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jueves, 8 de octubre de 2015

El Guerrillero Heroíco

Hoy, 8 de octubre, les compartimos este texto publicado en Radio Rebelde:


Ernesto Che Guevara: hombre de ideas y de acción

Al hacer referencia a las cualidades de Ernesto Che Guevara, el máximo dirigente de la Revolución Cubana Fidel Castro señaló en la velada solemne que se efectuó en la Plaza de la Revolución “José Martí”, en La Habana el 18 de octubre de 1967 en homenaje al Guerrillero Heroico: “Porque Che reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que rara vez aparecen juntas. Él descolló como hombre de acción insuperable, pero Che no solo era un hombre de acción insuperable: Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción.

Víctor Pérez Galdós
Diez días antes elche Guevara había librado su último combate, desde el punto de vista físico, en la Quebrada del Yuro, en Bolivia. Al ser herido y quedar su arma inutilizada fue capturado y trasladado hasta la escuelita de la Higuera, una pequeña localidad ubicada en el municipio de Pucará al sur de la provincia de Vallegrande en el Departamento de Santa Cruz. Allí fue vilmente asesinado al día siguiente. Se trató así de hacer desaparecer su ejemplo y sus principios pero como expresara posteriormente el poeta cubano Nicolás Guillén no porque hubiese caído su luz es menos alta.

En las fechas anteriormente citadas el Che Guevara creció en dimensión histórica al haber hecho realidad, una vez más, lo que proclamara en la carta de despedida que le escribiera a sus hijos, es decir la ser un hombre que actúa como piensa y leal a sus convicciones.

Nacido en la ciudad de Rosario, Argentina, en el año 1928 con el decursar de su existencia decidió estudiar medicina pero ya desde su etapa de estudiante en un gran recorrido que hiciera junto a su amigo Alberto Granado por varios países de América Latina comprendió que más allá de las enfermedades que podían afectar a las personas había un mal mayor que lastraba la vida de los pueblos y agobiaba la existencia de millones de hombres y mujeres, de modo muy especial los que resultaban explotados y padecían la miseria, el analfabetismo, la insalubridad y la ignorancia.

Con respecto a ello llegó a afirmar, ya convertido en un prestigioso dirigente de la Revolución Cubana, en agosto de 1960 cuando les habló a un numeroso grupo de médicos cubanos en la sede del Ministerio de Salud Pública, en La Habana: “Y empecé a ver que había cosas que, en aquel momento, me parecieron casi tan importantes como ser un investigador famoso o como hacer algún aporte substancial a la ciencia médica; y era ayudar a esa gente”.

El joven Guevara comprendió que para resolver esos problemas era necesario la existencia de una Revolución.

En 1953 tras graduarse de médico decidió iniciar otro viaje por América Latina con la intención de dirigirse hacia la capital venezolana para reencontrarse con su amigo Alberto Granado.

Más cuando se hallaba en Ecuador declinó seguir hacia Venezuela y entonces decidió trasladarse hacia Guatemala interesado por conocer de modo directo lo que sucedía en ese país centroamericano donde había un gobierno progresista encabezado por Jacobo Arbenz.

En Guatemala a mediados de 1954 tuvo una vivencia singular, ya que fue testigo de cómo elementos reaccionarios con apoyo internacional desataron una agresión que provocó el derrocamiento de Arbenz. incluso él puso de manifiesto su disposición de empuñar las armas para repeler a los agresores.

Poco tiempo después tuvo que trasladarse hacia México y fue en dicho país donde se reencontró en forma casual con Antonio “Ñico” López, quien había participado en las acciones del 26 de julio de 1953 en Cuba, y que él había conocido en Guatemala.

A través de Ñico pudo relacionarse con Fidel Castro y vincularse al grupo de cubanos que se preparaban en una finca cercana a la capital mexicana con el objetivo después de trasladarse hacia Cuba para reanudar la lucha contra la dictadura militar reaccionaria existente en el país.

Fue así como el ya identificado como Che Guevara, por su procedencia argentina, formó parte de los 82 expedicionarios que bajo la dirección de Fidel Castro viajaron hacia Cuba en el pequeño yate Granma y desembarcaron por la costa sur de la zona oriental el 2 de diciembre de 1956.

Tres días después los expedicionarios sufrieron el ataque sorpresivo de las fuerzas de la tiranía en la zona de Alegría de Pío, lo que provocó su dispersión. Sólo un pequeño grupo pudo eludir la persecución y reagruparse con Fidel en el transcurso de los siguientes días en la Sierra Maestra, entre los que se encontraba el Che.

Con el decursar de poco tiempo el Che evidenció, más allá de sus funciones como médico, sus cualidades como combatiente y fue el primero de los integrantes de la tropa rebelde a quién Fidel le confirió el grado de Comandante.

Durante los dos años de lucha revolucionaria fue capaz de cumplir misiones complejas como la de conducir en forma exitosa una columna desde la Sierra Maestra hasta las zonas montañosas de la provincia de Las Villas, e incluso en ese territorio dirigir batallas y combates y también realizar una gran labor política.

