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domingo, 1 de septiembre de 2024

Entrevista a Iñaki Galdos

La diáspora vasca en Estados Unidos ha dado amplias muestras de saber llevar lo vasco más allá de las paredes de sus eusko etxeas. Desafortunadamente no han sabido o no ha querido influir de manera más asertiva en la política exterior estadounidense con respecto al derecho a la autodeterminación de Euskal Herria, como sí lo supieron hacer los irlandeses en su momento.

Desde las páginas de Noticias de Guipuzkoa traemos a ustedes esta entrevista que no arroja luz sobre un hito muy particular, protagonizado por entonces jóvenes de Boise.

Aquí la tienen:


"Los jóvenes de Boise escribieron una página importante en la historia de Euskal Herria con la diáspora vasca"

Iñaki Galdos | Autor del libro ‘Abentura bat baino askoz gehiago’ | Se cumple medio siglo desde que 90 personas procedentes de Estados Unidos llegaron a Oñati a un campus organizado por la Universidad Estatal de Boise, en Idaho. Una propuesta que supuso un punto de inflexión en la diáspora vasca.

Jorge Napal

Con motivo de la efeméride, el político nacionalista Iñaki Galdos ha publicado el libro Abentura bat baino askoz gehiago, en el que el autor recorre aquel pasaje de la historia en el que intervinieron personajes de renombre, como Telesforo Monzón, Koldo Mitxelena o Txillardegi.

¿Qué supuso aquella aventura?

Quienes participaron en aquella experiencia, que ya peinan canas y pasean a nietos, decían eso mismo, que fue una aventura. En realidad, creo que fue algo más. Inmersos en aquella aventura, aquellos jóvenes de Boise no se estaban dando cuenta de que a su vez estaban escribiendo una página muy importante en la historia de la relación de Euskal Herria con la diáspora vasca de Estados Unidos.

¿En qué contexto social nació en Oñati aquel campus tan importante para el devenir de la diáspora?

La propia diáspora se encontraba en periodo de transición y comenzaba a abrirse a nuevas experiencias más allá de los viejos esquemas, del pastoreo y todo lo folklórico. A pesar de las dificultades internas, en 1973 se creó la North American Basque Organizations, comúnmente conocida como la NABO, la agrupación de casas vascas que trabajan conjuntamente para promocionar el patrimonio vasco en los Estados Unidos. Fue un hito muy importante, al que se sumó la creación de un centro de estudios vascos en Reno (Nevada), y otro en Idaho.

Una época en la que empezaron a florecer muchos estudios vascos en la diáspora.

Sí, y también comenzó a despertarse cierto interés por la política. La dictadura de Franco estaba dando sus últimos y dramáticos coletazos, como lo atestiguan las dos ejecuciones mediante el garrote vil en marzo del 74 y el fusilamiento de dos miembros de ETA. En aquel contexto, comenzó a despertarse cierto interés y preocupación, que emerge con el Juicio de Burgos. Surgieron así nuevas inquietudes. A pesar de las reticencias y de las viejas inercias de la diáspora vasca, comenzaban a tener cabida otros campos de interés.

¿Por ejemplo?

El interés por el euskera, por ejemplo. Siempre se ha dicho que las terceras generaciones son las que retornan. Hay una primera generación que pasa las penurias, una segunda que acostumbra a olvidarse de las raíces, y una tercera que conecta con sus abuelos. Es un esquema que siempre se repite, como también ocurrió en este caso.

Y esa tercera generación es la que se sumó a la aventura en Oñati.

Sí, por el influjo de dos antecedentes. En concreto, dos cursos de verano para jóvenes americanos organizados en 1970 en Ustaritz, y nuevamente en 1972 en Ustaritz y Arantzazu. Allí había acudido como alumno de cultura vasca Pat Bieter, que fue el alma mater de toda la experiencia que se iba a vivir. Un día, bajando desde Arantzazu a Oñati, a ver el pueblo, se encontró con el edificio de nueva construcción de los agustinos de San Lorenzo. ¿Por qué no organizamos un año académico entero en este edificio?, se preguntó.

¿Y cuál era la propuesta?

El esquema era ofertar un curso organizado por Boise State University en el extranjero, en el que la cultura y la lengua vasca tuvieran mucha importancia. Entre 1972 y 1974 Pat Bieter comenzó a mover el tema, e inició una travesía muy dura, ya que tuvo que vencer muchas reticencias.

Superando viejas inercias

¿Por parte de quién?

Tuvo que convencer a la propia Universidad de Boise de que aquello era factible. Las instituciones académicas de Idaho también tuvieron que aceptar el proyecto, y fue necesario vencer las reticencias de la propia diáspora, que seguía funcionando con las viejas inercias y había gente que no lo veía claro.

Aquí también eran tiempos convulsos…

Sin duda. De hecho, las grandes reticencias surgieron en Euskal Herria. Comenzaron a circular entonces rumores de que en realidad se trataba de una tapadera de la CIA. Las reticencias iban más allá de cuestiones políticas. Hubo quien se opuso por recelos relacionados con las drogas e incluso por cuestiones de índole sexual, ya que algunos hablaban de la promiscuidad de los americanos. Se respiraba por todo ello cierto antiamericanismo, con el telón de fondo de todo lo ocurrido en Chile y Vietnam.

