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sábado, 8 de abril de 2023

El Karapaixo

Es la temporada así que aquí les compartimos información acerca de esta tradición en Euskal Herria:


Fiestas y tradiciones: karapaixo, garipua, mokotza

Desde el miércoles de ceniza hasta el domingo de Resurrección, hay un imprescindible para el paladar; el karapaixo. La ancestral tradición (desaparecida en muchos lugares), de regalarlo a ahijadas y ahijados sigue gozando de una excelente salud. ¿Quién no ha probado, aunque no sea goloso, la popular versión repostera de bollo y chocolate? «Cuando yo era pequeña, eran típicos los de pan y huevo duro que hacían en casi todos los caseríos, ahora se llevan más los de pastelería, y a mí me gusta mantener las tradiciones», explicaba el viernes una amama que cumplía con los nietos ante la ausencia de padrinos. A su lado dos madrinas y sus respectivos ahijados dilucidaban si optar por el clásico huevo de chocolate con sorpresa o la fauna de animalitos.

Karapaixo es un pan que se hace en algunas zonas de Euskal Herria, durante la cuaresma, como en Oñati, ese lugar privilegiado con fantásticas vistas hacia los montes Kurtzetxiki, Kurtzebarri, Anboto y Udalatx y rodeado de prados verdes, en donde varios caseríos han conservado sus hornos para hacer pan. Y lo que es más importante para los amantes de la gastronomía vasca, las recetas de productos tradicionales como el karapaixo. Pan, que los padrinos regalan a sus ahijados hasta el día que se casan, aunque, sé de gente que aun después lo sigue recibiendo. Ese día (boda), en alguno de los pueblos dejan de regalarles el karapaixo y les regalan zapatos.

El karapaixo más tradicional suele tener forma triangular y como relleno tres huevos y tres chorizos. Y, algo que puede parecer casual no lo es. Todo tiene explicación, aunque a veces hayamos perdido la capacidad de entenderlo. Hay que recordar que el karapaixo floreció y prosperó en un ambiente de profunda fe católica. Una fe que ha ido construyéndose sobre muchos pensamientos anteriores, entre ellos las corrientes filosóficas clásicas. Por tanto, mucho del saber de filósofos clásicos como Platón nos han llegado a través de un punto de vista cristianizado.

Para Platón, y otros muchos sabios de la Antigua Grecia que tenían en la geometría y las matemáticas algunas de las vías para comprender la Naturaleza, el triángulo era un elemento esencial y ladrillo de la base del Universo. Era la estructura básica de la quintaesencia de las cosas, la forma más pura. Por otro lado, ese triángulo se forma con tres lados que se unen, a su vez, en tres vértices. En numerosas culturas el tres representa el inicio de la creación, que no os parezca extraño, por tanto, que un triángulo equilátero sea la representación del ser más puro del cristianismo en sus tres formas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Además, la cristiana no es la única corriente religiosa con esa concepción del ser supremo y su pluralidad. También se usa el tres como representación de los tres astros mayores: Tierra (Amalur), Sol (Eki) y Luna (Ilargi).

Esta es una tradición antigua y en un tiempo se hacía en muchos caseríos. A pesar de ser muy antigua no se ha llegado a perder, hoy es el día que los niños y no tan niños lo reciben con muchísima ilusión. En un tiempo, los viernes de la cuaresma no se le ponía chorizo para respetar la vigilia. En el alto Deba se le conoce con el nombre de Karapaixo, Garipaua en Elgeta  y Mokotza en el Duranguesado. Dicen, que en su origen se llamaba garapaio y que es una costumbre anterior a la romanización. Se hacia para dar la bienvenida a la primavera y los huevos, simbolizarían la nueva vida. Cuando fuimos cristianizados, la tradición del «karapaixo-garipaua-mokotza» paso a celebrarse en la cuaresma.

Esta especialidad comparte características y tradición con otras “hermanas” de muy diversas zonas geográficas. Después de la temporada de Cuaresma, la Pascua, símbolo de la resurrección de Cristo, ha sido siempre celebrada con dulces especiales: En Santurzi se llama Cornite, en Gipuzkoa Opilla, en Levante Mona en Galicia Roscón o Trenza, en Andalucía Hornazo, en Asturias Frisuelos, en Castilla Bollos… son algunos de los dulces habituales de esta época. Las festividades de pascua, ancladas en los remotos ritos paganos del solsticio de primavera, tienen un símbolo por excelencia en toda Europa: el huevo. Con este símbolo se han identificado durante siglos la fertilidad y la nueva vida que la primavera entrante representa.

La tradición del regalo de pascua está ligada al símbolo del huevo y se celebra prácticamente en toda Europa. En gran parte del centro y norte de Europa eran simplemente huevos lo que se regalaba, y de ahí los huevos de chocolate que se han adoptado como un elemento de pascua también en nuestro país. Pero para nosotros el regalo de pascua ha tomado la forma de pastel o tortas, eso sí, con uno o varios huevos encima, que representan la vida. El hecho de que se ofrezca a los niños por parte de los padrinos, antiguamente era padrino el que tocaba al niño por primera vez, es la representación ritual de la primavera renacida tras el invierno. Por eso están también estos pasteles ligados a las bendiciones de los campos para proteger las cosechas, que se llevan a cabo en San Marcos, el 25 de Abril, y en lugares como Irún o Fuenterrabia las opillas se comen en una procesión por los campos del entorno.

 

 

 

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