Desde 1959, posterior a la victoria revolucionaria, el Che Guevara sobresalió como un gran dirigente de la Revolución. Desempeñó varias e importantes responsabilidades, tales como Jefe del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria, Presidente del Banco Nacional de Cuba, Ministro de Industrias, así como miembro de la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas y del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba.

Pero sobre todo se ganó un gran prestigio por su manera de actuar en plena correspondencia con sus principios, por ser un gran trabajador, por representar a cabalidad a Cuba en tribunas internacionales, en las que con la fuerza de la palabra igualmente combatió en defensa de la causa de los pueblos.

En abril de 1965 decidió salir de Cuba para seguir dando su contribución a la lucha revolucionaria de otros pueblos.

En carta de despedida dirigida a Fidel Castro, que se hizo pública el tres de octubre de ese año, cuando éste explicó a que se debía la ausencia del nombre del Che entre los miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba que se habían elegido en una gran asamblea partidista efectuada en La Habana, el Che señalaría: “Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos.”

Y más adelante al referirse a la posibilidad de morir en las nuevas batallas que emprendía, enfatizó: “Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento, será para este pueblo y especialmente para ti.”

Durante varios meses estuvo en Congo Leopoldville y después en noviembre de 1966, tras una estancia primero en Praga y después en Cuba, sin hacerse pública en ninguno de los dos casos, se trasladó a Bolivia.

El siete de noviembre de ese año comenzó a escribir lo que fue su Diario en el que fue reflejando vivencias, comentarios sobre sus compañeros, otros acerca de su salud y también reflejó principios significativos.

Por ejemplo lo primero que escribió en dicho Diario fue lo siguiente:

“Hoy comienza una nueva etapa.”

El 14 de junio en ocasión de su cumpleaños comenta en su Diario: “He llegado a los treinta y nueve y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero, por ahora estoy “entero.”

Y el 8 de agosto ante la situación difícil que atraviesa la guerrilla, el Che se reúne con los combatientes. Hace un análisis y señala que quién no se sienta capaz de sobrellevarla debe decirlo.

Precisa en sus anotaciones: “Es uno de los momentos en que hay que tomar decisiones grandes; este tipo de lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana, pero también nos permite graduarnos de hombres, los que no puedan alcanzar ninguno de estos dos estadios deben decirlo y dejar la lucha…”

Consecuente con sus principios el Che mantuvo en alto las banderas de la lucha revolucionaria y sus ideas hasta el fin de su existencia.

De su último combate y de su asesinato, el máximo dirigente de la Revolución Cubana, Fidel Castro, ha expuesto consideraciones en varios discursos y entrevistas que ha concedido.

Precisamente el 18 de octubre de 1967 en ocasión de realizarse en Cuba la gran velada solemne en homenaje al Che Guevara, en la Plaza de la Revolución “José Martí”, en La Habana, Fidel aseguró que el Che no cayó defendiendo otra causa que no fuese la causa de los pobres y de los humildes de esta Tierra.

Y resaltó: “Y la forma ejemplar y el desinterés con que defendió esa causa no osan siquiera discutirlo sus más encarnizados enemigos.

Y ante la historia, los hombres que actúan como él, los hombres que lo hacen todo y lo dan todo por la causa de los humildes, cada día que pasa se agigantan, cada día que pasa se adentran más profundamente en el corazón de los pueblos.”

El 26 de noviembre de 1971 al hablar en el acto de inauguración de un monumento en homenaje al Che en la Comuna de San Miguel, en el Departamento Pedro Aguirre Cerda, de Santiago de Chile, Fidel también expuso: “Che era un hombre de infinita confianza y fe en el hombre. Era un ejemplo. Su estilo era el ejemplo, dar el ejemplo. Hombre de gran espíritu de sacrificio, un verdadero carácter espartano, capaz de privarse de cualquier cosa, seguía la política del ejemplo.

“Podemos decir que su vida fue toda un ejemplo en todos los órdenes. Hombre de una integridad moral absoluta, de una firmeza de principios inquebrantable y un revolucionario integral que miraba hacia el mañana, hacia el hombre del mañana, que miraba hacia la humanidad del futuro, y que por encima de todo resaltaba los valores humanos, los valores morales del hombre, que por encima de todo predicaba el desinterés, el renunciamiento, la abnegación.”

El 8 de octubre en el acto efectuado en Pinar del Río con motivo del aniversario 20 de la caída del Che Guevara, Fidel igualmente destacó: “…hay que decir que el Che tenía no solo todas las virtudes, y todas las cualidades humanas y morales para ser un símbolo, sino que el Che tenía, además, la estampa del símbolo, la imagen del símbolo: su mirada, la franqueza y la fuerza de su mirada; su rostro, que refleja carácter, una determinación para la acción incontenible, a la vez que una gran inteligencia y una gran pureza—, cuando vemos los poemas que se han escrito, los episodios que se cuentan y las historias que se repiten, palpamos esa realidad de la vigencia del Che, de la presencia del Che. No tiene nada de extraño si uno, no solo en la vida de cada día palpa su presencia, sino hasta en sueños se imagina que el Che está vivo, que el Che está actuando y que su muerte no existió nunca.” 




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