña el antiguo destructor norteamericano Buchanan, cedido a los británicos y rebautizado HMS Campbeltown, disfrazado de barco alemán para eludir las defensas alemanas de Saint-Nazaire. A las 01:27, izan la enseña naval británica, lo que atrae el intenso fuego de las defensas alemanas. Pero, ya es tarde, el barco, con la proa reforzada, choca contra la puerta del muelle Joubert inutilizando los cabrestantes que accionan su apertura y cierre, además de la estación de bombeo que permite desalojar el agua y dejar en dique seco los barcos. Los 75 hombres del buque kamikaze abandonan la cubierta y tratan de huir hacia el punto de encuentro donde debían ser evacuados.

Los alemanes acceden enseguida al barco y miran con desolación los efectos del choque, aunque nada que sus ingenieros no puedan reparar en unas semanas. Todavía había mandos y soldados alemanes en cubierta cuando a la mañana siguiente, a las 10:30, nueve horas después de la embestida, el HMS Campbeltown explota gracias a las cargas camufladas en su interior y listas para ser detonadas con temporizadores arrancando de cuajo la puerta e inutilizando para el resto de la guerra el enorme dique seco, construido en 1933, inicialmente para acoger transatlánticos de pasajeros y, por mor de la guerra, convertido en un elemento estratégico.

La misión fue un triunfo y fue la única acción de Operaciones Combinadas exitosa en las costas francesas hasta el Día D. Pero, 169 comandos y marineros británicos dejaron su vida en Saint-Nazaire y 215 fueron hecho prisioneros. De los 611 voluntarios, sólo lograron regresar a Gran Bretaña 227. Al fracaso, días después, de la Operación Myrmidon, en Baiona, le siguió en agosto el desembarco en Dieppe, en el que, de casi 7.000 hombres, entre soldados canadienses, marineros y aviadores, 5.000 murieron, resultaron heridos o presos.

La operación sobre el puerto de Saint-Nazaire confirmó a los aliados la eficacia del Servicio de Información Vasco que en Francia estaba liderado desde Dax por Pepe Mitxelena y que tuvo también un papel clave en la entrega de muestras de arena de las playas de Normandía, donde dos años más tarde se produciría el mayor desembarco de la historia, clave para la liberación de Europa. 




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