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sábado, 21 de enero de 2023

Egaña | Extorsión

Con ustedes, otro demoledor texto que Iñaki Egaña nos ha compartido en su perfil de Facebook:


Extorsión

Iñaki Egaña

Ubanorma, empresa en la que trabajaba Ainhoa Alberdi, consiguió a dedo un contrato para una adjudicación en el Parque Tecnológico de Miñano, en Araba. Al poco, Alberdi recibió la llamada de la cantidad de la “mordida” correspondiente, 100.000 euros, un montante al parecer irrisorio para las cifras que se manejan en este tipo de extorsiones. Quién le pidió “pasar por caja” fue Alfredo de Miguel, diputado foral alavés por el PNV.

El Supremo acaba de ratificar la pena por la extorsión y De Miguel deberá entrar en prisión. Aunque tengo mis dudas. Perro no muerde perro y como sucedió ya hace unos años, cuando el presidente del PNV en Iruñea fue condenado a 75 años de prisión por amenazas y pedir el impuesto revolucionario en nombre de ETA, las perspectivas de una justicia equitativa se desvanecen. En aquella ocasión, el presidente del IBB, con un indulto exprés, salió de inmediato a la calle. Uno de los condenados en el caso De Miguel ya ha señalado que pedirá indulto y otros dos alegarán problemas de salud.

Las referencias anteriores vienen a cuento de esa contraprogramación que tan habitualmente ejercita el Partido del Gobierno de Gasteiz, liderado por Urkullu. Varios de sus ahora ex militantes más significativos en Araba han sido condenados por extorsión, sumando la sanción a esos procesos abiertos o cerrados, que llevan a componer una tendencia sobre un latrocinio sostenido. Quizás hasta una estructura dedicada a ello, unas cloacas propias coloreadas con el rojo, el blanco y el verde.

Y, sin embargo, la postura oficial jeltzale ha sido la de mirar hacia otra esquina y enmierdar el escenario, tal y como el PP cuando es acusado de corrupto y mafioso: no niego mi actitud corrupta, pero el resto también lo es. Para ello nada menos que el portavoz oficial del Gobierno, Bingen Zupiria, que ha exigido, en domingo y en portada de los diarios vascos del Grupo Vocento, dónde se encuentra el dinero que ETA extorsionó antes de su desaparición. Una respuesta ya conocida desde 2015, cuando la Universidad en la que se graduó (Deustu), dio publicidad a un trabajo sobre las finanzas de ETA.

Lo sorprendente es que Zupiria lance esa exigencia al coordinador de EHBildu. Lo cual trasluce que, a pesar del tiempo pasado, la falacia creada por el Estado profundo, la del “Todo es ETA”, desde las ikastolas, las cooperativas hasta EA (parte de EHBildu y por cierto escisión del PNV), es compartida al menos por Urkullu y su vocero, Bingen Zupiria. ¿Por qué exigir sino a una organización legal, creada en 2012 responsabilidades de otra clandestina por su actividad de 1980?

En el caso De Miguel, el comodín de ETA, como ahora lo ha hecho Zupiria, ya fue usado por el acusado que dio nombre a la causa. En 2011 alegó que movía dinero de forma opaca por una supuesta amenaza de ETA que le obligaba a transmutarse en humilde trabajador para no pagar el “impuesto revolucionario”. No coló, pero en el juicio, la pareja de Koldo Otxandiano, el segundo de a bordo en la trama de fontaneros, volvió a utilizar el mismo comodín.

En plena crisis del Pacto de Lizarra-Garazi, el PNV hizo público un comunicado extremadamente explícito sobre la coyuntura. Para los amantes de la hemeroteca lo firmó el 2 de diciembre de 1999. Entonces, los partidos constitucionalistas y el PNV echaron en cara a ETA que intentaba condicionar el proceso político con la extorsión. Y la dirección jeltzale señaló que el debate político era otro y que introducir el término de la “extorsión” era desvirtuarlo.

Bingen Zupiria lo tuvo que conocer, porque en esa época y durante diez años más, fue director de Euskal Telebista, ese medio tantas veces denunciado como el brazo mediático del PNV. Su relación sentimental con la redactora de informáticos no deja lugar a especulaciones diferentes. Fueron, además, los años de las ilegalizaciones, de la criminalización de decenas de miles de “delincuentes” cuyo nexo de unión era el de ser independentistas. Zupiria, ETB y el PNV no se destacaron precisamente por su objetividad.

Y a pesar de aquel comunicado de dejar la “extorsión” fuera de la agenda política, el portavoz del Gobierno de Urkullu, vuelve a retomar el comodín habitual de la ultraderecha española para tapar sus vergüenzas. Unas vergüenzas que tienen una amplia trayectoria, como su historia, desde aquellas 2.500 máquinas de juego que supuestamente financiaron las primeras campañas electorales del PNV, según denunció el diario Egin. La presión jeltzale obtuvo resultados y no hubo investigación judicial. Pero la venganza fue terrible. José Antonio Ardanza, en un mensaje que imagino le preparó su jefe de prensa, declaró: “Cerrar Egin será un ejercicio de higiene democrática”. ¿Quién era su jefe de prensa? Bingen Zupiria.

Antes del cierre de Egin, la Ertzaintza ya había entrado en Egin para llevarse documentos relacionados con las investigaciones de las cloacas del PNV. La extorsión tiene muchas caras, algunas relacionadas directamente con la amenaza, otras con la aplicación de esa ley llevada a los altares por los sectores más reaccionarios, la Ley Mordaza. ¿Cuántos millones recaudados? ¿A qué se han destinado?

¿Adónde fueron a parar los millones de dólares que Washington insufló a la democracia-cristiana europea a través del PNV? ¿Cuál fue su comisión por hacer de intermediario? ¿Adónde fueron a parar los millones que desde 1982 adeudaba el Estado a Herri Batasuna por sus citas electorales? ¿Y la extorsión de las multas millonarias a centenares de militantes independentistas? ¿Y el coste del alejamiento de miles de presos? ¿Y la extorsión político-económica, cierre de Euskalduna y demás?

Ya lo dijo un conocido militante jeltzale. Hay que jugar en primera división, con angulas y moet chandon en el menú del día a cuenta de lo público. Es el argumento exculpatorio mayor, el esgrimido cuando la luz aprieta. El chocolate del loro sigue dando para mucho, sobre todo para que los tramposos sigan jugando a la trasparencia desde sus cabinas opacas.

 

 

 

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