De modo que Pat Bieter, principal artífice del curso, tuvo que hacer mucha labor diplomática.

Fue necesaria, sin duda. Y la gota que colmo el vaso llegó del sector más reticente, encabezado por Javier Zumalde El Cabra -ex dirigente de ETA- que puso a finales de agosto cuatro bombas donde iban a alojarse. Fueron momentos muy intensos. De hecho, cuando llegaron los alumnos a Oñati el 2 de septiembre de 1974, lo hicieron en dos autobuses escoltados por la Guardia Civil.

¿Y los alumnos qué decían?

En aquella época no sabían nada. Eran chavales de 19 y 20 años más bien ajenos a todo aquello. La verdad es que luego la integración en el pueblo fue rápida. El problema vino después. Cuando todo parecía ya superado, el diario francés France Soir saltó diciendo que en Oñati había una base de la CIA. Y así, en enero y febrero de 1975, volvió la polémica, de la que se hicieron eco todos los medios.

¿Y cómo se recondujo ese nuevo contratiempo?

De nuevo Pat Bieter se las vio y se las deseó para convencer a la gente de que todo aquello era mentira. Paralelamente vino a Barcelona un exdirigente de la CIA a presentar un libro, quien a preguntas de un periodista dijo que era posible que existiera esa base en Oñati. Nuevamente, más polémica.

¿Y qué pensaban los vecinos de Oñati de tanta polémica?

En el pueblo pronto se dieron cuenta de que aquello no era más que un curso universitario, y que además era de agradecer porque se trataba de alumnos que venían a estudiar euskera. Pero es cierto que hubo momentos tensos con una correspondencia muy dura entre Telesforo Monzón y Jon Bilbao, uno de los artífices del grupo. Telesforo estaba de acuerdo en que vinieran, pero exigía garantías de que no se iban a dejar utilizar por el régimen de Franco. Txillardegi en otra carta le dice a Pat Bieter que vengan, pero que lo hagan siendo amigos de la resistencia vasca y dándose cuenta de que “esto es Palestina y no la Costa Azul”.

Llama la atención semejante revuelo ante lo que no dejaba de ser un curso académico.

Exactamente, un curso que estuvo a punto de suspenderse dos veces. Pero continuó adelante, y se repitieron cuatro nuevas experiencias. Al final en Oñati se ofertaron cinco cursos académicos de la Universidad de Boise, hasta el cierre del campus en 1980.

Embajadores de Euskadi en el exterior

¿Y por qué no continuó la propuesta?

Bueno, se puede decir que murió por causas naturales, una vez que comenzó a despegar la UPV/EHU. Le encargaron entonces a Carmelo Urza -Tambor de Oro de San Sebastián por ello- que diseñara algo nuevo que sustituyera a la experiencia del campus de Oñati. Y en 1983 nació la USAC, el programa creado en Reno de la mano de vascos norteamericanos, cuyo propósito era que los estudiantes pudieran venir al país, conocer la cultura vasca y al mismo tiempo completar sus estudios. Miles de estudiantes han pasado ya por los dos campus del programa en Donostia y Bilbao, convirtiéndose después en embajadores de Euskadi en el exterior.

De modo que la experiencia de Oñati tuvo una influencia decisiva en la diáspora vasca.

Lo dicen los propios historiadores. Señalan que aquella experiencia cambió en las nuevas generaciones la manera de ver Euskal Herria, ya que empezaron a descubrir el país de otra manera, viendo su realidad social y política. En realidad, conocer a fondo el país supuso para algunos de ellos cierto choque, ya que tenían una imagen de Euskal Herria absolutamente idealizada, casi bucólica, que no se correspondía con lo que fueron encontrando. Para la diáspora vasca fue un punto de inflexión, tuvo mucha importancia.

¿Y qué queda de todo aquello?

Se han creado familias mixtas con gente de allá y de aquí. En otoño e invierno de 1975 se produjeron las dos primeras bodas entre gente de Oñati y de Boise. Muchos americanos de aquella época, de los que vinieron cuando eran chavales, dicen que para ellos Oñati es poco menos que un lugar de peregrinación. Hay lazos de unión importantísimos entre Oñati y Boise, como lo demuestra el hecho de que en la ciudad de Idaho se celebran desde 1980 los bailes del Corpus de Oñati.

¿Qué actos hay previstos con motivo del aniversario?

Van a venir bastantes americanos. El día 6 se presentará el libro, que ha sido editado por el Ayuntamiento de Oñati y se convierte en una crónica de lo que ocurría entonces en Euskal Herria. Un pasaje de la historia en el que intervinieron personajes de renombre, como Telesforo Monzón, Koldo Mitxelena, Txillardegi, Julio Caro Baroja o Ion Oñatibia, que fue profesor de todos los cursos. Además, el día 8 el Gobierno Vasco ha organizado en Oñati el Día de la Diáspora, y se inaugura una exposición que va a permanecer durante un mes.





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